13 abril 2008

EL ESPÍRITU DEL TEATRO

“Un pueblo sin teatro es un pueblo sin conciencia”
Rodolfo Usigli.

El vocablo teatro suele tener varios significados: edificio para representaciones dramáticas; la poesía unida a la acción; la suma de todas las bellas artes; pero principal y fundamentalmente el teatro es uno de los tres grandes géneros literarios: el Género Dramático.
---Cuando un autor desea hablar de sí mismo, de su interioridad, sus sentimientos o ideas, creando una poesía o un ensayo, se dice que su texto pertenece al Género Lírico. En el Género Narrativo el autor nos cuenta una historia, nos habla del mundo exterior. Ahora bien, cuando el escritor se preocupa por el comportamiento humano, utilizará el Género Dramático.
---Aunque podemos advertir los inicios del teatro desde la prehistoria –con el uso de máscaras y representaciones de cacerías o batallas–, suele decirse que el teatro se inicia en Grecia, derivado de los coros cantados en honor de Dionisios; por lo que el género aparece como una forma explícita y ritual de manifestar los sentimientos religiosos, pero no de un individuo, sino de una sociedad, de ahí la esencia ética de su contenido.
---Para el autor de teatro, el ámbito humano está regido por dos tipos de leyes: las leyes cósmicas, aquellas impuestas por una divinidad, o por la misma naturaleza, que son inmutables y valederas en cualquier parte; y las leyes de tipo social, cambiantes y pasajeras, impuestas por las costumbres de cada grupo humano.
---Cuando un personaje, impulsado por su carácter o por circunstancias externas, se ve obligado a romper las reglas cósmicas, tendrá como consecuencia un terrible sufrimiento; no por el castigo que le impongan los hombres o la divinidad, sino como resultado mismo de su transgresión; sufrimiento que lo convierte en un personaje trágico. Ahora bien, ese sufrimiento lo puede llevar hacia su destrucción o hacia una superación o sublimación, convirtiéndolo en un hombre mejor que el que era antes de su yerro. Ejemplos así los encontramos en las obras clásicas: Otelo se suicida al enterarse de que su mujer Desdémona, a la que ha matado, no le había sido infiel; en cambio, Edipo logra expiar su culpa después de toda una vida de sufrimiento.
---Pero cuando el personaje va en contra de las leyes sociales, su conducta lo convierte en un ser ridículo, lo que da origen a la comicidad, como la lograda por Moliere con su famoso Tartufo, el hipócrita santurrón.
---Mas debemos dejar muy en claro que, aunque el conflicto de la obra teatral esté siempre basado en un problema ético, muy raras veces el autor trata de darnos un consejo moral diciéndonos exactamente cómo debemos actuar, pues el objetivo del género no consiste en moralizar, sino en mostrarnos el porqué de algunos comportamientos humanos.
---En cuanto al objetivo básico del teatro, por supuesto que los criterios abundan, así que siempre habrá quien abogue por el teatro comercial, cuyo público sólo trata de olvidar sus problemas y responsabilidades cotidianas, buscando únicamente el espectáculo y la diversión, y cuyos productores afirman: “al público hay que darle lo que pida, porque en definitiva, el que paga manda, y lo importante es multiplicar el capital invertido”.
---Otros más son aquellos que exigen un teatro que enseñe una lección que eleve, que predique sermones, obras que estén de acuerdo con sus altos principios, “obras bellas y limpias”.
---Y no falta aquel grupo que considera al teatro desvinculado de la sociedad donde se genera y piensan en aquello de “el arte por el arte” creando obras tan complicadas, que sólo un reducido grupo las disfruta.
---Muy aparte de estos criterios, sabemos que el público va al teatro para sentirse emocionado (sorprenderse, excitarse, divertirse, asustarse) porque en el teatro el contenido emocional es más importante que el intelectual. Y es que el drama produce símbolos en forma de imágenes capaces de ayudarle al hombre a calmar su angustia cuando advierte la insignificancia de su ser ante la magnitud de las fuerzas de la naturaleza, frente a los abismos de su propio yo.
---Por regla general el autor compadece profundamente el héroe (en su tragedia o su ridículo) y aunque no justifique su acción, comprende sus motivos y expone su caso, en un intento por conmover al público del mismo modo que lo ha conmovido a él; y en el momento en que el espectador, a través de su comunión con el personaje, se conmueve hasta las fibras más íntimas, está liberando a su espíritu de una multitud de impulsos reprimidos, realizándose el fenómeno llamado Katarsis, que es la purificación del subconsciente gracias a la contemplación artística.
---Este mágico poder del espectáculo teatral ya había sido señalado por los filósofos griegos, y a partir de entonces, el escenario se ha convertido en un medio didáctico excelente, utilizado por la iglesia para la catequesis (pastorelas y representación de “La Pasión”), en vocero de las demandas populares (“Fuente Ovejuna” de Lope de Vega) en una crítica a los vicios de la sociedad (“El burgués ennoblecido” de Moliere), en la denuncia de hipocresías e injusticias (“Casa de Muñecas” de Ibsen).
---Por eso a los teatros acude gente de diversas clases sociales, para sorprenderse ante la expresión de sus propias virtudes, ante la reflexión de sus propios defectos, ya que “Un pueblo sin teatro, es un pueblo sin conciencia”.

Zaida Cristina Reynoso

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