19 julio 2009

Editorial

Tras esperar cinco horas y media en una sala de consulta de nuestro viejo Hospital Civil, me doy cuenta de algo, o más bien reafirmo lo que siempre ha sido una fuerte sospecha: tenemos una poderosa tendencia a volverlo todo un caos. Los pacientes, todos, padecíamos del síndrome de la ausencia total de paciencia. Impacientes, deberíamos llamarnos en vez. La señora que estaba sentada justo frente a mí, cinco de las horas aquellas se la pasó renegando. “Ay no, cómo es posible tanto tiempo, doctor ¿ya me va atender?, son unos irresponsables, ira nomás tan poquitos doctores para tanta gente, cómo no quieren que uno se desespere, tengo aquí desde las ocho de la mañana y no he comido ni un lonchecito, me voy a desmayar; y si me voy a desayunar capaz que es cuando me llaman, no, yo aquí me quedo” decía la impaciente mientras no dejaba de negar con la cabeza y poner cara como de cachorro regañado porque sacó la tierra de la maceta. El ambiente allí era tenso y a veces insoportable, pero no era por los enfermos o convalecientes sino porque todos, y digo todos sin temor a exagerar, no dejaron de quejarse del personal un solo minuto. Entre los quejidos de los enfermos de gravedad que se escuchaban desde adentro de los consultorios, los llantos de los niños, el panorama de seres humanos en su mínima expresión, pacientes delgadísimos en sillas de ruedas, señoras inconscientes en camillas sucias, y todo tipo de aproximaciones dantescas, a veces me daban más pena los que estábamos sanos, con nuestra actitud, con nuestra inhumana impaciencia.

Lo cierto es que los médicos eran pocos, pero yo en ningún momento los vi sentados devorando con parsimonia una paleta de leche, estaban vueltos locos tratando de controlar aquella avalancha de seres quejumbrosos y apresurados por regresar a sus monotonías, los vi dando su mayor esfuerzo. Entiendo que hay personas que tienen prisa por atender asuntos con mayor importancia (aunque sinceramente no veo nada más importante que la salud menguada) sin embargo no había allí motivos suficientes por los que quejarse y criticar. Es más, había quienes sólo hacían comentarios negativos por el único placer de hacerlos, sin motivos sólidos, por el ambiente que se respira. Algunos recién llegaban y ya estaban con semblante de clientes de caja popular en banca rota. Sería necesario, en casos como este, ponerse unos minutos en el lugar del doctor y ser un poco pacientes, estoy creyendo que para ellos no es cama de rosas tampoco. Está bien, perdí casi seis horas de mi importante tiempo, pero sin la oportuna intervención del médico podría fácilmente perder meses enteros de mi vida. Ahora sé bien lo que prefiero.

La virtud de la paciencia tiene que practicarse la mayoría de las veces en contra de nosotros mismos. Es necesario ser un poco tolerantes y contribuir para que esto no continúe siendo un caos autoinfligido. Insignificante reflexión.

Nos seguimos leyendo paciente lector. Gracias por acompañarnos este mes.

La Desnudez del Asombro


Luis Ambroggio, nacido en Córdoba, Argentina. Ciudadano de los EE.UU, donde reside desde 1967. Miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y del PEN. Su poesía está grabada en los Archivos de la Poesía Hispanoamericana en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Hace una semana en el Instituto Cervantes de Nueva York se llevó a cabo una mesa redonda en torno al libro El Cuerpo y la letra. Libro que habla de la poética de Luis Alberto Ambroggio y que ha sido publicado por la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Llega a Madrid para el lanzamiento de su último poemario La desnudez del asombro publicado por Lord Byron Ediciones, el 8 de junio. Oportunidad que nos permite entrevistarlo para hablar sobre algunas de sus experiencias, opiniones, su propia historia poética y política como hispano en los Estados Unidos, con la vigencia actual por la lucha de los derechos de los inmigrantes y la presencia cada vez más sobresaliente de la cultura hispanoamericana en el mundo estadounidense anglosajón.

La desnudez del asombro se presenta este lunes 8 de junio en Madrid. En la librería El Bandido Doblemente Armado. Contaremos con la presencia de Luis Ambroggio quien viene desde Washington, USA. Presentarán su libro los poetas Enrique Gracia Trinidad y Leo Zelada. Es a las 9 de la noche en calle Apodaca 3. Metro Tribunal. Ingreso libre.

1.- ¿Si bien es cierto que eres argentino casi toda tu vida la has desarrollado en Estados Unidos. Háblanos de tu experiencia literaria en Argentina y en United States?

Luis Ambroggio (LA): Aunque me han invitado y participo en Encuentros de escritores en Argentina, en la SADE y otras instituciones, tengo muchos amigos poetas, escritores y críticos literarios de Argentina (la Dra. Corda de la Universidad de Tucumán ha escrito mucho sobre mi obra), mi encuentro profundo y transformante con Jorge Luis Borges, el hecho de haber compuesto la letra de la canción “Dame el pan, Argentina” que grabó un importante conjunto musical de Argentina (Los Cuatro de Córdoba) y se utilizó en una campaña presidencial, mi creación literaria se da principalmente durante mi residencia/diáspora en los Estados Unidos, a donde llegué en 1967, en medio de la guerra de Vietnan y el movimiento beat, hippie, cuyo slogan era “Hagamos el amor y no la guerra”. Aquí mi experiencia literaria es parte de la presencia, la historia, la voz hispana/latina de los Estados Unidos, cantando la realidad de la antítesis de la euforia de un Whitman cuando versifica en “Hojas de Hierba” (Leaves of grass) “Los Estados Unidos son en sí el poema más grande”, pero de un modo asombroso también completando la belleza imperfecta y polifacética que son Nuestros Estados Unidos de Norteamérica en la difícil vivencia del sueño igualitario de los fundadores de la nación con su mosaico de etnias, religiones, culturas, experiencias de paz y guerra, heroísmo y salvajismo, a veces –contrariando sus principios fundacionales– en una triste relación antagónica, de discriminación, dentro de un paradigma de dominante-dominado, pero con un continuo propósito de mejoramiento. De allí mi propósito de escribir en español, documentar nuestra identidad e historia y esfuerzos por rescatar la poesía escrita en español en los Estados Unidos, poesía que precede a la Nación. De allí también que haya decidido crear en los años noventa una editorial y una revista de literatura hispana en los Estados Unidos y de promover nuestra cultura e idioma. No se entendería del todo mi propia creación poética sin este contexto estadounidense.

2.- ¿En tanto la cultura Latina es la principal minoría en USA ¿ cuál es la labor de la academia norteamericana de la lengua española en fenómenos como el Spanglish o la realidad bilingüe que se da en muchas ciudades de la patria de Whitman?

LA: La labor de la Academia Norteamericana de la Lengua española es gigantesca. Por una parte, preservar la lengua (el español), centro de nuestra identidad y comunión panhispanoamericana que va desde Alaska hasta la Patagonia, tratando de prevenir contaminaciones que vayan carcomiendo nuestra cultura y, por ende, el lenguaje español/castellano (el Americano, que invocaba Andrés Bello). Esto se hace dentro del entendimiento del que el idioma es un fenómeno vivo y vital, dinámico, sujeto a cambios, mutaciones. De allí que entre las preocupaciones lexicográficas de la Academia, se den proyectos de Diccionarios de Hispanoamericanismos en los Estados Unidos, Diccionarios de Términos Equívocos y otros proyectos similares, además de programas de difusión de la literatura escrita en español en los Estados Unidos y sus figuras, como los libros sobre Odón Betanzos Palacios, los escritores españoles en los Estados Unidos y el libro con que me honró relacionado con mi poética “El cuerpo y la letra”. Al mismo tiempo la Academia ha firmado un acuerdo con el Gobierno para el asesoramiento en el uso del español en documentos y escritos oficiales y, por ejemplo, participó ampliamente en la reciente publicación por parte del Instituto Cervantes y la Editorial Santillana de la Enciclopedia del Español de los Estados Unidos, en la que he colaborado con entusiasmo y cuya presentación organicé el año pasado en la Biblioteca del Congreso, con la convicción de un visionario Tomas Jefferson que le envía un Diccionario de Español a su sobrino diciéndole: “La lengua española. Préstale mucha atención y procura conocerla en detalle. A causa de nuestras relaciones venideras con España y la América hispánica esa lengua llegará a ser una adquisición de mucho provecho. La historia de gran parte de América se ha escrito en ese idioma. Te envío un diccionario”.

3.- ¿Cómo ves el fenómeno de la literatura escrita por autores latinoamericanos o norteamericanos de ascendencia latina, más precisamente el éxito de Roberto Bolaño en Estados Unidos con su novela 2666 y el premio Pulitzer entregado a Junot Díaz el 2008 ¿Se podría hablar de un auge de nuestra literatura en tierra del tío Sam?
LA: Entusiasmado y lleno de futuro. No me sorprende por la presencia cada vez más significativa de una población hispana en los EE.UU, que supera ya los 50 millones de hispanoparlantes. También, de más relevancia, debido al creciente interés por el estudio de la literatura española e hispanoamericana a nivel de bachillerato y universidades. Al dominicano Junot Díaz que crece en New Jersey lo precedió en el prestigioso premio Pulitzer Oscar Hijuelos que escribió el prólogo de mi antología bilingüe recientemente publicada “Difficult beauty”. La obra de Roberto Bolaño, parafraseando una de sus citas, muestra que la literatura del siglo XXI pertenece a unos pocos de nuestros hermanos de sangre. Así sucedió con su obra póstuma 2666 que recibió en el año 2008 el prestigioso reconocimiento de Libro Nacional por el Círculo de críticos (National Book Critics Circle Award). Este interés y reconocimientos, si bien aún marginales, lo corrobora la presencia de libros en español en la Feria del libro de los Estados Unidos en Español que se está llevando a cabo en Nueva York durante estos días. Según el ICEX, Estados Unidos se ha convertido en uno de los destinos más importantes de libros en español en todo el continente americano. Un consuelo precario en la continua pérdida generalizada de lectores y afición por la lectura.

4.- ¿En el epílogo a La desnudez del asombro, tú último poemario, dices: “La verdadera literatura se alimenta de la incertidumbre” ¿Puedes explicarnos el significado de ese párrafo?

LA: Lo insinúo en compañía de Kafka, Beckett, la fantasía de Jorge Luis Borges y la sabiduría de los antiguos maestros en su continua búsqueda. La poesía es una búsqueda. Si supiésemos el final de la trama, ella carecería de sentido. Si hay certidumbre no cabe la posibilidad de aprender o de explicar, del intento o interés por conocer. Escribimos para entender, para entendernos, también digo en el epílogo del libro parafraseando un diálogo entre Paul Auster y Eloy Tomás Martínez. Contradiciendo a Roberto Juarroz sostengo que toda pregunta es una esperanza y toda respuesta dogmática puede encerrar un fracaso, más allá de las posibilidades poéticas de una metafísica del silencio. La literatura es un esbozo en el intento, muchas veces fallido, de descifrar enigmas, parodiar interrogantes, expresar misterios, en una ausencia de anclajes, transitoriedad en el mapa de las emociones.

5.- En La desnudez del asombro veo un dialogo interesante entre el lirismo de los clásicos y cierto coloquialismo contemporáneo ¿Tú sigues esta tradición latinoamericana de fundir el lenguaje culto con el popular?

LA: La profesora Kathleen O’Connor-Bater se ha referido a mi poética como neo-modernista. Creo que pasamos por el coloquialismo de las vanguardias y las alteridadespost-modernistas a reencarnar el lirismo y cierta figuras y figuraciones de forma y fondo de los clásicos, de nuestros clásicos, en ese reencuentro que le hace decir, por ejemplo, a un Jorge Luis Borges de Rubén Darío “Quienes alguna vez lo combatimos comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar liberador”. Recuerdo el primer libro de poesía que tuve: una antología de César Vallejo y mi acercamiento a unos de mis poetas americanos preferidos, Williams Carlos William. Un poeta es poeta de muchos poetas; me honra y fascina esa misteriosa comunión, que se refleja en la forma (lirismo/coloquialismos) como en la mezcla fertilizante entre el lenguaje culto y el popular.

6.- ¿Cuál es la poética que desarrollas en La Desnudez Del Asombro?

LA: Creo que es la poética de compromiso, rebelde, de nostalgia, desarraigo y testimonio que caracteriza a la literatura escrita en español en los Estados Unidos.Trato de decir lo mío, pero desde el pueblo que soy y del que formo parte con todas mis raíces, la América Latina hispana que vive y configura los Estados Unidos. Como dijo nuestro querido poeta Mario Benedetti “a través de los poemas pasa la historia de nuestros pueblos”. Para mí el poema revela el inconsciente universal en solidaridad con el mundo que es el individuo dentro de ese pueblo desde donde sale su voz, aún en silencio. Siempre sostuve que la poesía nace del asombro, la inconformidad, del compromiso que hacemos con nuestro tiempo y espacio, presencia y testimonio desde las raíces que nos habitan, nuestra historia, el alma de nuestros pueblos. De allí que este poemario recoja íconos, mitos, citas bíblicas, tradiciones y experiencias, para formular un imaginario de cuestionamiento de apariencias, de asombro, a partir de epigramas de Nietzsche y la centralidad de lo asombroso.

7.- Creo que la nostalgia es un signo de identidad del escritor latinoamericano que reside en el exterior ¿Se podría decir que la nostalgia no sólo del país, sino de la lengua está presente en La Desnudez del Asombro?

LA: La lengua es el anclaje en esta estadía en la soledad en donde reside el escritor latino/hispanoamericano fuera de su país de origen, de nacimiento, de raíz política y cultural. Los críticos han señalando que en este transtierro/destierro/exilio/diáspora o como quiera llamársela, el aferramiento a un cuerpo físico, o de recuerdos, o en el amor, al cuerpo de la familia, de los padres de los ancestros, del país, del pueblo, o a un cuerpo idiomático es característico e identitario de su escritura. Como Vallejo mitigaba su desarraigo con el aferramiento a la piedra de sus referentes andinos, el mío en La Desnudez del Asombro, como en todos los poemarios y la lucha de cada día, ha sido efectivamente a la Lengua, que nos une, nos permite comunicarnos y nos identifica dentro de nuestro panamericanismo. Es un modo de luchar contra la nostalgia, la pérdida, el discurso de la derrota frente al hegemonismo del discurso dominante, la opacidad confusa de las identidades impuestas, manipuladas. La lengua de algún modo centro ante la marginalización. La lengua, en fin, frente a la nostalgia, afirmación o, mejor aún, reafirmación.
Leo Zelada Grajeda

18 julio 2009

La grana cochinilla: el insecto mexicano que pintó al mundo



Difícil es encontrar en la historia de la humanidad a un insecto con la trascendencia y la importancia económica que logró la grana cochinilla (Dactilopius coccus Costa), durante el periodo colonial mexicano, aproximadamente de 1521 a 1821.

Al momento de la conquista, los ojos de los europeos se detenían constantemente en las mantas y huipiles de los antiguos mexicanos llenos de color y vida, en donde los tonos fuertes eran usados de forma constante, resaltando obviamente el rojo, que salía al paso decorando edificios, convertido en parte de murales y en los códices.

Un color destinado para la realeza europea y los príncipes de la iglesia católica estaba aparentemente al alcance de muchas más manos en la zona cultural mesoamericana, desatando de inmediato la codicia entre aquellos que tenían algún tipo de conocimiento sobre el costo de los tintes. El color rojo, ha sido históricamente el más difícil de obtener en el mundo, por ello durante siglos se le dio un lugar de preeminencia, dado que al ser complicado de conseguir y escasos los medios para obtenerlo, se convertía en un tinte muy caro, fuera del alcance de la mayoría de la población.

Nocheztli, que significa sangre de tunas en lengua náhuatl, fue el primer término que conoció el europeo para nombrar al causante de la pigmentación roja en Mesoamerica; sin embargo varias culturas poseían vocablos distintos para nombrar al mismo culpable, tales como Induco en mixteco, Bi-yaa en zapoteco, Mucay en maya, Gal mojua en chontal, Charapeti yustaca en purépecha, Chujk ak en quiché, Kooni en chantino, por nombrar algunas de las lenguas autóctonas que existen en la actualidad y que poseen un vocablo para el efecto.

El nocheztli, bautizado por los españoles como grana y cochinilla, o grana cochinilla fue de inmediato un producto que desató ambiciones y que a una velocidad sorprendente creó un mercado más allá de los mares. La primera exportación del colorante de la que se tiene registro, se llevó a efecto en 1523, apenas dos años después de la caída de Tenochtitlán, obedeciendo a una petición expresa del emperador Carlos V, quien gracias a la segunda “Carta de relación” de Hernán Cortés obtuvo noticias de la existencia de los diversos colorantes mexicanos.

El tinte proveniente del insecto mexicano tuvo un éxito tan grande, que los ropajes de Cardenales y la guardia Vaticana se tiñeron con él desde mediados del siglo XVI y hasta principios del siglo XX. Como datos curiosos, es digno de hacer notar que los mantos de la familia real y las chaquetas de gala del ejército británico se tiñen desde el siglo XVI con su tinte. Además, los hermanos franceses Gobelin hicieron uso de los diversos matices de rojo que podían producirse para iluminar los famosos tapices llamados “gobelinos”, que a pesar de los cientos de años de haber sido elaborados conservan sus tonos firmes.

El termino “granado” utilizado para hacer alusión a algo ilustre y notable, proviene de “grana” una de las denominaciones del insecto, por el hecho, de que para poder comprar el colorante, se debe tener una posición económica muy buena, por lo tanto, sólo se forma parte de lo más granado de la sociedad teniendo dinero suficiente como para comprar grana.

De 1560 y hasta 1810 la trascendencia económica del insecto fue tan grande que significaba el 70% de las exportaciones no metálicas de Nueva España, solamente el oro y la plata, metales preciosos obtenidos también en estas latitudes, superaban lo recaudado por la grana. Sin embargo el siglo XIX trajo consigo una singular aportación: las anilinas, colorantes artificiales que a un precio mucho menor pueden producir casi cualquier tono deseado. Su aparición así como el proceso de independencia nacional dieron un tiro de gracia a la industria de la grana cochinilla mexicana, que fue prácticamente destruida. Encontrando en otras latitudes la oportunidad de desarrollarse, especialmente en Sudamérica e Islas Canarias.

México fue el lugar de origen y expansión del Dactylopius coccus Costa, ahora después de casi 500 años es el segundo consumidor mundial y su producción es prácticamente artesanal, el mercado interno debe de hacer uso de la importación del producto para poder responder a la necesidad del mismo.

Los usos del colorante natural son enormes, en la industria textil, a raíz del descubrimiento de que ciertos colorantes artificiales pueden causar cáncer en la piel ha vuelto a tomar importancia; en la cosmética, en la alimenticia, en la artesanal. Se sabe que las propiedades del mismo permitirán emplearlo en un futuro inmediato para elaboración de productos contra el cáncer, es probable que se le encuentre según estudiosos en la materia un uso como antiviral y para disolver cálculos renales.

Los científicos del mundo han volteado la mirada al pasado para encontrar una fuente natural de tintura que sea segura y garantice el abasto, no sería extraño que dentro de pocos años, de continuar la tendencia que apunta hacia un repunte de sus ventas, podamos ver cómo la sangre de los dioses mexicanos circule una vez más en grandes cantidades por los mercados mundiales; en México no podemos quedarnos con los brazos cruzados ante esta segunda oportunidad que aparece en el horizonte del “oro rojo” mexicano Dactylopius coccus Costa.


Fernando Villaseñor Ulloa

¡Hay dolor ya me volviste a dar!

A ti mi compañero de tantos años, Te pregunto una vez más ¿Cuál es la razón de que no dejas que te extrañe?

Temes que me olvide de ti, si un día no apareces.

En buena onda dime qué trato podemos hacer para que me abandones.

Aquí en confianza te cuento, ya me cansé de buscar y buscar por todos los rincones alguna magia para ganarte. Muy caro me has salido.

Me declaro derrotada. ¡Me ganaste!

Ya aprendí la lección, ya me limité en muchas cosas, ya dejé de hacer otras. Claro, confirmé que “no hay crecimiento sin dolor”.

En la búsqueda desarrollé la creatividad, me olvidé de mí por ayudar a otros, lo que me llenó de satisfacción, sin embargo, me siento frustrada. No te pude vencer.

Me aterra llevar a mi boca la pastilla milagrosa.

Me doy por vencida. Estoy atrapada, me pregunto ¿me tendré que resignar?

Bueno, te propongo un trato. Vamos negociando, ¿no sería posible que no fuera a diario? Digo… ¿no podría ser un día a la semana?

No seas tan cruel, en buena onda que tal si te pones en mis zapatos y nomás apareces una vez al mes.

¿Te das cuenta? Como el periodo hormonal, claro, no esperes que te haga fiesta, te esperaría resignada.

Dejo de salir, de andar de socialita, de hacer quehaceres, de estar lista para ayudar a otros y seguramente hasta mi acervo cultural aumentaría.

Me imagino sentada en un confortable sillón leyendo todo el día, a lo mejor hasta termino como Don Quijote.

Los pesos que me gasto en terapias que ni funcionan los invierto en libros, además les dedico horas a escribir los que tengo empezados.

¿Qué te parece el trato? ¿Genial, no?

Como último acuerdo, te doy este mes para que te desquites, aguanto que me des con ganas, porque a partir del próximo, iniciamos el trato.

El dinero lo invierto en una buena cantidad de libros que desde hace tiempo les traigo ganas, que por andar luchando contigo, he tirado una buena lana.

Tu esclava
Rosa Chávez Cárdenas

Grave Gravitación




La trama de siempre. Cuando el físico inglés Isaac Newton dio a conocer los resultados de sus investigaciones sobre las leyes de la fuerza de gravedad, decenas de científicos se volcaron en intentar medir la constante de gravitación universal que está presente en la naturaleza y que sirve para determinar la fuerza de atracción gravitatoria entre todos los cuerpos con masa. Esta constante serviría para explicar los grandes movimientos que se observan en el universo y conocerla significaba, por tanto, determinar las masas del Sol, la Luna, la Tierra y los cuerpos celestes.

De entre los primeros intentos formales destaca el de John Michel (1724-1793), quién elaboró por primera vez una balanza de torsión. Ésta tiene una estructura simple: consiste en una barra colgada de un hilo metálico que puede torcerse. Cuando la barra gira el alambre tiende a regresarla a su posición original. Esto hace que su mecanismo sea muy sensible para medir fuerzas. Sin embargo no tuvo resultado.

El modelo creado por Michel llegó a manos del físico Henry Cavendish (1731-1810) quien lo mejoró y con él construyó su famosa balanza de torsión. Cavendish era un conocido físico y químico nacido en Francia pero de padres ingleses que había egresado de Cambridge con notas muy altas, fue considerado un estudiante prodigio y para la fecha era famoso por declarar que el agua no era un elemento y descubrir su composición. También era conocido por sus experimentos eléctricos. Se cuenta que era excéntrico y como no contaba con los instrumentos adecuados para sus investigaciones, medía la fuerza de una corriente eléctrica de una forma directa: se sometía a ella y calculaba su intensidad por el dolor.

Su balanza de torsión consistía en una vara horizontal de dos metros de longitud colgada de un hilo. En cada extremo había dos esferas metálicas de 5 centímetros de diámetro y 700 gramos de peso. A unos 23 centímetros de cada una colocó otras esferas del mismo material, pero más grandes, de 30 cm. de diámetro y 150 kg de peso. La atracción que ejercían sobre las esferas pequeñas hizo rotar el brazo del que estaban suspendidas y, en consecuencia, que se torciera el hilo metálico. El brazo dejó de rotar cuando la fuerza de atracción gravitatoria entre las esferas grandes y las esferas pequeñas se equilibró. Al medir el ángulo de la barra y conocer el coeficiente de torsión (que mide la tendencia de una fuerza para hacer rotar a un objeto alrededor de un eje), logró determinar la fuerza entre los dos pares de esferas. El valor que obtuvo fue casi exacto, difería un 1% del que se conoce hoy en día. Tras encontrar la constante, Cavendish la aplicó a cualquier objeto que se encuentra en la superficie de la Tierra y de allí pudo determinar las masas del Sol, la Luna y la Tierra.

Tras su fallecimiento a los casi 80 años dejó abundantes notas, cajas repletas de experimentos de todo tipo (muchos de ellos eléctricos) y una cuantiosa fortuna.

Prof. Servando Macías Fermín

Un trago entre la vida y la muerte

¡Qué no se escape ese hijo de la chingada! ¡Qué no se escape cabrones! ¡Hay que darle en toda la madre! ¡Vas a sentir la verga! ¡Ya te cargó la chingada cabrón!

Veloces zapatos raspan el suelo y rozan el aire caliente, levantan tormentas en charcos, sumen en la tierra los pensamientos de José, pisan sus talones.

La sangre como perra rabiosa transita vertiginosa por todas sus arterias. Los hombres tras de él, navajas, tubos y palos tras su sombra y el recuerdo sobre su angustia.

Sobre las banquetas los rotos Converse negros temerosos pisan manchas de grasa; botellas de plástico, viejos carteles y colillas de cigarro. Se detienen en una esquina donde el vapor de la reciente orina de un perro sube hasta las fosas nasales de José “Malamadre”. Su garganta se mueve como culebra, el líquido de la pequeña garrafa que sostiene su mano izquierda hierve en su interior en espera de aplacar su ansiedad.

Los camiones transitan, engordan la avenida, el negro humo de sus escapes forman remolinos bajo las llantas, levantan polvo, papeles, historias.

Su temblorosa cabeza se mueve hacia los lados con rapidez nerviosa; su frente comienza a brillar, un hilo de sudor empieza a correr hasta convertirse en una gota que columpia en la punta de su nariz. Vuelve a beber, cierra los ojos, le viene al pensamiento la primera vez que vio a aquella hermosa y misteriosa mujer en una revista de bellezas mitológicas. Recordó cuando la tomó entre la podredumbre de aquel contenedor de basura a orillas de la ciudad, la gran impresión que causó en él, una sensación y un deseo jamás experimentado.

Los momentos, los días, los meses, los años que el alcohol dominó su vida, si nunca hizo daño a alguien, tampoco hizo bien a nadie.

Su mente se volcó a aquella vez en la oscuridad de la madrugada, en lo recóndito de la ebriedad y el sueño cuando la hermosa aparición le brindó sus senos desnudos, sus húmedos labios, el calor de su cuerpo y sus tersos y amorosos brazos. Los momentos eternos, llenos de amor, de consuelo, de desesperación reprimida. A él, que nada le había ofrecido la vida.

Recordó la promesa hecha a las palabras de aquella diosa quien prometió que para estar con ella toda la eternidad sólo tenía que tributarle un diminuto deseo, algo que era muy poco pero de suma importancia para su amada: Reconquistar la fe, que como él, antes le habían tenido. Le demandó una prenda, una falda, una nagua hecha con brazos humanos, una pollera cocida con extremidades de mujeres puras.

Tenía que cumplir aquella promesa, no podía dejar evaporar la posibilidad de ser feliz, la única en su estacionaria y gris vida. Sabía lo que acarrearía cumplir una promesa de esa magnitud. Lo pensó pero no quería encontrarle el lado oscuro. Haber encontrado el amor lo justificaba todo.

En sus oídos le taladraban los gritos, golpes y lloros de las casi niñas que sacrificó en pago a su promesa de amor: Bajo sus párpados vio las manos en el cuello, sus manos ensangrentadas entre las piernas de sus elegidas, sangre que constataba la pureza. Los cuerpos desmembrados; los murmullos, las pláticas, los rumores, los chismes y las amenazas de linchamiento.

Recordó cuando después de hilar ocho brazos, su amada le pidió adornarla con dos serpientes en los extremos: la medallita que guardó de una de las sacrificadas y que entregó como pago de las dos serpientes, la cara de la vendedora de chueco, cuando lo reconoció, su grito, los furiosos hombres tras de él, el hombre que mató en su huida, la noche arrinconado bajo el puente, los relámpagos y la lluvia afuera, la mirada del amigo que lo ayudó, las húmedas ratas correr entre sus piernas, los perros que iracundos le ladraron cuando intentó orinar, el oscuro amanecer, el violento temblor en su cuerpo y la ansiedad que lo obligaron a salir en búsqueda de alcohol.

Unos gritos lo hacen saltar, abrir los ojos, la garrafa cae de la mano, rebota en el suelo. Los Converse levantan lodo, resbalan, tropiezan, se voltean.

¡Qué no se escape ese hijo de la chingada! ¡Qué no se escape cabrones! ¡Hay que darle en toda la madre! ¡Vas a sentir la verga! ¡Ya te cargó la chingada cabrón!

José “malamadre” cae, un mundo de zapatos impactan su cuerpo, las navajas se hunden en su carne, salen y entran, los palos se astillan en su cabeza, medianos trozos de piel escapan de su cuerpo, sus párpados se inflaman, no puede abrirlos, por una estrecha herida en uno de ellos logra ver, una ola de tiernos y escamosos brazos que lo esperan.
Obed González
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¿QUIÉN LO HIZO?

Pensé suicidarme, pero para eso, primero tengo que sentirme muerto.

Miraba pasar la noche por la ventana, las luces encendidas de la ciudad, cuánta gente y qué cosas diferentes estarán sucediendo. Los automóviles pasan sin cesar y con el ruido no puedo concentrarme; el calor es insoportable. ¿Cómo podría aflojarme el nudo de la corbata si horas antes había colocado estas malditas esposas en mis pies y manos? Tampoco tengo la suficiente fuerza para aventar la silla y acabar de una vez con todo. Entre el miedo y el valor existe este vacío que podría dejarme caer en las fauces de la muerte. ¡Pero qué pendejo soy! Si por lo menos hubiera abierto las ventanas o apagado la luz para que no me calara tanto el calor en la cabeza.

¿Cuánto tiempo llevo aquí colgado? ¿Cuatro horas quizá? No puedo terminar con esto, creo que va a amanecer y como siempre mi madre llegará a fastidiar y despertarme de un agradable sueño, ¡Siempre con su estúpida letanía de niña idiota!
-¡Anda Iván, ya levántate, que se te hace tarde!

No podrá inventar otra cosa. ¿No sé?,¡Levántate ya hijo de la chingada! o ¡Pinche huevón levántate!, pero siempre es lo mismo. El susto que se va llevar cuando crea que me suicidé, ¡Ja, ja, ja!, no puedo reír ni siquiera un poco. ¡Qué pinche suerte tengo! Cómo me lastima esta maldita soga, ya se me entumeció el cuerpo de tanto estar parado.

Está amaneciendo, se oye ruido en el cuarto de mis padres, ojalá se apuren para que me desaten. Ya abrieron su recámara, seguro que mi madre se dirige a bañar..... Así es, no podía fallar, ahí está la regadera sonando, dejando caer el agua como si con eso lograra limpiar por completo su cuerpo. Al fin salió del baño y entró a su cuarto, cómo hace ruido con ese closet, ya estuviera perturbando mis sueños.

Por fin, ahí viene. A ver si no se desmaya de la impresión, me gustaría verle la cara para poderme reír, pero por desgracia mi espalda da a la puerta.

Cuando entró, escuché un fuerte grito que hasta a mí me asustó.

-¡Iván! ¡Iván! ¡Hijo!...., se recargó en mis piernas y me jaló hacia abajo, sentí como mis músculos se desgarrón con la tensión, me estaba asfixiando y para acabarla de chingar no podía hablar y ni siquiera chiflar.

-¡Iván! ¡Iván!- no deja de llorar, ojalá no se le ocurra mover la silla porque me muero, su llanto sigue ¿Por qué no para de gimotear y me mira a la cara, así descubrirá que no he muerto?, por lo menos le guiñaría un ojo o le haría un gesto extraño como los que ella hace. Siento miedo y no puedo hacer nada.

Inmediatamente entró mi padre, no se tardó ni diez segundos después del grito de mi madre y eso que él duerme como piedra. ¡Se ha de haber asustado mucho!

- Levántate, ya pasó, ya pasó, quizá tenga horas ahí colgado, ya no llores, no llores, todo terminó.

Sentía cómo mi papá quería retirar a mi madre del suelo, ¡Dios mío! ¿Por qué no se les ocurre verme a la cara? ¡Véanme chinga! ¡Estoy vivo!- gritaba en mi interior y no podían escucharme; tenía mucho miedo.

Los jalones se hacían cada vez más fuertes, la silla se movía cada vez más, ¡Dios mío!, ¡Dios mío!, que no mueva más la silla, si tan sólo pudiera hablar, si tan sólo...
Israel alvarado,
México, d.f.
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El abrazo
El horizonte se tiñó con sutiles tonos violetas y púrpuras anunciando el fin del día y reflejándose en el hermoso lago, dándole la despedida. Éste no cesaba de ondear fuertes olas que producían una brisa que se fundía con mis lágrimas al venir a mi mente algo que pasó hace treinta años, aunque el momento parece que ocurrió ayer; está tan claro que aún sigo creyendo que es lo mejor que puedo hacer.

Su cuerpo muy delgado, pareciera que el traje de piel le quedaba grande, tan grande que los pliegues se juntaban en varias partes del cuerpo, los huesos se transparentaban al grado que podía contar las costillas.

La piel blanca, muy pálida colgaba de su rostro y se arremolinaba sobre su cuello. Las orejas se veían más grandes, pareciera que habían crecido. El tono grisáceo del pelo había desaparecido. Ahora todo era como una madeja de hilo de plata muy brillante.

Empezó a agitarse su respiración. Lo tomé de la mano y al momento sentí como un shock eléctrico, pareciera que hubiéramos entablado una conversación en silencio.

Yo exponiéndole mi gran dolor al verlo ahí semanas, meses. Su estadía cada vez más deplorable. Sólo lo había mantenido vivo esa zonda que filtraba el líquido de vida, si se podría llamar así, ya que él permanecía siempre en la inconsciencia.

Lo más triste era su situación física, pues abundaban en su espalda llagas que los enfermos tienen cuando duran mucho tiempo en cama. Al limpiarlas pareciera que se abonaban y cundían cada vez más por varias partes de su cuerpo.

La brisa no cesaba y bañaba mi rostro, mojándolo con esas lágrimas que nacían del alma inundando mi espíritu y mis años de angustia.

Él siguió con su respiración cada vez más acelerada. Yo le hablaba, gritaba en silencio y pedía perdón por no haberlo comprendido. Ya era demasiado tarde. Al verlo ahí, brotaban mis lágrimas pues habían entendido la lección. Me di cuenta cuán grande su amor de padre fue, siempre estuvo ahí, y yo lo ignoraba; todo me lo había dado y muy despectivamente lo tomé.

Su respiración se agitaba y empezaba a emitir un sonido en su garganta que no podía contener como si su sistema se estuviera cargando y quisiera expulsar su vida misma.

Su habitación era muy clara. Se notaba la huella de su cuerpo rígido sobre la cama, acalambrado por cambiarlo tanto de posición, totalmente engarrotado, no se podía mover. Sobre su lecho colgaba un crucifico al que le preguntaba por qué tenía ese sufrimiento, si eso merecía aquella persona que parte de su vida la dedicó a trabajar para dar a su familia algo mejor. Vienen a mi mente aquellas hermosas huertas de mangos al lado del ojo de agua llenas de plantas de café y el esplendor de la naturaleza que nos heredó.

La habitación estaba inundada con el olor característico a suero, alcohol, sudor y toda una mezcla de la enfermedad.

Yo le murmuraba en silencio, alguna vez lo hacia en voz alta para ver si reaccionaba a mi súplica, a mi arrepentimiento. Vienen a mi mente muy pocos recuerdos. El que más me hiere e incomoda, que quisiera que el tiempo volviera atrás; qué no daría para cambiarlo, fue aquel pequeño trozo de vida. Lo recuerdo claramente, él sentado en una silla de madera preparando los granos de café, trató de abrazarme, quizá con ese abrazo decirme cuánto me quería. Yo me zafé y salí corriendo pues en la familia no se usaban los abrazos, así que me fui lejos y siempre permanecí así.

¡Cómo me hubiera gustado tener ese abrazo que después de tantos años añoro y jamás podré tener!

Su agitada respiración iba en aumento. Recuerdo aquellos momentos en que me hablaba y me decía que yo sería un buen muchacho, aunque muy dentro de mí sabía que jamás me compararía a mi hermano que fue se adoración; con él sí pudo compaginar y quizá parte de su enfermedad fue su muerte tan trágica pues desde entonces enfermó.

El sonido de su respiración se aceleraba mucho más. Yo no sabía si llamar a mi madre y hermanas pues creía que si lo dejaba un momento cuando regresara ya no estaría aquí. Así que vacilé y seguí a su lado.

Seguí tomándolo de la mano, apretándolo. Su respiración era ahora tan agitada que pareciera que toda su energía estuviera reunida en su garganta y tratara de salir. En un momento su respiración fue tan fuerte que sentí como si expulsara su alma y escapara de su cuerpo. En seguida vino una sombra que recorrió todo su ser llevándose con él todo el calor de su cuerpo. Empecé a sentir su mano tan fría, luego un rictus apareció en su rostro, todo había terminado. Cesó la respiración, su cuerpo quedó inmóvil y muy frío. Al verlo así sentí que estaba descansando.

Hoy trato de mantener ese huerto de mangos pues él vive en mi mente en cada hoja, en cada fruto del nogal, en cada grano de café y cada vez que florecen sé que está ahí de nuevo, diciéndome que la vida es hermosa. Ahora, cada flor es un abrazo que él me brinda.

Alejandro Martínez

Beberé Tequila

Os seré sincero, esa noche
yo debí ser vuestro escudero,
ues tu recuerdo me acompaña
siempre a mi costado de nuevo.


Desde que tu carta leí,
mi mente no deja de pensarte,
la soledad es mi fiel compañera;
pues tu recuerdo a mí dejaste
y siempre conmigo estará,
a donde sea que fuere
esté donde esté
ahí a mi lado acompañará.

Así como recuerdo esta carta,
que leo en el rincón de los recuerdos
con las promesas rotas,
sentado sobre el baúl
que guarda los sentimientos
y sólo evoca tu nombre

se terminó el Merlot ese día,
hoy yo brindo por vos sin alegría
a mi alcance no hay Merlot cualquiera
mucho menos vino acorde a esta quimera.
leerte es mi brindis,
mejor dicho mi fiesta primera.

A lo lejos observo una botella
de vino sin nomenclatura.
Pero para el fin da lo mismo,
es mi cometido,
sólo brindaré por esta hermosura.

Líneas que embriagan,
líneas de recuerdo,
líneas que presagian;
que te buscaré de nuevo.

No necesito Merlot,
mucho menos Savignon,
no quiero Cabernet,
deseo de nuevo un salud
yo con tequila brindaré.

desde hoy
el nuevo loco que te admira,
recuerda que junto contigo
yo morí en esa última línea;
dije salud y expiró
a tu lado mi vida,

te diré algo con el alma en los labios,
nada me había cautivado
como esto que acabo de leer,
estamos tristes pero no desolados;
tequila hemos de beber.

Encontré un tesoro,
pero creo que al leerlo
me lo he bebido,
se situó en mi corazón
en tragos de amargo licor
aunque mi garganta
descuartizo.

Heme aquí en el ocaso
leyendo tu carta,
entre tragos de licor
de bouquet escaso.

Alejandro Ornelas.

De Nuevo me Refigio en Ti

De nuevo me refugio en ti
mi fiel compañera, mi confidente
relatándote todas mis vivencias
otra vez estoy conversando con vos.

Tratando de conservar todos los recuerdos
con la firme esperanza
de recuperar los sueños rotos.

De volver a retomar esos caminos
que un día comprendí, y lo escondí,
y escucho voces desde mi interior
porque siento este gran vacío.

En ese titubear de mi mente
en aquel abandono de ideas
carente de mis pensamientos
ahogándome en los recuerdos.

He perdido la inspiración
para plasmar en mi poesía
lo que habita en mi corazón
no dejo nada, mi travesía.

Buscando alguna respuesta
en lo más profundo de mi ser
al fin he encontrado tu nombre
tu encanto y magia mujer.

Destrozado, solo, triste y olvidado
me encuentro muy triste estando sin ti
todo mi ser ya te lo he entregado
y por tu recuerdo me olvidé de mí.

Dame una razón para no estar juntos
si tú la sabes, dame esa respuesta
que no he podido encontrar

En la búsqueda de algo sublime
encontré la razón principal
la magia entre palabras y miradas
algo que nada puede quebrantar.

Por qué de nuevo no te tengo
por qué existe esta distancia…
ya no quiero mas extrañarte
odio tener tu ausencia.


Yo siempre busco algo
que me lleve hacia vos,
no se olvida con un trago
no quiero extrañar tu voz.

Varado en la bahía
quizá acabo de zarpar
quiero saberte mía
odiaría naufragar.

Ya no distingo lo real
todo me es confuso
siempre te seré leal
mi vida es un dibujo.

Sé que cuando baje la marea
no podré marcharme, te esperaré,
por la mañana tuve la idea
a tu lado siempre estaré.

Alex ornelas

****

ACTOS PARA SALIR AL PATIO A ORINAR
(Menú de pasatiempos lunares)



A

La sortija del destino mano amiga
Vacía el infinito extraviado en el sillón
Recorta Vitro-pisos de esperanza
Atiende enfermedades en camilla;

Cinco horas encendidas en la lluvia
Diminutos “te quiero” a ojos cerrados
Ansias que mueren en ánimo de nada
Entre inciertos espejos mañanas cansadas

[Memorias lunares
Besos fugaces
Melancolías desgastadas
Palabras admiradas que dicen nada]

En noches como esta, bajo la almohada
El sol descansa
Entre la sabana el fino sortilegio
Amenaza
Mareadas frases recitan versos, lamentos
En casa el deseo cansa.
En el cielo, entre las nubes, tu mirada me falta.

Por menos que se quiera
Siempre
Otro hemos de ser.
Otro en el calor del pecho
En el pensamiento en que faltamos
En el aleteo del beso negado
Entre las horas, en la estrella
En un soneto
Ardiente amanecer…






B

Vamos a hacer una escena teatral,
Tú, representaras a quien amo
Y que no eres en realidad,
Y yo seré, el guionista, la mano
Que quitara el telón de la verdad;

Vamos a escenificarnos besos,
Momentos perdidos en relojes que no vemos
Vamos a actuarnos plenos,
Distante, amigos obsoletos
Quitarnos campanas, recuerdos;

Vamos a extasiarnos sin vernos
En el agua del charco, cántaro y veneno.
Vamos al ensayo mientras muere el sereno
Con los brazos abiertos,
Insinuaciones directas, el ojo de tus misterios
En el nudo ciego del amor, morir ya muertos;

Vamos a mentir, a mentirnos
Boca abajo, en el gesto entrometido
En el papel estelar tuyo y mío
Vamos a reír, a reírnos
Y cuando acabe la escena, nos querremos
Como niños.

Vamos a hacer una escena teatral
Ante las horas, sin lamentos, sin culpas
Para nosotros, en primera fila, mujer
Junto a la eternidad…


C

¿Por qué no rompemos con las reglas éticas del amor?
¿Por qué, si el deseo no sabe de valores y cumplimientos ni razón?
Deberíamos pensarlo seriamente, corazón
Dentro de uno, somos otro y somos los dos.

Trasgredir leyes naturales al amarnos
En besos gigantes tragar la eternidad,
En pilas y cielos dejar la vacuidad
Y en manzanas mitológicas comernos.

No se porque no pasan estas cosas
Y mientras escribo versos
Te amo en el sillón, leo recuerdos
A lo lejos cantan rosas.

Distante y cercana como el cosmos
A mi abrazo, entre nosotros, prosas atentas
A la casa entran locos, locos nos queremos
Y a los estragos escribimos recetas…

¿A qué es que teme nuestro miedo?


D

Hay tantas cosas en la gente
Como gentes en las cosas.
Las rosas son solo rosas
Las realidades se vuelven ostentosas.

¿Qué pasaría si se difuminara ante nosotros la realidad?
¿Qué, si finamente la diluimos en lo que creemos como verdad?

Y hay muchas mas cosas
En que sustentamos que las cosas son y nada más
Que a veces, las cosas que son,
Son nada y son más.

¿Por qué las cosas son lo que son cuando son lo que no creemos?
¿Por qué creemos algo que no sabemos, como el amor?
¿Por qué mujer, no nos volvemos locos
Y locos volamos entre nuestros besos, una y otra vez?

Ya no queda nada de esto
Ni todo es nada mientras queda,
Pero lo que somos mujer, en la presencia
Es lo que fimos en la paciencia del otro.

Quedan solo estrechos laberintos mentales
Solo el árbol del corazón retoñando en emociones sentimentales
Solo tú, yo, las cosas que somos,
Solo queda la sensación de ser mortales
Solo la pasión de ser otros en nosotros
Y en nosotros ser siempre otros.


¿Qué pasaría mujer, si en relación al otro
Nos amamos, calladamente, como amamos al verdadero otro?
¿Qué mujer, si siendo a quien amas
En sus besos, en sus brazos y en tu sexo
Sigo siendo El otro?

No se, especulo
Que nos amaríamos
Uno al otro.


E
Quiero decernir tus besos
Enajenarme astutamente del recuerdo
Y en el abrazo que al él le das
Crecer como un feto;

Decirte infinidad de palabras
Cosas que no entiendo, mentiras, sustento,
En el amor matar el concepto
En el “te quiero” extraviar emociones furtivas;

En un cajón hemos de dejarnos
En fotografías de verdad amarnos
Conocernos entre flores y retazos
En la tristeza irnos sin dejarnos;

Quiero vernos pasear tomados de la mano
Frente al sol, ocultar lo que no decimos y nos damos
Quiero querernos, que nos queramos
Sobre el mundo, sin amor, paso a paso;

Con amor de uno al otro
Del sabor de los labios al calor de la entre pierna
De lo que queremos y no debemos y viceversa
Y en la redacción final del documento
Amarte como a un muerto.

Quiero discernir, enajenarme, a razón, por terco
En lo otro ser un te quiero
Corazón, de tu eternidad el tiempo…

TITO TACITURNO