21 abril 2009

Editorial

Cuando era niño nunca supe de qué sitio me salían tantos sueños. Soñaba todo el tiempo, de noche y de día. Desde luego deseaba que todo fuera diferente, que todo lo que yo alcanzaba a creer como malo desaparecía y la vida se iba convirtiendo en una sucesión de pequeños momentos de placer que se seguían unos tras de otros. Llegué incluso a creer que lo que se aproximaba estaba sujeto a un equilibrio y una justicia de orden superior. Me ha costado tanto aprender con claridad hacia dónde se inclina la balanza. Y aún hoy, en momentos de debilidad, cometo el peor de los errores que es pensar que la felicidad se construye con dinero, logros profesionales, salud y una pareja a quien querer y que me quiera. Qué errado y vulnerable es este juicio. La verdad es que en siete milenios nadie ha sido capaz de dictar la receta para la felicidad, o por lo menos una que sirva en todas las circunstancias y para toda clase de personas. Ahora sé que si la vida está llena de algo es precisamente de oportunidades pero que esto se descompensa con el hecho de que también es extremadamente injusta. Creo que el ingrediente para la felicidad, transitoria y pasajera, radica en algo que aún no hemos podido descifrar; una rara mezcla de circunstancias mediocres con la aberrante capacidad de ver las cosas como si fueran gozosas; una apropiada cantidad de anacrónicas frases célebres de oradores de pacotilla con su respectiva inclinación humana para crear ídolos y morir en el intento de imitarlos; una noticia fortuita en un día en que bastó que no faltara el agua en la regadera para tomarla con un júbilo irracional; un extraño, extrañísimo equilibrio de claros y grises cristales con los que vamos viendo, a capricho, la vida misma. A incomprendidos y mezquinos no nos gana nadie. Estamos aquí para hacer, con nuestros actos egoístas, infelices a todos los que nos rodean, incluidos, desde luego, a nosotros mismos. La cosa es que no nos damos cuenta porque la sensación de felicidad es tan grande y poderosa que las pocas veces que se nos presenta bastan para opacar todos los otros momentos amargos en los que pasamos por la existencia como si no existiéramos, en verdad.

Los sueños de mi infancia, todos, absolutamente todos me han abandonado. A veces me complace creer que algunos se han cumplido, pero me engaño, severamente. Nada de aquel niño queda hoy en mí. Otros sueños llegaron por asalto y me moldearon a su forma, como a todos nosotros, y tuve que someterme a ellos y al hecho de que todo cuanto he logrado en mi vida no me satisface más que en breves momentos, aún hay un vacío en mí que no sé cómo llenar; y comienzo a pensar que jamás lo sabré.

Tengo que reconocer las cosas como yo creo que son, es mi obligación como poeta y mi compromiso para con mi sensibilidad. No niego que la vida sea hermosa, que el cielo se extiende hasta dentro de nosotros mismos, que amar nos hace sentir casi divinos, que aconsejar, heredar, compartir, dar, recibir y resistir son cosas que nos hacen sentir muy bien… pero son tan fugaces y escazas que…

Sé que hay cientos más que creen que las cosas son distintas, que sí es miel sobre hojuelas y que el amor lo cura y lo resuelve todo. Esa diversidad asimilada me advierte que envejezco. Sin embargo, mi labor es callar muy pocas veces y escribir el resto de ellas…

La lectura tan temida
acercamiento al disfrute de leer la vida


La experiencia de leer
empieza con la lectura del mundo
antes de pasar a la lectura de la palabra.
Paulo Freire

Todos nacemos poetas, la escuela nos echa a perder.
Carlos Drumond de Andrade


Que se muera la lectura

Una de las actividades más fastidiosas de la escuela es la lectura. Primero la lectura de libros de texto para hacer tareas. Luego tener que leer aburridos libros de poetas y escritores que vivieron quién sabe cuando y quién sabe dónde, para elaborar fastidiosos resúmenes.

Y lo peor es pasar al frente del salón para leer un fragmento de incomprensible texto al que la maestra o el maestro alaba en forma aún más incomprensible.

Sin embargo, hay en este mundo muchas personas que disfrutan de la lectura, que procuran incluso hacer del momento de lectura algo cotidiano y placentero.

Así es, la lectura es un deleite. ¿Entonces por qué en la escuela parece tan aburrida? ¿Por qué para la gran mayoría de las personas (niñas y niños, jóvenes, adultos, ancianos) la lectura es algo tedioso e inecesario.

Esa lectura tediosa

La primera respuesta tiene que ver con los maestros. Desde la primaria identificamos el aburrimiento que nos produce la lectura con la maestra que nos obliga a leer. En la secundaria y preparatoria no cambia mucho el panorama, porque será obligatoria la lectura de los libros de texto y más aún los de literatura. En la etapa profesional continuará siendo obligatorio leer libros de texto, aunque ya nadie nos impondrá lecturas de literatura (excepto en las carreras de letras, a las que acudimos por gusto, aunque también allí haya la antipedagógica sarta de maestras y maestros que obligan a leer montones de libros). Nótese que hasta aquí sólo nos hemos referido a la lectura de libros.

El esfuerzo de papás, autoridades, maestros es en el sentido de que niñas, niños y jóvenes se involucren en la lectura de libros

Tan aburrida y odiosa

De cada mil maestros, uno ha adquirido el hábito de la lectura. Tal hábito no se refiere a los libros de texto, pues éstos representan la parte obligatoria de leer para hacer una carrera o para estar informados de los adelantos en la disciplina que hemos seleccionado como carrera. A esto se le llama estar al día. No todos leen por obligación estos libros, hay muchos que acuden a estas lecturas con gusto.

Pero el hábito de la lectura es el que representa un placer al combinar libros de texto con los de información especializada y los de literatura, o sea, libros de poesía, de cuento, novela, ensayo, crónica, etcétera. Hablamos aquí de la combinación de la realidad con la ficción.

Hay, pues, pocas personas que adquieren ese hábito. Entre los adultos de nuestro país, esto es, personas mayores de los 18 años, hay un 16% de lectores habituales, esto es, que leen por lo menos un libro al mes.

La cantidad de maestros lectores es muy baja. Pero una cosa es tener gusto por la lectura y otra -muy distinta- enseñar literatura, crear en los demás el gusto por la lectura de libros. Normalmente el maestro trata de imponer sus gustos (o su ignorancia) a los alumnos, sin explicar por qué es importante leer, cuáles las virtudes de la lectura ni cómo se debe realizar. Los mismos maestros no llegan a dilucidar cabalmente los beneficios ni la mecánica de la lectura.

Que se vaya a la basura

Los programas de literatura destinados a la educación primaria y secundaria suelen consistir en selecciones de textos clásicos que muy poco despiertan el interés del alumno, porque no están emparentados con sus intereses. El libro de texto obligatorio cada vez busca encontrar esa relación de intereses de la infancia con las letras y las ilustraciones, sin lograrlo aún.

En la preparatoria se pretende hacer más especializado el estudio de textos literarios, pero en todos los casos el resultado es catastrófico: antes que provocar el amor por la lectura, se causa el alejamiento y hasta el repudio por ella.

¿Por qué es importante el Mío Cid? ¿Por qué don Quijote? ¿Por qué El Periquillo Sarniento o Los Bandidos de Río Frío? ¿Cuál es el beneficio de leerlos y quién nos pone en antecedentes para entenderlos? El caso es que los maestros no lo saben, no tienen suficientes conocimientos para preparar a la niñez o a la juventud para lecturas tan difíciles de entender, que sin un marco previo, una explicación consistente, no comprenderemos nada de esos textos y nos serán altamente aburridos.

Lo peor es que, en la mayoría de los casos, los mismos maestros no han leído tales textos y sólo tiene referencias esquemáticas, resúmenes, citas y se adornan diciendo que eso y más es parte de su cultura. Pero no lo saben explicar.

Venga luego con premura

Con premura muchos niños aprenden a leer el alfabeto, incluso antes de ingresar a la primaria. Con el crecimiento de las ciudades y los desarrollos tecnológicos, muchos analfabetas adultos lamentan no haber aprendido a descifrar los signos del alfabeto, particularmente jóvenes y adultos, hombres y mujeres, que se van de braceros a EU, cientos de miles de mexicanos que, año con año, huyen de la pobreza mexicana en busca de la supuesta riqueza norteamericana.

Para estos mexicanos que se van a la pizca, de lavaplatos, de lavacoches, de sirvientas, de meseras, de lo que sea con tal de ganar dólares a tanto la hora, leer o escribir no les significa nada, muchos no fueron a la escuela y los que sí, escasamente tienen oportunidad de escribir una carta a los familiares.

La mayoría asumirá la cultura del bracerismo, comenzará por leer los letreros en inglés, adaptándose a un idioma ajeno, pescando las oportunidades que también son escasas. Muchos braceros han estudiado, incluso, el nivel superior y a pesar de ser médico-cirujano-y-partero, abogado, ingeniero, etcétera, emigran porque las oportunidades en México, aparte de pocas, son mal pagadas. Leer y escribir, por tanto, son actividades de relativo beneficio en esas circunstancias.

La lectura más activa

¿Y qué es la lectura? Leer es una palabra muy antigua, anterior a cualquier tipo de escritura y, contra lo que suele creerse, no es privativa de los ojos, sino que en el acto de leer participan todos los sentidos y facultades humanas.

En su significado más antiguo, leer significa entender, pero no como les suelen gritar los papás a los hijos: ¡Entiende, escuincle! Más bien en el sentido de comprender, lo que supone un proceso de reflexión y determinados conocimientos que se reunirán en el acto de la lectura.

No es privativo de los ojos porque los ciegos también leen; no se limita a los libros, porque se leen los periódicos, los anuncios de las tiendas, las placas de los vehículos; tampoco se reduce a la lectura de letras y números, porque también se leen los señalamientos en calles y carreteras, los símbolos en aeropuertos, hoteles, estadios.

Esto quiere decir que la idea de comprender está íntimamente ligada con el verbo descifrar. Imaginemos a un analfabeto ante las letras del abecedario, ¿qué ve? Signos incomprensibles que no le dicen nada, que no puede descifrar porque no tiene las claves para unir o desunir las letras, los números, los signos de puntuación.

Pongamos a un niño de sexto de primaria -que supuestamente ya sabe escribir- ante esos mismos signos de nuestro alfabeto, pero utilizados en fórmulas algebraicas, ¿qué verá? Una disposición de las letras que ya conoce, pero en un orden totalmente ajeno a sus conocimientos, incomprensible, indescifrable.

Para un occidental, niña o niño en edad preescolar y por lo tanto aún analfabeto, no reviste mayor dificultad leer estos símbolos y actuar en consecuencia en caso de necesidad.

Los símbolos, para ser comprendidos por personas de diferentes culturas, idiomas y naciones, deben responder a convencionalismos que, como la simbología carretera, afecte a los intereses de los usuarios.

De una u otra manera, la simbología contemporánea está basada en conocimientos elementales y encierran un significado que puede ser descifrado aún por quienes no saben escribir.

Pero los símbolos mesoamericanos, que encierran el conocimiento de antiguas culturas (entre ellas las de nuestros antepasados) no pueden ser descifrados sin contar con un mínimo de indicios, pistas, claves para extraerles su significado.

Una lectura creativa

¿Por qué se dice está en chino? Porque no cualquiera va a entenderle a una escritura como la del chino. Lo mismo ocurrirá con los signos del ruso o del árabe, incluso del griego; de los dos últimos depende nuestro idioma y la cultura occidental.

Aunque hay diferencias notables en la escritura de cada idioma, hay lecturas que nos son comunes a los humanos. Algunas son impuestas por el comercialismo. Pero otras son inherentes a los humanos, las traemos desde que nacemos aunque escasamente las ejercitamos.

Se lee la naturaleza. Un campesino sabe cuándo debe sembrar, cosechar, fertilizar la tierra o el ganado. Lo sabe no porque lo lee en el periódico o lo escucha en el noticiero, sino porque lo lee en la naturaleza, sabe interpretar los signos que le dirán si se adelantan o retrasan las lluvias, si aumenta o disminuye el calor o el frío, si hay vientos, su dirección e intensidad, muchas circunstancias que se reflejan en signos que, al ser leídos correctamente, permitirán al campesino tomar decisiones.

Que no nos cause impaciencia

Así como se puede leer en la naturaleza, la vida misma requiere ser leída. Tomemos en cuenta que nos movemos en dos mundos: el de la naturaleza y el de la cultura, todo lo que no es producido por la naturaleza es hecho por humanos, transformamos a la naturaleza -para bien o para mal- e interactuamos entre esos dos mundos que conforman lo que conocemos como realidad.

Ver, mirar, observar son acciones de un mismo proceso: introducirnos en la realidad con uno de nuestros sentidos, la vista. No son sinónimos, porque todos los que tenemos el sentido de la vista vemos. En cambio, mirar significa detener la vista en algún objeto, persona o hecho en particular, privilegiando su existencia, conducta o accionar. Observar ya es un verbo que entraña otra cualidad, la de escrutar o analizar.
Pues bien, la vista es uno de los sentidos que se involucran en la lectura, pero como ya mencioné, los limitados visuales también leen, utilizando sus dedos con los demás sentidos.

Por otro lado, difícilmente actúa alguno de nuestros sentidos en forma independiente o ajena a los demás sentidos, pues todos están vinculados y acuden a participar -en mayor o menor grado- en nuestras diversas acciones cotidianas. En la lectura participan todos.

Así como se lee a la naturaleza se lee a la cultura, esto es, a los hechos y actividades humanas. Se lee a las ciudades, a los pueblos, a los países, y al leerlos se encuentra la razón de su existencia, sus modos de vivir, sus problemas y logros, los comportamientos que los definen.

Y si nutre a la conciencia

También leemos a las personas. Las actitudes, los gestos, los comportamientos, las acciones de las personas son evidencias de su vida interior. Leer a una persona significa comprenderla, saber por qué hace determinadas cosas y no otras, por qué se comporta de determinada manera. Así advertimos la diversidad.

Una mujer mira a su hijo recién nacido y advierte que hace gestos y movimientos, a los que les da un significado determinado; poco a poco comienza a comprender que ciertos sonidos y acciones los realiza cuando tiene hambre, tales otros cuando tiene sueño, algunos más cuando le molestan los orines u otro desecho más compacto... Lee a su niño y actúa en consecuencia.

El esposo comprende que su mujer está molesta porque así lo demuestran sus acciones, ya la conoce y ve venir la tormenta, pero ¿por qué está molesta? ¿Acaso lo vio con otra mujer? ¿Es su cumpleaños y a él se le olvidó? ¿Un encargo que él no trajo? Si el esposo es comprensivo tratará de hacer algo que le gusta a su esposa para cambiarle la actitud hostil y, ya en una situación normalizada, investigar el motivo del enojo. Si el esposo no es comprensivo, sencillamente saldrá dando un portazo para irse a tomar con sus cuates aprovechando el pretexto.

También podemos leernos a nosotros mismos. A veces resulta que andamos con un genio de los mil demonios y no sabemos por qué, o nos sentimos melancólicos, tristes, desganados, aburridos, ansiosos... Sabemos (o no sabemos) que dentro de nosotros ocurren constantes movimientos biológicos, cambios, alteraciones; nuestra mente se transforma y da cabida a nuevas áreas cerebrales que se estrenan sin que nos demos cuenta; las emociones se ejercitan, se echan a andar sin saberlo conscientemente.

En fin, es el momento de mirar hacia adentro de nosotros mismos para averiguar qué sucede en nuestro interior. ¿Cómo se le hace para echar un vistazo dentro de uno mismo? Tal como sucede cuando una pareja se besa. Durante el beso ocurre una conmoción en el cuerpo, en los órganos, en los sentidos, en la mente, en las facultades de cada uno de los involucrados en ese hecho, es todo un proceso difícil de leer en una primera instancia.

Pero lo primero que hacen los amantes en ese momento es cerrar los ojos, algo instintivo que se hace no porque esté en el manual. Tampoco se debe a que la pareja es fea y se cierran los ojos para no verla. Es la necesidad corporal de nulificar la distracción de la vista para dejar de mirar lo de afuera y poder observar lo de adentro. En efecto, el primer requisito para ver dentro de nosotros mismos es cerrar los ojos para navegar dentro del yo, enchufar la conciencia en los sentidos, dejarse llevar por el misterio de ser uno mismo.

¡Esa lectura que viva!

Leer en los libros es una pasión que llega a convertirse en enfermedad. Mucha gente lee por compulsión, como quien bebe alcohol o fuma o come o acelera o se muerde las uñas compulsivamente. Leer así es no aprovechar el beneficio de la lectura de los libros.

Llegar a los libros es todo un proceso. La mecánica de la lectura requiere que se estimule el proceso de leer desde la más tierna infancia. Se cree que el proceso de la lectura se inicia en el vientre materno.

La lectura es anterior a los libros; se debe iniciar con la lectura del entorno hasta llegar a la lectura del mundo, del trozo de realidad en que nos ha tocado nacer y las incursiones de lectura de nosotros mismos para después llegar a los libros.

De otra manera, el hábito de la lectura de libros seguirá siendo algo accidental, algo a lo que determinadas personas llegan fortuitamente. Ese proceso de lectura previo se comienza antes de ingresar a los procesos escolarizados, esto es, en la familia. Pero los maestros deben comprender y concientizarse de ese proceso previo, para que el contacto con el alfabeto sea algo natural y no la imposición antinatural de aprender obligatoriamente a leer, escribir y comprender los signos de nuestro idioma que es para lo que sirve la escuela contemporánea.

La escuela nos brinda el beneficio de la escritura, para llegar de manera más rápida a la experiencia de vivir y eficientar la lectura. El libro es la base y receptáculo de las culturas de la Tierra, este planeta que se abre a nuestras lecturas, pero el libro ha sido y seguirá siendo una herramienta de la lectura, no el único lugar dónde leer.

Ahora se lee en las computadoras, se leen los CD, los videos y la multimedia; antiguamente se leían las cartas, el café, los astros, la palma de la mano, las semillas y huesos de animales; hay gente que asegura haber leído el futuro o que lee en la mente de los demás; se leen los sueños, las nubes, las sombras, las olas del mar. Todo lo que existe y lo que imaginamos es motivo de nuestras lecturas.

Los libros son como las pilas eléctricas: dentro de ellos hay una energía inagotable. En ellos estamos nosotros. Y más que eso, dentro de ellos está lo que nos hace falta, la otra parte de nosotros mismos que ansiamos, que nos es necesaria y desconocemos. Los libros nos enchufan con el mundo, con la realidad y con la imaginación, con la naturaleza y con la cultura. Son la otra parte de la lectura, la que otros hicieron para nosotros, para complementarnos.

¿Cuántos millones de hispanohablantes han vivido en este planeta sin haber leído El Quijote? Muchos, sin duda. Quién sabe si habrán sido felices o infelices, pero sus vidas no han dependido de la famosa novela de Cervantes que, a la postre, no es más que un libro de aventuras, sumamente divertido para quien tiene las claves -históricas, temporales, lingüísticas- que le permitan su disfrute, y tremendamente aburrido para quien no las tiene.

Pero estos sí tendrán una relación íntima con don Quijote de la Mancha: el odio por haberles sido impuesta su lectura. ¡Cuánto daño hacen los maestros ignorantes!

Para quien sabe leer, habrá encontrado en los subtítulos del texto de este cuaderno los 10 versos octosílabos que se requieren para formar una décima. Y es que saber leer significa también hurgar en la lectura: leer entre líneas, descubrir el sentido evidente y el sentido oculto de los textos, sumergirse en los significados.

Así como en la vida. ¿No hay un lenguaje común de gestos en todas las culturas? En México, por lo menos, cierto lenguaje hecho con las manos ha llevado a miles de mexicanos a golpearse y hasta a matarse “porque me mentó la madre”.

La lectura es el compendio de los significados. El lector o la lectora, por lo tanto, es quien tiene la capacidad de penetrar en cualquier elemento significante y abrirlo, o sea, descubrir el significado que allí se oculta, llámese símbolo, ícono, signo o como sea.

La vida está llena de significados. La gran mayoría de ellos no se enseñan en las escuelas; quien los aprende es porque los obtiene de la vida: en el hogar, en el trabajo, en las reuniones de amigos, en el contacto con la naturaleza, con las personas, con el pensamiento y la reflexión.

Cada uno de los seres humanos es único, diferente. Cuando alguien afirma que todos los hombres o que todas las mujeres son iguales se refiere, quizá, a que todos contamos con los mismos recursos: pies, manos, estómago, sexo, pulmones, cabeza, memoria y que somos vulnerables a las mismas enfermedades, a las ofensas, a los terremotos y que tenemos iguales fortalezas, alegrías, imaginación, amistad. Cierto, muchos nos parecemos, pero muchas cosas nos diferencian.

Quien nada sabe de hormigas, al mirar el hormiguero verá miles de animalitos iguales. Pero si insiste en su observación, pronto encontrará sutiles diferencias. Verá no en el sentido en que Chava Flores usa la expresión “Un hormiguero no tiene tanto animal” en su canción México, Distrito Federal, sino que encontrará no solamente particularidades en el color, el tamaño, el equipamiento de cada animal y advertirá conductas, propósitos, acciones específicas en aquella maraña.

Quien aprende a leer a los demás sabrá, con toda certeza, que ni todos los hombres somos iguales ni todas las mujeres son iguales, pues nos definen formas y gestos, ciertos comportamientos, algunas expresiones. Lo que define a los seres humanos es la diversidad. Todos somos diversos y tenemos derecho a nuestra diversidad.

Hacen las guerras los ignorantes, los que con la desmesura de la avaricia ofenden los derechos de los demás, niegan la libertad que todos tenemos de ser como somos (y no como otros quieren que seamos), pisotean la dignidad de quienes defienden sus culturas, sus etnias, sus recursos naturales. Lamentablemente no sólo hay guerras con armamentos bélicos, también hay guerras comerciales, religiosas, ideológicas, familiares.

La urgencia de poner a la humanidad en contacto con la lectura es para propiciar una conciencia de los males que estamos causando a nuestro planeta y del peligro en que estamos poniendo al universo, a nuestro universo.

La lectura del mundo, de nuestra contemporanidad, en mucho ayudaría a zanjar los pleitos de poder que se generan en las sociedades actuales por simples fanatismos, esto es, por ignorancia. Es una obligación de todas las personas la alfabetización pero, en primer lugar, la enseñanza de la lectura, hacer que ya no sea tan temida.

José Luis Rodríguez Ávalos
1994

Ratas de Tuskegee
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La historia de la medicina estadounidense, así como ha tenido sus logros, también posee lo que muchos llaman la cara oculta, la parte vergonzosa. Los casos más sonados han sido las múltiples ocasiones en que se ha experimentado con gente de color como si fuesen auténticas ratas humanas. La lista la encabeza el experimento Tuskegee, en el estado de Alabama, considerada la mayor prueba no terapéutica llevaba a cabo en seres humanos en la historia pues duró de 1932 a 1972, cuarenta años. El experimento corrió a cargo del Instituto Médico de la universidad de Tuskegee y el servicio de Salud Pública de los Estados Unidos. Hasta la fecha se sigue cuestionando sobre los motivos éticos que llevaron a estos científicos a usar seres humanos como sujetos de experimentación.

El proyecto comenzó en 1932 y su razón principal: estudiar el progreso de la sífilis y los efectos de la sífilis en el organismo utilizando autopsias. Estimado señor: Hace cierto tiempo, usted recibió una cuidadosa exploración médica que esperamos que le haya servido para obtener un buen tratamiento para la sangre mala. Ahora, usted va a recibir una última oportunidad para recibir una nueva revisión. Esta revisión va a ser muy importante y, tras ella, usted recibirá un tratamiento especial si se considera que está en condiciones de resistirlo”; era más o menos el contenido de las cartas que el gobierno estadounidense envió a 400 hombres negros de bajos recursos, enfermos de sífilis del condado de Macon, Alabama, con la intención de reclutarlos para su estudio. El documento, que se refería a la sífilis como la “mala sangre”, ofrecía a cambio de las revisiones alimentación gratuita y traslado al hospital de la universidad y 1000 dólares de ese tiempo para gastos funerales. Considerando el nivel de analfabetismo de esa región, la incidencia de la enfermedad y la calidad de vida, era un ofrecimiento que no se podía rechazar.

Al inicio del estudio la penicilina no estaba disponible, pero ya en 1947 se usaba con efectividad en el tratamiento de la sífilis. A pesar de eso, no se les administró a los participantes del experimento. Los doctores y las enfermeras, algunos de raza negra también, de vez en cuando les daban tan sólo una aspirina, pues lo intención era seguir la enfermedad hasta la muerte para luego diseccionar sus cadáveres e indagar si la sífilis producía efectos diferentes en los blancos y en los negros. Con los años, de las 400 ratas de laboratorio humanas 128 murieron entre graves sufrimientos como parálisis, ceguera, tumores y locura. Además 40 esposas resultaron infectadas y 19 niños nacieron con sífilis congénita.

El 25 de julio de 1972, Jean Heller reveló los hechos en un artículo publicado en el The Washington Star, que marcó el inicio de un escándalo mediático en el que se reveló la participación de doctores y autoridades negras e indignó a la comunidad médica de todo el globo. El gobierno de Estados Unidos suspendió el experimento y los sobrevivientes recibieron un tratamiento adecuado. Tras entablar un juicio las familias de las víctimas recibieron una indemnización de nueve millones de dólares. En 1997, el presidente Bill Clinton invitó a los sobrevivientes a la Casa Blanca y públicamente les pidió excusas por los hechos sólo comparables a los experimentos de los nazis con los internos judíos en los campos de concentración: “No podemos revertir lo que se hizo. Pero podemos poner fin al silencio. Podemos dejar de voltear la cabeza. Podemos verlos a los ojos y reconocer que lo que hizo nuestro gobierno es vergonzoso”.

Servando Macías Fermín

Me regala una Bolsita


“Una bolsita para llevar, y otra por si se rompe. Ah, ay deme una grande para meter todo”.

Vamos de compras al súper y llevemos suelto para darle propina al cerillo que nos empaca nuestros productos.

¿Quién pensaría que el trabajo de un niño o persona mayor al final de la caja de un supermercado, sería tan dañino para el ambiente?

Es un trabajo digno, un trabajo que para un niño no es pesado y claro que para personas de la tercera edad tampoco. Empacar el producto después de un TIC, TIC, en una bolsita de plástico, o en dos o en tres. Bueno, depende de qué tanto compremos, aunque sea poco podemos ser dignos de una bolsita, por un chicle que llevemos somos muy bien atendidos por el encargado al final de ese pasillo que tan largo y lento a veces, aunque a la salida la tiremos, ya que un chicle o un jugo lo tomaremos al salir.

Tenemos un gran problema ecológico en el mundo: el plástico es uno de los materiales inorgánicos que más contamina, que con más frecuencia tiramos y más rápido e inútil si el juguito es para tomarlo justo después de sacarlo de la tienda.

El procedimiento de reciclaje de ciertos materiales inorgánicos, no degradables, puede ser más caro que la misma fabricación del mismo.

Así mismo el tiempo en degradarse este material (las bolsitas de plástico), puede durar hasta más de 150 años y algunos otros materiales que comúnmente podemos tirar, como encendedores, que duran algunos 100 años para su descomposición total. Entonces tenemos que vivir con basura, tener hijos, darles el mismo ambiente y morir bajo la misma basura.

Debemos concientizarnos, a lo mismo que las tiendas, y pedir bolsas para nuestra goma de mascar, bolsas biodegradables, bolsas del doctor Chapaín por ejemplo. O pudiéramos simplemente decir NO a la Bolsa, si es que no la necesitamos, decirle al niño o al señor(a) “Gracias, así está bien, sin bolsa” y claro, darle propina, no seamos irrestobarbajanes, no por el hecho de que no empacó nuestro producto porque así se lo pedimos quiere decir no se ganó sus centavitos, lo hizo por entender que no era necesario darnos bolsita y poner un granito de arena evitando que un cliente tirara la bolsa justo en el bote de basura de la salida o peor, sólo a la salida.

Es un problema global y que puede se implemente una medida, donde nos vendan las bolsitas si es que queremos o necesitamos.

¿A caso eso será necesario para hacer conciencia de que “una bolsita por favor” contribuye a un punto más en la estadística de contaminación ambiental y de que si una bolsita dura 150 años en degradarse, miles de bolsitas cada minuto tiradas en todo el mundo serán vistas cuando todos seamos muy compas de seres de otros planetas o galaxias que nos deslizaremos entre pasto o suelos muy bonitos hechos de bolsitas de plástico, aun con letras de algunas cadenas comerciales que quebraron en 2009 por una grave crisis económica nacida en Estados Unidos de América, ese pueblo que en su momento fue la Gran Potencia Mundial recordada en los libros de Historia de primaria de los niños de México? (perdón, cabeceé un poco, me comencé a dormir).

En fin, vamos a la tienda, “me da una bolsita por favor”.

Diego Amezcua

SABADITO DE GLORIA EN EL LAGO…


Estimados lectores, este mes de abril estuve tentada a escribir otra vez sobre el tema de los niños, pero este año existe otro tema que es de interés ya que la famosa Semana Santa y la que siempre le sigue, la de Pascua, van a caer en Abril. Para todas las personas, esta fecha es una buena excusa para tomar unas vacaciones, para algunos, bien merecidas y para otros, sólo una excusa más para perderse en los vicios, especialmente el alcohol.


Tuxcueca es un pueblo apacible, que se compone de personas que son amables y tranquilas. La mayoría de las personas que he tenido el placer de conocer, desde que me mudé acá en febrero del 2009, son personas que disfrutan de la paz que caracteriza a este pueblito. La cultura en este lugar es de tiempos ancestrales, pero el pueblo se está vaciando poco a poco con las emigraciones al norte. Ahora con la crisis económica en Estados Unidos, algunas personas están volviendo a ocupar sus casas que tanto esfuerzo les costó construir aquí.


La tradición de la cuaresma, es que les dan permiso en el ayuntamiento a dos cantinas en la orilla del lago creando un alto nivel de basura plástica en toda la misma. Las botellas de plástico son arrojadas por todas partes, bolsas de papitas, galletas y hasta llantas enterradas hay en esta playita que desde lejos se ve muy bonita, con sus lanchas amarradas a la orilla, su calle de piedra pareja, su alumbrado público y macetas con flores. Lo malo es que hasta en las macetas ahorita encuentras basura, y no se diga en la parte de atrás de estas macetas y de las banquitas que están junto a ellas. Aparte la gente que se encuentra tomando utiliza los lotes vacios como baños defecando y orinando al aire libre.


Hablando de desechos humanos existe un tubo de drenaje bajo el agua de la laguna que desemboca en la planta tratadora de aguas residuales que ahí se ubica, dicho tubo se encuentra reventado y suelta sus contaminantes constantemente al agua en esta playita. Es alarmante el nivel de contaminación en las orillas del lago de Chapala en esta población. El Dr. Todd Strong, un ex patriota que radica en nuestro pueblo vecino de Ajijic, dice que la última lectura del nivel de contaminantes fecales es de más de 2250 puntos. Me dijo que el nivel máximo seguro para nadar en el agua es de 25 puntos; también me comentó que en Ajijic está el nivel a 30 puntos. Aclaro aquí que estos estudios él los hace por su cuenta y pide a una universidad que le hagan los análisis de las muestras de agua que él mismo recolecta alrededor del lago. Comentándome que en Tuxcueca es “Lo más alto que ha visto en su vida“. Aun así los niños se meten al agua de la orilla y los adultos de la población o ignoran el peligro al que están expuestos o prefieren darle la vista gorda al asunto a pesar de que la mayoría tienen el conocimiento de un tubo de drenaje que atraviesa bajo la superficie de agua y saben en qué estado se encuentra. Aparte, algunos adultos que se han metido por algún motivo, han tenido hasta urticaria como reacción a la gran cantidad de excremento que se encuentra en el agua. Se puede ver cómo una capa negra se adhiere al cuerpo de los nadadores y se aprecia por medio del olfato el hedor que expide esta agua. Su servidora se ha dado a la tarea de exponerles a los vecinos el problema y en sus rostros de alarma me percato que las autoridades, nuevamente no están haciendo su trabajo. No existen anuncios de peligro para que la gente no se meta al agua, se tienen que desparasitar y acudir a una revisión médica. El Dr. Strong, me comentó también que la planta tratadora debería ponerle más cloro al agua ya que la cantidad de agua que saca está aún muy contaminada.


Ante estas expectativas yo le sugiero al ayuntamiento local que nos apoye con difundirle a la población el peligro al que está expuesto por medio de letreros, que se tomen las medidas necesarias para arreglar el drenaje y verificar que la planta tratadora cumpla con su cometido al cien por ciento. Otra propuesta mía es que vean que durante el tiempo en que las terrazas estén instaladas, se coloquen baños adecuados y se cierre la calle por la gran cantidad de niños y familias que acuden al parque que aquí se encuentra, evitando que camionetas y coches transiten y pongan en peligro la vida de los transeúntes. Que respete la paz al evitar que la música esté muy fuerte y que la policía esté presente todo el tiempo ya que se han presentado riñas entre los parroquianos que asisten a estas terrazas. Respetando los horarios de apertura y cierre y el volumen de las rockolas que existen.


En cuanto a lo que a mí respecta, Yo voy a trabajar en estas dos semanas en el pueblo de Mazamitla como guía de turistas. Me espera una dosis de caos y gentío, me preparo para el desorden que las autoridades de seguro tendrán dada su falta de organización. Para cuando este artículo esté en sus manos, mis amigos, me temo que ya todos estaremos reflexionando sobre esto. Las quejas sobre lo que inevitablemente saldrá mal, como sucede cada año en estas fechas, estarán en la punta de nuestras lenguas y también me temo que los saldos rojos, las muertes por accidentes relacionados con el alcohol y las drogas y los descuidos, ya que la gente en estado de ebriedad, suele descuidar de sus hijos. Será la pesadilla de todos.


La pasión de Cristo y su muerte en la cruz por nuestros pecados. Todas las religiones ortodoxas nos enseñan este pasaje de la BIBLIA. ¿Entonces por qué, la mayoría de la gente hace todo lo contrario en estas fechas santas? Se emborrachan hasta el límite de poner en riesgo a sus acompañantes y a los demás. Y espero que tomen en cuenta que el sábado de gloria, día en que la tradición dicta el que te debes de mojar, reflexionen en lo contaminada que aún está el agua del lago de Chapala.


Podemos ayudar a cambiar al mundo si respetamos una sencilla regla, EL LÍMITE DE TU DIVERSION, ES EL RESPETO A LA SEGURIDAD Y LA TRANQUILIDAD DE LOS DEMÁS. Con esto les pido, que cuando salgan de viaje tomen en cuenta no las reglas de las comunidades que visiten, sino las reglas morales de la humanidad. Que en esencia, es lo que CRISTO trató de enseñarnos, y la causa por la cual murió, y por eso tenemos estas vacaciones cada año…


Paloma Arau

EL MONSTRUO DE LA LAGUNA

Al norte de Inglaterra hay un lago que lleva por nombre: Loch Ness. Dicen que ahí habita un enorme animal de cuello largo y cabeza pequeña, muy parecido a esos dinosaurios que con frecuencia vemos en películas y revistas. Dicen también por ahí. Que de vez en cuando se asoma a la superficie por escasos segundos. Y muchas personas juran haberlo visto, inclusive, algunas lo han fotografiado. Aquí en la ribera de Chapala algunos pescadores juran haber visto un enorme pez de unos cinco o seis metros de largo que generalmente se acerca a las redes de los pescadores a eso de la madrugada. Unos dicen que es un bagre, otros, que es una enorme carpa. Sea cierto o no, Cirilo. Viejo pescador cincuentón, recuerda haber dibujado, en su niñez, un gran pez nadando en medio de la laguna, producto de las historias que escuchaba contar a los viejos pescadores del pueblo cuando solían juntarse en la plaza para hablar de sus aventuras. Contaban que cuando la laguna estaba tranquila era porque el gran pez dormía, y cuando había tormenta, enloquecía. El pobre de Cirilo nunca pudo controlar sus nervios cada vez que salía a pescar con su padre, sobre todo por las noches.

Una noche calurosa del mes de abril, un grupo de pescadores salió a pescar a la parte más profunda del lago cerca de la Isla del Presidio. Cirilo capitaneaba al grupo por ser el más experimentado. Por lo general siempre iban tres pescadores en cada barca; la enorme red la llevaban en una de ellas, igualmente, todos usaban chalecos salvavidas y en la proa de las barcas colgaban lámparas de aceite encendidas para localizarse entre ellos.

Esa noche remaban en silencio, y al llegar al lugar designado tiraron la gran red y esperaron. No había pasado mucho tiempo cuando sintieron un fuerte jalón acompañado de bruscos movimientos que zarandearon sus barcas. Pensaron que había sido un breve temblor como los que suelen sentirse aquí en la ribera, pero para su sorpresa, un enorme pez pasó frente a ellos dejándolos casi sin respiración; la luz de la luna hacía que sus escamas brillaran como si fueran de plata y el oleaje que causaba meneaba las barcas con fuerza. Afortunadamente Cirilo supo controlar la situación y sugirió a sus compañeros tener calma. Unos minutos más tarde el pez regresó sumergiéndose en repetidas ocasiones y saliendo a la superficie causando así el pánico entre los pescadores quienes no creían lo que veían. Cirilo avisó a sus compañeros que recogieran la red y regresaran al pueblo ya que no había necesidad de arriesgar sus vidas frente a semejante peligro. Esa noche la red llegó vacía como si el monstruoso pez se hubiera comido todos los peces que contenía.

Pasaron unos meses y la temporada de lluvia estaba en su apogeo. La laguna había subido bastante y los pescadores seguían yendo a pescar por las noches a sabiendas que la pesca se hace más difícil cuando hay tormentas. Otros, dejaban sus barcas y las cambiaban por lanchas de motor para pasear a los turistas y llevarlos a la Isla del Presidio. Algunas lanchas llevaban pintado en la proa un monstruo marino, salido de su imaginación. Había una que tenía un gigantesco pulpo que llevaba por nombre “El Manotas”; otra tenía un cocodrilo llamado “El Filudo”; la que tenía un bagre de ojos caídos se llamaba “El Bigotes”; y la que tenía una carpa de labios pintados, era “La Carpa Loca”. La verdad era que a los turistas les interesaba más tomarle fotos al monstruo marino que tanto oían nombrar (claro, si éste se les aparecía), que a las ruinas históricas de la isla. Antes de partir se les recomendaba ponerse los chalecos salvavidas “por si acaso” y nunca faltaba el turista que viera moros con tranchete y el pánico empezara a cundir entre ellos. La imaginación no tenía límites y los lancheros verdaderamente se regocijaban. En el muelle del pueblo habían puesto letreros que leían: “TÓMELE FOTOS AL MONSTRUO DE LA LAGUNA Y GANE UN PREMIO”, otro decía: “EL MONSTRUO ESTÁ LISTO PARA LA FOTO”. También había un fotógrafo con un escenario pintado en una manta donde aparecía un gran pulpo de “nueve” tentáculos y en cada uno de ellos había un hoyo por donde las personas metían la cabeza y les tomaba la foto del recuerdo.

Una noche, como de costumbre, salieron los pescadores con su gran red al mismo lugar de siempre. Cirilo andaba nervioso; su corazón latía más rápido que de costumbre; algo le decía que la experiencia vivida hacía unos meses, se repetiría.

Después de haber extendido la red y haber hecho todas las maniobras necesarias, el Mexicano, viento que llega del sureste, empezó a soplar con fuerza haciendo que el oleaje meciera las barcas con brusquedad, Cirilo advirtió a los demás que se amarraran bien sus chalecos, se pusieran los impermeables y se mantuvieran a la vista entre ellos en todo momento, aunque esto era difícil por la negrura de la noche. Pasó una media hora más o menos cuando sintieron un fuerte jalón que los sorprendió a todos y la red empezó a moverse de un lado a otro como si algo muy pesado se hubiera atorado dentro de ella. Los pescadores esperaron. Después de unos minutos llegó la calma, y con ella, la ansiedad. ¿Qué pudo haber sido? Todos estaban seguros de que el enorme pez andaba por ahí, pero no se atrevían a decir nada; por más que abrían los ojos y buscaban a su alrededor, lo único que veían era la oscuridad.

Hacía calor y el viento había empezado a soplar de nuevo; los rayos y los truenos venían de Jocotepec, en poco tiempo tendrían la lluvia encima. En ese momento sintieron un fuerte jalón en la red y decidieron empezar a recogerla, pero fue inútil, estaba demasiado pesada y se movía para todos lados. Los pescadores estaban seguros de que el pez se había enredado y trataba de zafarse. Después de mucho rato hubo calma; el pez probablemente se había liberado. De pronto se asomó a la superficie y volteó dos barcas. Los hombres salieron disparados para los lados. Afortunadamente los compañeros fueron en su auxilio y los subieron a sus barcas y luego fueron a rescatarlas para no perderlas. El pez aún andaba cerca; la lluvia se dejó caer con inclemencia; el viento no cesaba y las olas se hacían más grandes cada vez; de las cinco barcas sólo quedaban tres, las otras tendrían que rescatarlas al otro día si es que no se hundían. Aquel monstruo marino había hecho de las suyas y aquellos hombres no podían creer lo que estaba sucediendo.

Faltaba poco para el amanecer. Exhaustos y asustados llegaron finalmente a la playa donde los esperaban los demás pescadores; éstos ya estaban por salir en sus lanchas de motor a buscarlos cuando arribaron, Cirilo les pidió a sus compañeros que no dijeran nada de lo ocurrido para evitar el pánico.

Herlinda D. de Díaz
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El Tambor

Cómo vine a dar aquí, quién sabe. A mejor decir, no me acuerdo, o si me acuerdo, no me acuerdo bien, digo, medio sé por qué estoy aquí, pues: por loco. Porque culpa de los pulques de doña Concha, o más bien por culpa de que embrujaron a don Pancho, que eterno viva en las filosas llamas del infierno, don Pancho, el esposo de doña Pancha, o sea mi madre, rehén de mi padre, don Pancho el borrachito, el payaso, el torero, el gran poeta de recitales de amor y duelo, el que por culpa de que lo embrujaron por diez centenarios tomó de más y golpeó el vientre de mi madre cuando yo dormía; donde quieto estaba, escuchándolo todo sin esfuerzo; callado, serio, antes de ser despertado por los tamborzazos que no dejan de retumbar aquí arriba, donde los médicos dicen que está abotagado todo, hecho un mazacote de despilfarros e incoherencias: palabras tambaleantes y temblorosas, inestables, burdas, pardas, mancas, apostilladas, selladas de locura, de golpes de tambor, de pum, pum, pum, tam, pum, pum, pum, tam, antes de que la capa caiga al suelo y los cielos rojizos se opaquen con la magenta visión de los sentidos. Las flores que se engarrotan en el aire, los sombreros y las alas doradas se avivan al contacto con la sangre; la bestia, con el coraje apenas contenido en el último suspiro se derrite en su propia estela al abandonar el ruedo, y antes que las trompetas pregonen triunfos, el tambor retumba en los confines de este mi motor de embudo, por donde los líquidos de la sabiduría se han vertido y por donde la ambigüedad del hombre se ha filtrado. No hay paz allí, hay poesía pero no hay paz, hay canto pero no hay cordura, hay visiones pero no hay luz. Hay amor y hay odio, sin embargo, en ese orden, en el que se conjuga el eterno misterio que nos envuelve, la ociosa congoja de la que pende la lágrima de los corazones rotos.

Pero he venido a dar aquí con méritos, a la sala del infierno he llegado, al cubículo del menguado psique donde las almas han perdido su masa y por ende, su sentido; son estos los patios de la demencia fortuita, de la demencia mutua, de la perturbación de los demonios azarosos.

He venido, digo, y ellos dicen que me han traído, y soy sólo, -vuelvo a decir- el resultado del pasado de constantes cambios, que es lo único constante en el inconstante mundo, de constantes vendas, de días párvulos, mocedades transitorias, madurez insoluble. De golpes de tambor estoy hecho, esa es mi condena, un eco formado por ecos, pum, pum, pum, tam, pum, pum, pum, tam, tam-tam, pum, tam-tam, pum. Salta la liebre en la pradera, sofocada por la bola brillante que presta a las cosas vida, brincan de mis ojos destellos de luz y chispas cargadas de todas las cosas que penetran a este mi laberinto hecho de almas perturbadas por los golpes de don Pancho, en el vientre de doña Pancha, mi madre, rehén de don Pancho, el que murió de locura bebiendo pulque fresco y fiado, quién me regaló este tambor que delata todo lo que estaba condenado a quedarse en silencio, pum, pum, pum, tam. Tam-tam, pum. Tam.
Arturo García
AJIJIC, Diciembre 15, 2001

Tiren a matar

Ya no lo quiero sentir en verdad,
muestren compasión,
párenlo,
deténgalo,
está donde sea en mi caza,
en espera de que me equivoque de nuevo,
no quiero terminar como lo imagino,
piedad,
lo que necesito es un nuevo símbolo en que creer
efectivo
denme un Mesías comprensible
confiable/seguro/adulador
que me mantenga en una pieza y lo aleje,
convirtiéndolo al tiempo en una broma irrisoria
en un recuerdo de un tiempo inhóspito
y me de fuerza para detener mis atrocidades,
un analgésico agresivo para el alma
logrando calmar esa sed/hambre de salir,
estoy cansado de este estúpido beat
de este estúpido ritmo,
Ya no lo quiero sentir en verdad.
Digan dónde está el predicador solitario
romántico
que debería surgir en un momento como este,
llenándome de el néctar balsámico de la honestidad.
bien,
lo sé;
puede ser otro episodio más
o
puede ser mi vieja amiga
dando una mordisco más duro de lo normal.
Arturo Accio

Otra vez

Estoy en el piso
sin que nadie lo vea;
ya todos se han marchado;
están en sus casas,
con sus familias,
rodeados de amigos en lugares seguros.
Si miran algo parecido a esto en la pantalla
piensan que en realidad no sucede,
luce como un lejano drama conmovedor,
inofensivo,
sólo es un buen actor desarrollando su papel,
si han leído del tema en una revista
lo ven como un caso aislado
una enfermedad congénita no contagiosa,
dentro de su burbuja protectora es imposible,
no lo viven,
no lo conocen,
no saben lo que es despertarse aterrado,
repitiendo una frase o una palabra extraña
que los acompañará durante horas;
para mí siempre es algo común
a veces camina dando círculos cerca de mí,
es la nota oculta en todas las canciones,
una pintura blanco y negro en retroceso
una clave atrapada en un momento perverso
arrastrándome otra vez
al lugar menos agradable a cada momento.

Arturo Accio

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Amor

Siento en las entrañas
el latir de tu espíritu
insomnio fantástico
de viento fresco
de vida extraña.

Sensación bella
encantadora
donde se pierde
la razón de la existencia.

Hechizo de ceguera
donde se fuga mi mente
perdido corro, navego
entre tu vientre.

Mundo que hipnotizaste
del cual descuido mi senda.

Chispa de vida
de vida fugaz
perdido entre tu cosmos
habito en mi ceguera.

Jesús V. López Vega
Abril del 2009


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ESPARTACO

Daña el consuelo
cuando viene detrás
el hombre llamandoc
on doblar de campanas.

Gemido de monstruosl
iberando las luchas
de pasadas batallas,
miradas fugases de infantes,
como ráfagas
cruzando las distancias.

Cubramos de pantanos
las huellas de la guerra.

Redoblan los tambores
llamando a la carne
urgiendo sus miserias.

Pronto, cubramos
la blancura de almas
descarnadas,
ofrezco la presea de
líquidos somníferos,
olvido instantáneo
de horrendas pesadillas.

Evelia Lara


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Refugio

Cada vez que la sangre salía de mi corazón
Un impulso me empujaba hacia una dulce ilusión
Cada vez que sentía no poder más
Tu voz me alentaba a caminar

Cuántas veces escondí lo que sentía por ti
Cuántas veces te mentí para no verte sufrir
Refugio de mi alma y mi corazón te fuiste a convertir
La luz que alumbraba la vena desangrada

Hoy que estás tan lejos me haces sufrir más
Mi corazón sigue sangrando
Sigue amándote más
y aún pienso que eres quien me puede ayudar
Ojalá algún día tu corazón sangre más.

Lourdes Padilla