23 noviembre 2008

Editorial
Henos aquí, apreciado lector, otra vez entre tus manos, naciendo de ti y para ti como nos lo has permitido cada mes por los ya dos años de ofrecerte el indomable corazón abierto. Te hemos agradecido en cada oportunidad que se ha presentado, porque no perdemos de vista el papel tan importante que tienes en la vida de esta revista cultural. Sin embargo, hoy es una ocasión especial pues, abusando de nuestra heredada capacidad de celebrarlo todo, sentimos y te compartimos el júbilo de alcanzar los dos años de vida. Dos años, dos ciclos de 365 noches en que hemos pasado de todo por no cejar jamás de nuestros objetivos; veinticuatro meses de ejercer la difusión de la cultura y las artes de manera libre y gratuita y en los que, como debía suceder pues también somos un producto humano, nuestro camino ha sido similar al de las míticas montañas soviéticas por los pronunciados altibajos que a nuestro parecer sólo han servido para dignificar el trabajo realizado. Este mes de noviembre, orgullosos cumplimos ya nuestro segundo año.

Meretrices crece día con día. Dicen que crecer no es sino acercarse cada vez más al fin inevitable; eso, sinceramente, nos tiene sin cuidado. Y como la noche que mientras más cerca esté del amanecer es más fría, así, con el tiempo transcurrido, llega la madurez de reconocer el exacto sitio en que nos encontramos; pero sobre todo y a pesar de lo adquirido: tener claro hacia dónde queremos llegar. Porque no nos mueve la inercia ni, acaso, la materia, lo hacen objetivos claros, constantes y a la vez permutables, a algunos de los cuales nos hemos acercado ya muy a pesar de perder algunas otras cosas en el necesario intercambio de la vida.

Como tú sabes dilecto lector de Meretrices, tú más que nadie, nuestro estandarte ha sido y seguirá siendo la cultura y su forma de apreciar los valores cotidianos, su manera de acercarnos, sensibilizarnos y hacernos un poco más humanos. Tenemos nuestra fe en ella, creemos que puede cambiar el tenor de las cosas, incluso, bajo riesgo de parecer lo que no somos, hemos visto cómo efectivamente en aquellos que han tenido algún contacto con las artes cambios se han operado. Por eso la lucha continúa a nuestra propia manera y con nuestra propia receta. El ser una revista mensual no resta el hecho de que el trabajo se realiza cada día y cada noche, y el ser una revista cultural, aún más nos llena de compromisos, sobre todo contigo.

Dos años ya y en verdad son un pretexto para darte las gracias de frente. Este mes aumentamos de 25 a 29 páginas, además de dedicar su espacio al reconocido maestro del grabado Juan Navarro. Con tu apoyo seguiremos rondando las esquinas del arte y la cultura. Pero en vías de mientras: muchas gracias por tu apoyo. Nos leeremos pronto.



AMIGOS DEL LAGO – BOLETÍN/NEWSLETTER – NOVIEMBRE 2008

AGENDA CIUDADANA DEL AGUA



Del 18 al 20 de septiembre de 2008, se reunió el Colectivo de Organizaciones Ciudadanas por el Agua (COLOCA) en Guadalajara. El Colectivo representa los socios de 38 organizaciones sociales, civiles, campesinas, agrícolas, sindicales, y académicas. Se juntaron por el II Encuentro Internacional de Organizaciones Ciudadanas por el Agua: Gobernanza del Agua para su Gestión Sustentable en la Zona Conurbada de Guadalajara (ZCG). Sus metas eran de analizar unas propuestas relacionadas con el abastecimiento y saneamiento para el área y construir estrategias y acciones para la resolución de conflictos hídricos, el monitoreo y control ciudadano, así como la gestión pública y sustentable del agua.

Basado en el principio de que la ciudadanía tiene el derecho y la capacidad de participar en decisions públicas relacionadas al agua, COLOCA adoptó una “Agenda Ciudadana del Agua” para la ZCG que presentó al público en una rueda de prensa el 9 de octubre 2008. Lo que sigue son unos puntos claves de esta Agenda.

El grupo afirmó la necesidad de las ideas, la creatividad, el interés y la participación de los ciudadanos en la gestión del agua. También, identificaron razones claras y propuestas alternativas para la gestión del agua en la región. Van a promover las propuestas con todos los sectores y todas las edades en las comunidades por medio de campañas de educación pública conducidas junto con los medios.

El grupo insiste que las autoridades responsables—Comisión Nacional del Agua (CAN), Comisión Estatal de Agua de Jalisco (CEAJ), el Sistema Intermunicipal para los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), Secretaria de Salud de Jalisco (SSJ), y otros—que hacen decisiones sobre el agua en el ZCG tomen estas acciones:

(1) Asumir la responsabilidad de crear políticas públicas acerca del agua, incluyendo mecanismos para la participación ciudadana en el proceso.
(2) Proveer la información técnica y científica en una forma que las personas interesadas puedan comprender.
(3) Incorporar los conocimientos de la ciudadanía a la comprensión integral de las realidades relacionadas con la pólitica del agua.

Las políticas básicas que COLOCA insta a las autoridades responsables a adoptar son:

(1) LA PREVENCIÓN DE LA CONTAMINACIÓN: La manera más barata, fácil, y efectiva de proteger nuestra agua. Hay métodos viables y asequibles para que los usuarios industriales y domésticos puedan reducir la toxicidad y la cantidad de contaminantes que entran al flujo de aguas residuales.
(2) EL TRATAMIENTO DE AGUAS RESIDUALES: El énfasís en utilizar unas plantas de tratamiento enormes, al fin del tubo, no es la solución más económica ni la más ecológica. En cambio, sería preferible usar facilidades alternativas y decentralizadas (p.e., humedales artificiales) que gastan menos energía.
(3) EL REUSO DE AGUAS RESIDUALES TRATADAS: El reciclaje del agua después de estar tratada, antes que usar agua “nueva,” puede reducir considerablemente el consumo de agua para usos domésticos e industriales.
(4) HAY QUE MANEJAR EL AGUA COMO DERECHO HUMANO Y BIEN COMÚN fundamental para la vida, no desde una lógica de mercado y de ganancia.

COLOCA propone involucrar a los ciudadanos en una variedad de papeles para promover la gestión integral del agua en la zona conurbada.

La meta a largo plazo debe ser no rebasar la capacidad que tiene el propio ecosistema de la ZCG para abastecer de agua a sus pobladores y las distintas actividades que realizan. El objetivo a corto y mediano plazo sería impulsar una serie de estrategias que permitan usar menos agua, para no tener que recurrir a fuentes adicionales de abasto. La reparación de fugas, por ejemplo, puede eliminar la pérdida de alrededor de 30% del agua que actualmente tiene el sistema.

Es crucial que la ciudadanía trabaje junta para desarrollar estrategias y campañas específicas. Tienen que insistir en acciones para reducir el consumo de agua, garantizar acceso universal a 30-40 litros diarios de agua potable, actualizar la infraestructura, establecer la gestión integral de agua, preparar materiales educativos, realizar un catálogo de experiencias exitosas de manejo de agua en las colonias de la ciudad, y crear unos mecanismos en calidad de asesor para varias unidades del gobierno.

Para más información, póngase en contacto con Cindy McCulligh (IMDEC) al 3810-45-36, ext. 105 o www.imdec.net. Para ver la versión completa de la “Agenda Ciudadana del Agua (en español), ver www.amigosdelago.org.

Miembros de la Mesa Directiva
Amigos del Lago de Chapala, A.C.

Eratóstenes y la Estaca
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El boleto de Eratóstenes hacia la inmortalidad fue la medición de la circunferencia de nuestro planeta. Su historia es simple: nació en Grecia en el 276 antes de la era cristiana y estudió en Alejandría. Después de ser alumno de algunos pensadores como Quíos, Lisanias, Cirene y Calímaco se dedicó por completo a la física, astronomía y geografía. También cabe mencionar que fue uno de los primeros científicos el mundo antiguo que recurrieron a conciencia al método experimental. Fue uno de esos pensadores que podían llegar a grandes conclusiones mediante experimentos realmente sencillos. Es decir, deducir hipótesis basadas en lo más simple y elemental.

La medición de la Tierra se dio porque en ese tiempo la creencia general aseguraba que el planeta era un cuerpo plano. Sin embargo, Eratóstenes, entre otros muy contados científicos, estaba seguro de que era más bien esférica y no descansaría hasta demostrarlo. Tenía como base los antecedentes de cálculo trigonométrico y las ya establecidas nociones de latitud y longitud que habían sido postuladas por el famoso Dicearco. Entonces, tras pensarlo detenidamente y por mucho tiempo, pensó que si clavaba dos estacas de forma totalmente vertical sobre el mismo meridiano, a varios kilómetros de distancia entre sí, arrojarían sombras distintas al mismo tiempo por el grado de curvatura que, pensó, la Tierra tenía.

El griego sabía que en Siena, Egipto, durante el solsticio de verano los objetos no arrojaban sombra alguna. Dedujo entonces que la ciudad se hallaba situada justo en la línea del Trópico. También asumió que Alejandría, más al norte y en la costa del Mediterráneo, se encontraba en la misma longitud de Asuán (no estaba equivocado). El mismo día del solsticio midió la sombra de la estaca en Alejandría y encontró que en ambos cenit distaban 7.2°.


Lo siguiente fue calcular la distancia entre las dos ciudades. Versiones señalan que consiguió el dato de un libro de geografía, otras que de reportes de las caravanas comerciales o de un grupo de soldados a los que encargó caminaran de una ciudad a otra. De esta forma logró determinar la diferencia de latitud. Cuando ya contaba con ambos datos pudo medir el arco de la circunferencia. Conocido éste y elevado el resultado de la circunferencia completa (360°) era posible conocer las dimensiones de la Tierra. Eratóstenes encontró que la circunferencia medía el equivalente a 39, 614 kilómetros. Comparado con las mediciones actuales su margen de error fue del 1 % (40, 008 km.)



Prof. Servando Macías Fermín

MÚSICA/ TEATRO (las constantes dramáticas)
Bonifacio Mercado*

LA HISTORIA DEL TEXTO

Escribí este texto como parte de una investigación acerca de las constantes dramáticas de los autores cuya obra ha sido punto de referencia de los críticos para mi tesis de licenciatura en Ciencias de la Comunicación, la cual, amablemente, se me pidió ser modificada por un tema más especializado en el área. Terminé por aceptar la propuesta de mi asesor por la necesidad de prontitud del papeleo. Necesitaba el título para continuar en el extranjero. Este era el capitulo tercero de un total de cinco.

Recibí mi titulo con una tesis, la cual en nada me entusiasma: Los sintagmas verbales del discurso político en los candidatos a Gobernador. Obtuve el trámite. El material lo deje para tiempos mejores. Y creció. Hoy es un libro en donde se menciona la obra de seis dramaturgos jaliscienses con el beneficio de la crítica. El texto para el mismo ha sido modificado para ese aún inédito libro.

El libro continuó creciendo hasta no encontrar un editor con sentimiento de arriesgue. No he buscado el apoyo institucional, lo confieso, por lo unidireccional de los criterios. Sólo en una ocasión lo metí a un concurso sin la menor provocación.

Efrén Roura me comunicó acerca de la edición del autor con cuatro obras: La Esencia, El Caso, Calle Luna, Calle y Éxito Radiofónico. Importante para el estudioso resulta esta publicación en coedición con Acento Editores y Acequia Va de Nuez. Las dos últimas ya fueron editadas. Aquí vemos las correcciones a las mismas. Lo que nos ofrecen una visión del profesionalismo del autor.

Un texto aparece publicado cuando se cansa de corregir. Pero aún ya editado, el autor lector revisa y recompone su obra. El dramaturgo es un profesional de las letras con la capacidad de autocrítica abierta a multiplicidad de lecturas.

En 199, Calle Luna, Calle, tuvo un montaje, según el autor, desafortunado por su lectura escénica. El 2008 el autor dirigió Éxito Radiofónico. Ambas fueron reestructuradas aún después de ser editadas, incluyendo una versión digital. La Esencia, en su versión inicial fue montada con el título: Aurora, La Esencia de la Copa, y presentada en foros alternativos, principalmente.

De Aurora, en esta edición quedó el trazo y algunos diálogos. Nuevamente la tarea del estudioso de la escena, siempre a la cacería de los archivos. La Esencia, tal y cómo ahora la leemos. Confiemos en que ahora la veamos escenificada, se encuentra en un punto de la madurez del autor. Sostiene los elementos musicales, tal como Jorge Ángeles lo mencionó algún día. Con una estructura poética, como lo menciona Víctor Manuel Pazarin, pero sobre todo con un manejo estilístico propio.

Existe una actitud lúdica con la sintaxis. Hace juegos de lenguaje rompiendo con las reglas sintácticas. Eso crea una mayor atención al actor, lo obliga a dar un giro rítmico. Como una obra serialista en la música. Lo lleva a otra lectura. Como lo hizo Valle Inclán en sus acotaciones.

La lectura de la obra toda de un autor nos lleva a buscar, primeramente, aquellos apuntes de sus primeros críticos. A convertirse en cómplice de más de alguno, y ya pasada la primera impresión, a ofrecer esa visión particularísima. Por lo menos, eso pretendo con esta incursión. Casi un informe de lectura de lo mencionado por quien se ha acercado a su obra con anterioridad es, en esta entrega, mi participación, un recorrido por la hemeroteca crítica, pero además, por su misma actividad, tampoco puedo dejar de incluir su obra teórica; con esto, engrandecer este acercamiento, insisto, informe de lectura a su obra dramática.

Hacer el seguimiento de un autor. Pasear por textos. Charlar con quien ha estado cerca. Contamina en la estructura sintáctica. Se dice en la comunidad médica el cómo, microbio que no mata engorda. Y este microbio de una sintaxis barroca me ha contaminado. Los sociolingüístas dicen de la contaminación semántica. Un efecto anagnorico con la obra de José Ruiz Mercado.

En el terreno de la informática, y dentro del territorio de la comunicación, el hablar de la obra de un autor, o del autor mismo, nos lleva a evaluar la importancia de este ante la comunidad. Cuando una obra pasa desapercibida por la crítica, de alguna manera ésta no tiene algo por decir a los demás. El problema de la recepción. Por una parte, el crítico tiene la función social de llamar la atención sobre una particularidad de la obra. Esto en el terreno académico. El del interés social, el crítico especializado, genera la atención del público. El llamado capital social.

La lectura de los estudiosos de la obra, los cronistas, los reporteros tienen una obligatoriedad ética, pocas veces ejercida. Una capacidad de lectura sin la cual, pueden desviar la atención del público. Ejemplos de esto hay muchos. Uno de ellos viene con el montaje de Aurora (la esencia de la copa), aparecida en el diario EL INFORMADOR, sin autor, con fecha 11 de noviembre de 1995. En ella se lee: Las obras de Ruiz Mercado, parecen más bien guiones de terror para video(...) Aurora, es una historia extraña; sobrenatural, no muy comprensible.

De seguro el autor de esta nota desconocía la llamada obra negra, en donde aparecen los antihéroes, pero sobre todo, la tradición mexicana de darle vida a los muertos tan característico de las leyendas tradicionales y las populares películas del Santo. Lo que es una aportación del teatro de Ruiz Mercado lo formula como una debilidad. De nuevo la importancia de hacer un seguimiento hemerográfico al estudio de un autor.
El subrayado es mío. La sobre adjetivación hace de este texto un subjetivo acercamiento personalista, el cual sólo demuestra la falta de lecturas de quien lo escribe. Lo salvable de este texto es la mención a dos nombres de los participantes, quienes se inician con el autor mencionado, motivo por el cual lo vuelve aún más meritorio en su aportación a la comunidad como docente: José Lira Robles y Fabián Luevano, quienes a 13 años están haciendo sus aportaciones a la escena.
Bonifacio Mercado*

18 noviembre 2008

Seducir.



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Seducción. Palabra que me es ajena. Mejor dicho, práctica que me es vetada, lejana e inaccesible. No, yo no seduzco. Soy seducido, de ahí tal vez provenga mi gusto por las artes. Los sentidos se me embotan en la contemplación. Me enamoro de las líneas y formas, quedo absorto en el conjunto entero y busco aquello que en el contenido me impele a pensar y sentir de manera distinta. Igualmente seducido por las mujeres, aplico cada sentido a capturar un poco de ellas, resguardo su olor y la manera coqueta con la que dicen cualquier frivolidad. Mis ojos beben cada uno de sus gestos cuando expresan las oscuras incertidumbres de sus tribulaciones. Pienso que cada detalle es ocasión de un acontecimiento irrepetible. Desgraciadamente, yo no logro captar su atención. Hay en mí, lo sé de cierto, una irremediable condición patológica de carácter grave que me torna incapaz para seducir.



Pero, antes de continuar, ¿qué es para mí la seducción? Entiendo por seducción el despliegue de efectivas y muy bien trabajadas artes con las cuales llamamos la atención de determinados(as) individuos con el fin de tornarnos objeto de su deseo. Enamorar, cortejar o flirtear no son sinónimos de la seducción. El enamoramiento implica buscar el amor del otro, cosa que la seducción descarta; el cortejo, por otro lado, se acerca un poco más pues busca obtener los favores del sujeto a cortejar, sin embargo, no es ese el objeto propio de la seducción, aunque bien puede llegar a ese punto, no se agota en él; por último, la seducción se deslinda del simple flirteo debido a que éste es únicamente un balbuceo inconexo que no sugiere nada sino trivialidades. Por el contrario, la seducción es el anhelo de la mirada ajena, la puesta en escena de nuestra imagen. Es devenir codiciables a los ojos de los demás. No se reduce a un juego de vanidad, la profundidad es mayor, tiene más alcance y el eco se extiende mucho más lejos que nuestra mirada. El espectador es aquel que ebrio de contemplar con arrobados sentidos el conjuro de la profundidad inasible de la seducción, simplemente, se agota en ella. Se disuelve en el placer de ser seducido.



Seducir es, dice Baudrillard, jugar. Jugar con la apariencia. Artificio de carácter femenino, oposición directa al reino masculino de lo ya establecido. Burla de la ley, juego simbólico que lleva consigo la agonía. Toda seducción implica la muerte. Es por eso que no hay nada más que la disolución para la sensibilidad excitada. Para Baudrillard la seducción es la perversión de los signos, la indeterminación y la posibilidad de reversibilidad, en definitiva, es escapar de la estratificación, no es un poder sino un juego. Según el filósofo francés el deseo no es lo que importa sino el despliegue de las apariencias, el arte salido del ingenio, el crimen perfecto. Ser seducido es ser victimado por la imagen perfecta de la 'come hombres' o la 'mujer verdugo', también, por qué no, su reverso ideal, la ‘moscamuerta’. Y si seguimos el juego, no nos queda más que exclamar divertidos el clásico '¡Hiéreme más, que me hace tu maldad feliz! o el '¡Pégame, pero no me dejes!'



La seducción no es un arte propiamente masculino -según lo leído en De la seducción-, por el contrario, para que un hombre seduzca necesita revertir la misma seducción, lo femenino, el simulacro; el seductor es calculador, es un espejo en el que se reflejan los poderes de la mujer. Yo por el contrario no reflejo sino que absorbo. Absorto en la absorción de la mujer. Voyerista descarado, solaz recreación del mirón que en cada nimia oportunidad, de soslayo, logra colar una mirada y entonces es feliz, no por el logro de la posesión sino por el atesoramiento de la fugacidad. Si la seducción es un juego, entonces yo no juego, soy jugado o juegan conmigo. De ahí nace, tal vez, mi gusto por la fotografía, captura momentánea de la eternidad contenida en un fragmento de tiempo. Fetichista incansable que atesora fragmentos dispersos de una misma realidad múltiple en sus manifestaciones.



La seducción es un rodeo calmado por entre los intersticios de la ambigüedad. No se dice nada pero se sugiere todo. Los elementos que conforman el entramado de la escena de seducción flotan en el aire dispersos, únicamente cohesionados por la habilidad para transgredir el orden de los elementos. Desorden de los sentidos, devenir otro a través de la seducción. Práctica que lo puede todo, maquinaria que deambula entre la superficie de cada poro excitado. Admito que no puedo, no sé seducir, por lo que, empero, siempre soy seducido, que a mi juicio, es mucho mejor.


Ramón Castillo

Lo de Talpa

¿Ya están listos para irnos? –Se escuchó la voz del chofer de la camioneta que nos llevaría al crucero de Ameca, en donde partiríamos a pie a Talpa. Mientras que Juan, Camilo y yo terminábamos de acomodar nuestras cosas en las mochilas. Nos trepamos en la camioneta y ésta empezó a andar.

Serían como las cinco de la mañana, cuando el chofer nos gritó: –¡ora, ya llegamos, bájense!–. Camilo me despertó y nos bajamos, el chofer con ojos de tecolote madrugador nos dijo: –síganle por ese camino hasta donde se ve aquella loma y después siguen el camino que pasa por la Cruz de Romero, hasta el espinazo del diablo, de ahí agarran derecho y de seguro llegan, en caso de que se pierdan, pregúntele a la gente que vean por el camino, y verán que preguntando se llega a Roma, ¿entendieron? –Los tres más dormidos que despiertos le contestamos que sí y se marchó. Antes de que el sol pintara sus primeros rayos en el firmamento, Camilo le dijo a Juan: –¡eh Juan! ¿Trajiste la lámpara que te dio tu hermano? Porque nos va a ser falta –mientras Juan le respondía que sí, yo iba viendo el paisaje; con un suspiro profundo moví la cabeza de un lado a otro y seguí caminado sin decir una sola palabra.

Llevábamos como unas cuatro horas de camino y ya habíamos recorrido un buen tramo, cuando les pregunté a Camilo y a Juan, que a qué hora almorzábamos, a lo que me respondieron que llegando al primer árbol con sombra buena para descansar. Terminamos de desayunar y Juan nos dijo a Camilo y a mí: –¿se acuerdan lo que nos dijo don Gabriel, el de los tacos? que aprovecháramos a caminar de noche, porque de día hace un chingo de calor, y es verdad, ¡ya me chingo de calor y apenas son las once! –Camilo me vio y me dijo: –¿ya te cansaste ¡guey!? –con un movimiento de cabeza le dije que no. –Bueno –respondió, y le dijo a Juan que siguiéramos hasta la hora de comida. Juan asintió con la cabeza. Eran como las tres cuando me sentí cansado y veía a Camilo y a Juan que ni se fatigaban. Pensé que por la costumbre que tenían de caminar mucho, pero no era así, sino por la devoción que llevaban por ver a la Virgencita. Y yo creo que ella o su fe, los hacía caminar de esa forma; en realidad yo nomás me les pegué para ver qué se sentía esta caminata que mucha gente de mi pueblo hace cada año, yo estaba con la tentación y aquí voy, ¡ya bien guango, pero seguro! Eran casi las cinco cuando Juan me preguntó que si tenía hambre. Camilo volteó al instante y les contesté que como ellos quisieran, pero seguían caminando; no muy lejos se divisaron un par de encinos y Camilo juntó unos leños para hacer una fogata y calentar la comida. Cuando terminamos de comer, Juan nos dijo que nos durmiéramos un rato porque le íbamos a pegar parte de la noche y si era posible toda la noche; a lo que me quedé pensativo. Pero acepté, total “ya aquí ando”, me dije a mí mismo. Se me hizo un ratito la dormida pero en realidad eran ya las once cuando me despertaron y me quedé sorprendido al ver la cantidad de gente que pasaba a nuestro alrededor, viejos, niños, mujeres, hombres, señoras con bebés en brazos y nadie se rajaba, algunos pasaban rezando, otros en silencio y meditabundos, algunos caminaban aprisa y otros lenta pero constantemente. Cuando menos acordé Camilo y Juan ya habían recogido las cosas y me dijeron: –¡apúrate que te quedas! –al instante me puse en pie y los seguí.

Ni uno ni otro decían nada, intenté entonar una canción para hacerme el camino más cómodo, me empecé a quedar rezagado al paso de ellos, no era mucha la distancia pero ya me llevaban un tramito. De pronto al mirar a mi izquierda divisé las luces al fondo de la montaña, como un pequeño hilo luminoso, que cambiaba de forma, conforme el relieve de la montaña. ¡Extraordinario! –me dije a mí mismo–; era una cosa fascinante ver aquel espectáculo. Por supuesto no faltaban los puestos de vendimias a lo largo del camino, desde comida hasta bebidas, cigarros y otras chucherías.

Embobado por el descubrimiento que había hecho, se me olvidaron mis compañeros de viaje. Al recordar volteé a verlos y no los vi, me puse un poco nervioso y apreté el paso para tratar de alcanzarlos. No muy lejos los divisé y me sentí aliviado. Al ver la cantidad de personas perdí la noción del tiempo y no supe qué hora era, y ni me importó en fijarme. Ya próximo a alcanzar a Camilo y a Juan, sentí la mano de alguien sobre mi espalda, al voltear me di cuenta que era un anciano, con cara de felicidad y alegría. Me saludó y yo le contesté. –Me llamo Anselmo –dijo– voy rumbo a Talpa, pa´ ver a la virgencita, sabe que estoy enfermo y no me puedo curar, ya vi muchos médicos y ninguno le atina, tengo fe de que la Virgen de Talpa me curará, pero ya me ve, voy solo, ni quién me acompañe ya tiene rato que mis familiares me dejaron y todavía no los veo–; yo solamente lo escuchaba y seguíamos caminando.

Don Anselmo me contó que venía de un pueblo que se llama San Luis, cerca del pueblo donde vivo, y me preguntó que cuándo me devolvería de Talpa. Le contesté que nomás llegábamos a ver a la Virgencita y nos devolvíamos. Conforme caminábamos me platicó un poco de su vida, de la misma forma yo le conté de la mía; me pidió de favor que cuando regresara a mi pueblo pasara a su casa a decirle a su familia que los iba esperar en Talpa, para que se fueran y le pidieran al padre que oficiara una misa el día de su cumpleaños, 20 de marzo, y que ahí iba a estar con ellos, para después regresar en paz y estar sin pendiente. En ese momento no me di cuenta de lo que me dijo, hasta ahora. –Pregunta por la casa de don Anselmo González –me dijo–, soy muy conocido en el pueblo y rápido dará con mi casa. ¿De dónde me dijiste que eras muchacho? –De San Juan –le respondí. Me preguntó: –¿conoces a don Feliciano Vergara? Es mi abuelo –le respondí–. Añadió: –Le dices que pronto nos veremos. –Qué pequeño es el mundo –le dije–; No tienes idea muchacho –me respondió–, aquí me quedo. Cuando volteé a despedirme ya no lo vi. Por fin alcancé a los muchachos y entramos juntos a Talpa, cuando llegamos a la iglesia me impresioné al ver la cantidad de gente: unos de rodillas caminaban, otros con penitencias, pero todos con mucha fe, incluyendo a Camilo y a Juan. De regreso, durante el camino, les platiqué a mis compañeros del viejo de Don Anselmo y les pedí que me acompañaran a San Luis a llevar la razón que el señor me había encomendado. Efectivamente cuando pregunté por él, rápido me dijeron dónde era su casa. Al tocar la puerta, una señora ya desgastada por los años abrió y me preguntó que a quién buscaba. Le dije: –traigo una razón de Don Anselmo González –la señora me vio de una forma que nunca olvidaré, parecía como si hubiera visto a la misma muerte. Quedé sorprendido y continué, –que se fueran a Talpa, que allá los iba a esperar para pasar con ustedes su cumpleaños, para que le ofrezcan una misa y… –no pude continuar porque la señora empezó a llorar. Camilo y Juan voltearon a verme y al igual que ellos, yo también quedé sorprendido cuando la señora me dijo: –mi viejito te dijo eso, él ya tiene más de doce años de muerto y precisamente murió un día antes de su cumpleaños, había prometido celebrarse una misa en Talpa, pa´ su cumpleaños, pero… pero… –y soltó su llanto. Mi abuelo murió meses después de lo sucedido, Camilo y Juan no quieren volver y yo creo… lo de Talpa.
Gabriel Chávez.
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El Flechador del Cielo


La verdad es que este cuento sucedió una noche y no durante el día como se acostumbra. Esa noche en cuestión el viento soplaba muy, muy fuerte, todo se movía y parecía que nada podía quedarse en su lugar.

Todos en el pueblo de Chapala, niños y grandes corrieron a sus casas, y quienes no tenían, se escondieron en las grutas que había en algunos cerros. Nunca pensaron que ese viento fuera tan fuerte como para tumbar algo increíble, luminoso y sensacional.

A media noche se oyó un gran golpe, mucho más grande que cuando se cae una piedra o cuando se parte un árbol, incluso en otros pueblos, al otro lado de la laguna, alcanzó a escucharse el estruendo y se sintió un leve temblor de tierra.

Después del ruido desgarrador, el viento cesó de golpe, la gente estaba asustada, y luego de unos minutos, los más valientes salieron a la calle. Todo era extraño, algo faltaba. De pronto los ancianos que habían reunido valor, se juntaron en el malecón, y buscando con sus añosos ojos, concluyeron que la Luna ya no estaba, como había estado hace unas horas iluminando el cielo. El más viejo de ellos, llamado el Cuy, con su gran cara llena de arrugas, hablando grave dictaminó que aquel estruendo de hace minutos no era otra cosa, sino el impacto de la Luna al caer.

Los más pequeños, asustados, no podían dormir y se aferraban a sus madres con ojos de sueño.

Los hombres maduros tomaron botes y canoas, otros ensillaron sus caballos y fueron en busca de lo que hacía falta en el cielo.

Después de un rato llegó un muchacho llamado Pepe, diciendo a gritos que en una isla, a la que llaman la de Mezcala, estaba la Luna atorada entre las ramas de los árboles.

Sería ya muy pasada media noche cuando en canoas, botes y lanchas se reunió la mayoría de la población en el lugar preciso para asistir a aquel raro espectáculo, además de gentes de otros lados, dicen que venían de tan lejos, que la tierra cambia de nombre y se llama Michoacán.

Con sogas y machetes se liberó a la Luna de su cautiverio entre las ramas, no fue necesario, encender fuego o llevar linternas, la luz que había en ella era muy fuerte.
Manuel Rodríguez, hombre valiente, llegó hasta el sitio con su famosa resortera, la cargo con la Luna, apuntó y disparo al cielo, logrando sólo gran confusión, gritos y vivas entre la gente, que pronto se desanimó, al ver la esfera más empolvada cayendo cerca de un lodazal, quedando todos desesperados, porque el asunto se veía mal.

El presidente municipal, con su gran panza y su traje negro, llegó seguido de sus soldados, que en varias barcas movilizaban la catapulta, la cual se usa para espantar lobos y coyotes, que mucho asustan durante las noches, la cual cargaron y dispararon teniendo de nuevo mal resultado.

Don Lino Sánchez, maestro del pueblo, llevó unos globos llenos de helio, cargó el objeto sin dilación, pero otra vez todo fue malo, porque los globos se reventaban, o ya cargados se desataban, dejando todo igual de mal.

Todos los niños ya más tranquilos, se habían dormido entre los brazos de sus mamás, mientras veían todas las fallas, excepto uno de nombre Axa que se mostraba desesperado.

Cuando ya nadie supo qué hacer, Axa llegó con los grandes jefes, sacó su arco, puso una flecha y le ató una soga, y pidió permiso de que lo dejaran intentar a él. Todos sonrieron, mas como nada podían perder, le abrieron paso y le dejaron hacer la prueba.

Ató a la Luna del otro extremo de la soga en que estaba atada a la flecha, caminó hasta la orilla de la laguna donde mojó sus pies, después, puso la rodilla en la tierra, tensó su arco, apuntó con mucho cuidado y cuando se sintió seguro, disparó.

Nadie podía creerlo, su lanzamiento dio resultado, y aquella flecha tan poderosa en una estrella se fue a atorar.

La Luna, un poco más empolvada que antes, regreso a su lugar, y desde entonces al niño Axa se le conoce como: “el flechador del cielo”.

Por eso es que la Luna en el mes de octubre brilla más fuerte y es más hermosa, ya que se acuerda de su caída, y cada año lo celebra brillando fuerte en su aniversario.

Fernando Villaseñor Ulloa.
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Las olas se la llevaron

Novia romántica como ninguna


Catalina conoció Chapala por primera vez cuando le dio el sí a su novio. Vamos al malecón y de ahí te llevo a bailar, le dijo Martín. Y se fueron a pasear por la ribera, y se fueron a bailar salsa y merengue y se fueron más allá del malecón. Comenzó por un dedito y la mano agarró, se trepó por un bracito y al labio llegó... “No seas taruga muchacha, los hombres son como el zancudo, nomás pican y se van... cuando le dan a una su paseada, antes de casarse, ya no cumplen”. Catalina recordaba las palabras de la abuela dándole lecciones femeninas y poniéndola en alerta contra los gañanes. Sólo Dios sabe las experiencias de la abuela, pero la muchacha no puso la atención debida y reprobó el curso para señoritas pudorosas. La abuela no se enteraría nunca de la vida y obra de su nieta en la Ribera de Chapala. Catalina, Catita, tan bonita ella, tan inocente, tan blanquita y chapeteada que parecía retoño de algún gringo de Ajijic, bueno, su papá no era tan prietito y su abuela presumía con frecuencia el linaje criollo de su gente.

Catalina vivía en Colima, pero su abuela se la trajo para Guadalajara cuando el padre de la entonces tímida niñita, se decidió a estrenar esposa después de guardar dos años de riguroso luto y fidelidad a la memoria de la difunta madre de Catita. “Me dijo Martín que sí, que pronto nos casaríamos, por eso me animé”. Las distancias acercan las ciudades... las ciudades destruyen las costumbres...oían a Lola Beltrán mientras conversaban las dos mujeres. Catalina le dio un trago al tequila mientras su amiga la observaba con ojitos dormilones... “y llegamos a uno que está cerca del aeropuerto, pues no, la verdad muy poco romántico, pues sí, estaba todo muy bonito pero yo pensaba en las olas del mar y pues nada... y además yo bien nerviosa”. Catalina se había ido a vivir a Ocotlán porque pensó que sería más fácil ingresar a la universidad. “La verdad tienes cuerpo de modelo, por eso el Martín no te la perdonó, no te agüites, no es para tanto”. “Ya qué”, dijo la Caty, y luego las dos dijeron “salud”. Y el cántaro al agua empezó a bajar, y la carrera universitaria quedó por un tiempo en el tintero porque Caty, se convirtió en la más deseada de la escuela y no le iba del todo mal tirando belleza a su paso. Entonces decidió entrarle al trabajo de modelo, nomás para romper con la rutina y quizás para olvidarse del Martín.
Sin embargo Catalina esperaba todavía la llegada del príncipe azul. Quien quite, pensó, a la mera uno de tantos busque un cariño verdadero. Aves de paso como pañuelos cura fracasos... escuchaba a Sabina y le daba coraje. Sabía que la flor de un lirio podía ser bella aún en medio de un lago contaminado. Pero le gustaba la bohemia y también el arrabal. Lago de amor, tú que viste a mis ojos llorar... Caminaba por el malecón. Chapala se parecía a ella, no era como antes. Tenía una historia que contar con sus penas y alegrías. Se acordaba de Martín, tan bueno que parecía con sus ojos de manatí y su bigote de bagre, hasta pudo ser coronado Rey Feo. Se acordaba de la abuela, tan santa ella y qué diría si la viera en su traje de chica sexy lanzando miradas seductoras a diestra y siniestra. Pero nada es para siempre, pensó, sintió la brisa en su rostro, se soltó el cabello y se volvió a peinar. Una tarde volvió a Chapala, sentía que algo se había roto dentro de ella cerca de aquel trozo semicristalino donde el viento hacia temblar el reflejo de la luna por las noches todavía. Primero entró al templo parroquial a saludar a San Francisco. Pues mira, aquí ando, ¿cómo ves? Se imaginó a la Magdalena en el Calvario cuando vio al cristo con los brazos extendidos, en silencio. “Nada es para tanto”, había dicho su amiga Eugenia y también lo decían en los programas de superación personal que pasaban los martes en la tele. Se persignó como la había enseñado su abuela cuando era niña. “Ay, Martín, qué menso fuiste, por andar de atrabancado te perdiste lo mejor” suspiró dejando salir un amén conclusivo. Salió, se sintió bendita ella entre la gente que comía charales y se le quedaba mirando. Catalina descubrió cuánto se quería. Las tristezas se le habían acumulado desde la muerte de su madre, luego el cambio de Colima a la Perla tapatía, después la proeza de Martín, luego la escuela de modelos y el punchis punchis entre luces de neón. Pronto se cansó de estar sola entre la multitud, entre tanta gente que iba y venía como las olitas de Chapala, se imaginó sola y triste como las noches de invierno en el desierto de Sonora, o como las orillas del lago que ya se estaban desecando. Así sola, caminó por el malecón, no faltó algún buen hombre que se le acercara para invitarla a platicar. A nadie dijo que no, pero tampoco dijo que sí cuando le propusieron tomarse unas copitas en el Beer. Al carajo con esto, estiró sus brazos como queriendo abarcar la laguna con su cuerpo y con su mente. Respiró la brisa que le recordó la playa de Manzanillo, se acomodó la chalina que llevaba en los hombros y se regresó a Ocotlán. Sería licenciada en algo muy distinto al modelaje. Olvidaría los tipos como Martín, visitaría la tumba de la abuela y le contaría que sí, que tenía razón, había que cuidarse de los hombres pero no dejaría descartada la esperanza de encontrarse, algún día, en los brazos de uno, fuera blanco, azul, moreno, que le diera el beso de las buenas noches. Mientras tanto, las olas hacían parpadear los últimos destellos de su pena.
Jesús García

James Tipton

Cinco Tanka


¿Una mujer con un cuerpo perfecto?
No quiero una.
La ultima me dejó
profundamente deprimido
por tres días enteros.

……..

¿Café de Arbol—
quien necesita cielo
mientras hay todavía
meseras hermosas
en este mundo?

……..

Buscando para flores
en el Día de Independencia
descubrí dos
justo a punto de abrir
bajo su blusa roja.

……..

Ella descuida todas las cosas
excepto sus deseos.
Todavía, todas las plantas
en las macetas rotas
parecen estar floreciendo.

……..

“Busco
un hombre
mucho menos santo
ue mi marido.
¿Como te llamas ?”

……..

Te disculpaste porque
cuidaste mi nombre
mientras estuvimos haciendo el amor.
Es fácil perdonarte
porque yo también lo olvidé.

James Tipton


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Salgo a Caminar

Salgo a caminar por las noches.
________Por las noches de
_____________Desaire,
Salgo a caminar
Montado en mi apoplejía,
Cubriendo
De vidrio mi cuerpo, y su periferia;
Trazando
Caminos
Perdidos,
Salgo a caminar
Como sonámbulo________que
Habla solo
____________Por la calle,
Gesticulando
El silencio,
Debatiendo___________ con nadie,
Seguro
De cada paso,
__________Por las noches

Rodolfo Pulque Pulco