21 mayo 2013

El lenguaje: introducción



Desde el momento en que el Hombre se dio cuenta de su condición el lenguaje se gestó en su seno y creció y se fortaleció en él. El pensamiento[1] es un lenguaje anticipado, ¿es el lenguaje mismo? El lenguaje es una transmisión prevista por el hombre en su interior y al mismo tiempo es la construcción de dos entes, la idea y el concepto. A partir de que el Hombre inventó un lenguaje cumplió con su función, la de hacerse al nombrarse. El lenguaje valida al Hombre como Hombre y es, pues, una condición necesaria para Ser Hombre; el Hombre ya no puede Ser sin el lenguaje, ahora el lenguaje es su condición. A partir de que el Hombre inventó un lenguaje cumplió con su función, la de hacerse al nombrarse. El lenguaje valida al Hombre como Hombre y es, pues, una condición necesaria para Ser Hombre; el Hombre ya no puede Ser sin el lenguaje, ahora el lenguaje es su condición.

La idea, con su origen en el lenguaje, es el acto primordial que en el hombre define al pensamiento; sufrió un cambio más drástico que el concepto, se hizo de costumbres plásticas y se desarrolló a partir de una constante imitación de las formas más complejas, en las que podía cumplir una misión como portadora de mensajes, condición para que se cumplan el signo y el símbolo. Las ideas tuvieron un papel importante en el desarrollo de nuestra “naturaleza divina”, en el acto de ser Hombre, mostrando con esto un orificio por el que el Hombre asomó instintivamente los sentidos sin sospechar siquiera lo que acechaba del otro lado de esa apertura: una sentencia seductora que le hizo dueño de cierto numen. El concepto según la Real Academia de la lengua Española (RAE) es una idea que concibe o forma el entendimiento y el pensamiento expresado en palabras. El concepto, por consiguiente, se ve afectado y evoluciona a la par de las ideas.  

Cuando Octavio Paz nos dice que la primera actitud del hombre ante el lenguaje fue la confianza: el signo y el objeto representado eran lo mismo de alguna manera nos dice que el lenguaje era el pensamiento y lo comunicado surgía de ambos. Octavio Paz dice del lenguaje, pensamiento y ritmo, que la necesidad de preservar el lenguaje sagrado explica el nacimiento de la gramática, en la India védica. O sea, en un primer y único intento por preservase a sí mismo, el pensamiento inventó las acepciones. Con el nacimiento de la gramática en la India el pensamiento hace que las palabras nombren; el objeto en particular adquirió su nombre y la palabra, cada vez más, perdió su capacidad para nombrar la esencia de las cosas y se abrió un abismo entre los nombres y las cosas que nombran. Ya en La Biblia se relata el instante en el que el Hombre, al buscar grandeza en la conciencia que es consciente de ser consciente, construye un monumento a sus intentos, monumento que llegaría a los cielos y lo haría dios, la Torre de Babel; antes de terminar el proyecto perdimos el λόγος y con él la comunión con el pensamiento. Todos, al querer nombrar para hacer valer “nuestro derecho a ser creadores, a ser dioses”, negamos la verdad del lenguaje, la de ser indecible o incomunicable a los demás antes que a nosotros mismos, negamos al lenguaje antiguo que es el pensamiento. 
Los recuerdos son el único vestigio de lo que alguna vez fue el lenguaje puro. La memoria es la forma en que el lenguaje antiguo se ha preservado de manera incompleta, la memoria es sólo uno de los rasgos de aquél lenguaje que hemos perdido y solamente es cuando se piensa porque es en el pensamiento donde esta capacidad vio la luz. Sin embargo hay un misterio que intencionadamente, creo, no se ha resuelto quizá porque realmente “nadie” ha sido capaz de hacerlo y es el siguiente: en el Hombre ¿el lenguaje precede al pensamiento? o, ¿el pensamiento precede al lenguaje? Es muy probable que el Hombre, antes de resolver cualquier cuestión de comunicación con sus semejantes se afirmara como tal, como hombre. El lenguaje es un atributo de todo. Al poseer la intención indirecta de servir como un mensaje la existencia gestó, en su transcurrir, un ente consciente de ser consciente y de saberse acreedor del lenguaje, del pensamiento que piensa y se comunica los signos, del lenguaje que construye símbolos.

Primero se asumió el signo como elemento esencial para el lenguaje y después, sólo después, el símbolo surgió de entre las imágenes solventes. Anterior al lenguaje escrito, hablado, gesticulado, etc., existió el pensamiento. Es aquí donde la imagen tiene un papel preponderante en esa emisión de lo descifrado, de lo resuelto, que es en los mensajes un sustento para poder afirmar que somos conscientes y que, a demás, resolvemos esa consciencia al construir significados que descifran los que pensamos. El pensamiento probablemente no es algo que sólo el Hombre posee sino que el lenguaje, como pensamiento descifrado, tampoco lo es. Con este preámbulo ahora podemos hacer, valga su nulidad por lo hasta aquí previsto, definiciones o en su caso aserciones que nos permitan continuar con nuestro análisis en un artículo posterior.  

El lenguaje natural tiene un lagar especial en nuestra diferenciación porque es, quizá, el instinto de recuperación del lenguaje puro, del signo pensado. En sus características, el lenguaje natural, tiene unos rasgos curiosos, por ejemplo: el mensaje humano es temporal, con ello implica lo intrascendente de sus comunicados, las palabras se las lleva el viento; la función metalingüística solamente se agrega para afirmar su anhelo que, en su caso, es la súplica por su vuelta a ser trascendente. El lenguaje es un entramado de esqueletos significativos y necesarios, necesarios hasta que se encuentran sintetizados en sistemas que efectúan redundantemente su función, ser signos y pensarse para significar, los símbolos. El pensamiento llega como algo entendido y que se entiende, ideas, imágenes, signos puros. El pensamiento resuelve el problema del lenguaje natural y es en sí el verdadero lenguaje natural.

El abismo al que Octavio Paz hace referencia en sus estudios es, muy probablemente, el abismo que ahora nosotros entrevemos entre el signo y el símbolo, abismo del cual nos ocuparemos de manera exhaustiva en la parte siguiente, en un artículo posterior.

 Miguel Orozco Rico. 


[1] Con pensamiento, lo mismo que con lenguaje, me refiero al humano; será en otro momento que hablaré de ellos como atributo de los animales. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Muy bueno! Mi médico Miguel alías "El Nazi"