10 diciembre 2007

...De Fútbol Mediocre y de Complejos...

La pasión futbolera atrapó hasta a los menos atraídos a ese fenomenal deporte. Digo fenomenal porque es mero fenómeno la pasión que se levita en torno a un balón contorsionado por un par de diestros pies que pareciera que tuvieran ojos. Atrapó también a los incrédulos, a los esquivos y a los insomnes. Mi caso es uno de esos. La pasión se me escabulló por donde se escabulle el morbo y en un silbatazo me encontré contagiado pegando brincos frente a un monitor estúpido que me permitía ver el día del otro lado del mundo. Catorce horas de diferencia. Allá, el sol empecinado en quemar los estadios con su luz mientras aquí nos daba la espalda.

El himno nacional se siente en México, pero en país ajeno se vive. Ruedan las lágrimas a las primeras estrofas. Mexicanos al grito de guerra, el acero a prestad y el bridón... La sangre hierve en euforia, los pómulos se saltan, la piel se eriza. El humo invisible de un éxtasis patriótico se fragua en las camisetas verdes, en las cornetas, en las gargantas y los atuendos simbólicos, luego, el pitazo y los gritos de la raza que corea un Mé-xi-co, tá-tá-tá Mé-xi-co, tá-tá-tá, seguido de un inapropiado y trillado Cielito Lindo, que ridiculiza los contornos de una selección que se rehúsa al abandono de la mediocridad arraigada del fútbol que no trasciende el “ya merito”. Las porras se confunden con las voces de quienes comentan los movimientos balompédicos con sus ridículas metáforas y el aturdimiento provocado por todo aquello, excita las pasiones que siguen fieles a su equipo. Balón corto. Toque para Borgetti. Jugada larga. La pierde. La tienen los blancos. Luis Hernández se cierra. No logra detenerlo. Balaaaaaaaaaazo. Cerca. El balón rasura el poste...

Todo es confusión. La esperanza cunde y se respiran los goles a través de los porosos arcos pero no llegan los balones. Veintitrés hombres en el terreno de juego en estado de sudoración siguen una bola fetichista que gira y se levanta como si se revelara a las leyes físicas y gravitacionales. En las tribunas se divisa una mancha verde y gelatinosa que se ahoga en desatino entre gritos indescifrables y otros más lúdicos y floridos. La pasión está allí. Al lado del emperador azteca, la mujer que dejó todo en Tepito por ir a apoyar a su selección se hunde en su impotencia por no poder estar dentro de la cancha y enseñarles a esos desgraciados cómo se juega. En su cara se refleja la desesperación y de su boca emana un grito que hace cimbrar las losas de concreto en el estadio: ¡Métanle huevos cabrones! Acto seguido, el emperador azteca y los sombreros de charro se desmoronan ante un siniestro gol de los contrarios.

La Máscara del Santo luce estoica. Pero los contrarios son los Estados Unidos. No en un juego de béisbol, no en uno de baloncesto, no en uno de hockey: es un partido de fútbol. Un deporte que es aún idioma extranjero para los sajones pero que igual les sabe a gloria. Las esperanzas no se hunden empero. El subconsciente balbucea que es un gol de suerte y que la selección se levantará.

Lo demás es sabida historia.

¿Qué pasó? Hace eco la pregunta en los medios de comunicación, en la cancha, en los vestidores, en las salas aturdidas por la incertidumbre. ¿Qué pasó, pues? Lo de siempre. La mediocridad de una selección mexicana que no nos ha podido tapar la boca. Duele. ¡Claro que sí duele! En un país en el que no hay cabida para otro deporte. Duele. En un país en el que el deporte parece tener un sólo significado: fútbol. ¡Duele! Lo demás no sirve. Ahora nada sirve. Perder frente a los Estados Unidos no puede tener otro calificativo que vergonzoso. ¿A dónde está el orgullo, a dónde está el coraje? O Ya ni llorar es bueno... serán, hasta el final del mundial, el reemplazo de Ay, ay, ay, ay, canta y no llores... Sonará menos ridículo. Sonará quizá más digno.

El show se terminó para los alemanes que miraban con estupefacción al mexicano gritón que no cesaba de hacer bulla, al otomí tepitense que ondea la bandera mexicana pintada en sus gelatinosos cachetes a cada grito desgarrador, o al que, fehaciente e inmóvil, adornaba su sombrero de charro con un altar a la virgen de Guadalupe. De este lado de las tribunas, ya no habrá más que desvelarse. Habrá que guardar las banderas y las matracas hasta Sudáfrica. La resaca de la derrota habrá de durar más allá del final de la copa. La resaca del orgullo pisoteado quedará petrificada en las mentes de quienes, por instantes, soñaron que soñaban en la copa.

Esta derrota es, entre otras cosas, la calca del gran complejo de inferioridad que prevalece y que nos ha venido siguiendo desde centurias, desde la conquista de los españoles. Desde que el mestizo se avergonzó de su sangre de indio, desde que Estados Unidos se adjudicó la mitad de México, desde que el país vecino se convirtió, en la acomplejada mente del mexicano, el país de la utopía: el big brother; desde que el gringo se convirtió en el Mister para una raza de lacayos conformistas. Esta derrota en el fútbol no pasará de allí; seguro habrá derrotas más vergonzosas. ¿Cuándo llegará el hastío? ¿Cuándo nos cansaremos de perder? ¿Cuándo le ganará la tenacidad al conformismo? Quizá cuando al entregar el corazón, entreguemos también algo de inteligencia. Pero antes, mucho antes de albergar ese sueño de triunfo, tendremos que vencer nuestros complejos. Tendremos que poner la integridad, antes del orgullo. Ese día, sabrán mejores las fiestas.

Por: Arturo García

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa putada no es un ensayio, es unicamente una perspectiva de lo que un cabrón que le va al United Manchester o al Braza piensa. Lo demás es un churro, que me lo paso por los huevos. Me gusto la foto, empero.
Blue Demon

Anónimo dijo...

Que chingue a su madre Blue Demon, que no sabe ni deletrear la palabra ensayo, que en virtud, no es un ensayo. Un ensayo, pretende una calificación de un tema, bajo la lupa de respaldos, este güey no cita fuentes. Sólo lo escribe lo que le da su puta gana. A mi, Arturo García me cae en la punta de la piiiiiiiiiii pero, admiro su retorica. De todos modos no sabe qué pedo con el fut.

Efren González

Arturo García dijo...

Blue Demon, Efrén González, Director que les permite a ese par de piiiiiii publicar sus piiiiiii, aquí les va mi retórica californiana: faqiu!

Arturo García