24 marzo 2010

Diatriba contra la Estulta

(Más de homosexualidad y religión…)

"Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatan, que me fuiste muy dulce.
Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres".
Samuel 1:26

A Toño, a Ricardo y a Victor:


Acerca del artículo de “Que los jotitos no van al cielo” (Página, Num. 49), firmado por Javier Raygoza Munguia, donde habla acerca de la noticia que escuchó por la radio el 2 de diciembre a voz del Cardenal mexicano, Javier Lozano Barragán, donde insolentemente afirma que los homosexuales no irán al cielo; comentario por demás retrograda y de una mente que padece de cerrazón; producto de una institución terca, adulteradora, contumaz, tartufa, inquisidora y represora… Pero no me cayeron de sorpresa los comentarios. Nada menos se podía esperar de un burro de esa índole, quien ya ha dicho antes que los preservativos son la gran farsa; quien está en contra de la donación de órganos, de la eutanasia y –por supuesto—del aborto, sea incesto, parricidio o violación. Como se darán cuenta, aun no hago las pases con la iglesia que me trató de aherrojar la libertad de alma y de pensamiento; con la mentirosa, con la adulteradora de la historia, con la inquisidora, con la Puta de Babilonia, como la llama Vallejo y de donde extraigo algunos adjetivos. Permítaseme entonces dar mi punto de vista muy particular y subjetivo de este tema tan vituperado y de mal sabor para la iglesia católica, alharaca mesiánica que se sigue dando golpes de pecho hipócritamente. Que los jotitos no van al cielo. Eso más bien es asunto de aerolíneas. ¿Quién diablos se cree el santurrón cara de caballo para decir que los homosexuales no tienen cabida en el reino de Dios? ¿Se siente a caso amo y señor de la vida y de la muerte para espetar tan burdamente una aseveración tan seria para la sociedad, basándose en párrafos bíblicos como si la Biblia fuera el pivote de la humanidad? Ya estamos en el 2009. Ya la gente no está tan tapada como ellos quisieran habernos mantenido. Gracias al Internet y al discovery channel, y a Bart Simpson y al purpura Barney, la gente supo que hay cinco continentes y que la religión católica no es la única opción, que hay más Salvadores y que la Biblia fue escrita por humanos (inspirados en Dios, claro) y que ningún ojete ricachon doctor en teología, egresado de la Pontificia Universidad gregoriana de Roma, nos va a seguir jugando el dedo en la boca con sus aseveraciones pueriles y martajadas por su senilidad y su colmillo filoso de arzobispo y cardenal.

No, Padrecito, esta no se la voy a valer.

¿Pero qué se puede esperar de una boca institucionalizada por una mente que no es capaz de pensar por sí sola porque lleva arrastrando consigo las pesadas cadenas del pecado mayor de la iglesia que es de desmentir sus propias mentiras? Claro está que tenía que escudarse con versículos bíblicos. “No lo digo yo, lo dice San Pablo.” ¡Qué huevos! Culpen al muertito, yo nomás repito. Pero San Pablo, en su epístola a los Romanos (Ro 1:26-28) no dice eso, él, a su vez, le avienta la bolita a Dios, a quien no se le puede cuestionar nada pues Dios no escribió ni dijo nada, Dios, según la fe cristiana, inspiró a los escritores de los testamentos a escribir su legado a la humanidad. Si este es el versículo al que el cardenal se refiere, la misma Biblia los desmienta a ambos (2 Pedro 3:15-16). Pero para entender esto hay que buscar qué es la Biblia. La Biblia es una colección de escritos que a través de más de mil años nos relata la historia de la relación de Dios con los hebreos y el pueblo cristiano. Fue escrita en varias lenguas, abarca diferentes formas literarias, y refleja culturas muy diferentes a las nuestras. Estos factores son decisivos para interpretar correctamente a la Biblia en su contexto. Hablando en un contexto contemporáneo, empero, se puede decir que la Biblia llegó a nuestras manos pirateada, manoseada, manipulada y diversificada por la larga retahíla de lenguas, idiomas y agentes que se encargaron de interpretarla a como mejor les conviniera. Pero esto ya comienza a saber más a postulado antisemita que a ensayo. ¿Veamos pues, por qué tanto odio a los homosexuales? Al grado que un ser humano de carne y hueso, pecador y mecenas, bueno y malo, justo y tirano, los abomine y les coarte el pase a la gloria como si el fuera el todopoderoso, por el simple hecho que no fueron capaces de inclinarse por el sexo opuesto. ¡Bendito Dios! Y discúlpenme, pero, ¡Qué pesha y que abominable es la pesha!

No sé si sepa o sólo se cierre a los estudios científicos y de arduo hurgo. Escuche pajarraco colorado, si para usted y para la iglesia católica la homosexualidad es un problema, para la medicina y para la psicología es una orientación sexual. 1 Desde 1973 la comunidad científica internacional considera que la homosexualidad no es una enfermedad. En 1991, el neurocientífico estadounidense Simón LeVay, publicó un artículo llamado “Una diferencia en la estructura hipotálamica entre hombres homosexuales y heterosexuales”. 2 En este artículo se describe una diferencia en el porcentaje del tamaño y volumen del tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior (INAH3) entre hombres homosexuales y heterosexuales, aclarando que este es más grande en heterosexuales en comparación al hallado en cerebros homosexuales. El INAH3 homosexual es similar en tamaño al encontrado en cerebros femeninos.
Veamos entonces. Lo que me convocó a escribir este ensayo o más bien lo que me incitó fue la oportunidad de sacar mi coraje en contra de la iglesia católica. Y eso tampoco es justo. Hay instituciones bien formadas de católicos serios que buscan el bien de los demás anteponiendo el bienestar espiritual propio. Yo no soy nada ni nadie para criticar las inclinaciones religiosas o de fe de los demás. Apenas puedo con la cruz que llevo desde chiquillo, desde que me mandaban al catecismo a huevo, desde que mi abuela Concha en paz descanse me hacía rezar rosarios interminables cuando debería de estar jugando a las escondidas. Pero hay gente buena, como todo. Hay asociaciones ejemplificadoras que hacen retiros espirituales y que obran por el bien de la sociedad ahora que más se necesita y que no andan pregonando lo bien que hacen, y no hacen tirajes de trípticos y panfletos de niños miserables decorados de moscas, mocos y manchas en algún sitio de África, para desparramar la contagiosa lástima de los feligreses que son entrenados (como quien dice) a servir de plañideras de otras capillas cuando en su propia casa hay difunto tendido.

Pero entre el despilfarro de santos y vírgenes, descollan las cataratas de baleados, de quemados y de decapitados, en las cristeadas, en las cruzadas y en la edad media. Pero al doctorcillo vestido de caperucita roja se le ha olvidado. Vayamos al grano que ya me cansé de escribir. La iglesia Católica Apostólica Romana no está ni en derecho ni en estado ni en posición de vituperar, de criticar y mucho menos de condenar a los gays (manéjese como sustantivo) cuando su santa grey está llena de homosexuales, transexuales (véase en google Padre Vincent 'Anthony' Capretta, alias Big Mama), de los cientos de narcoservidores, 3 de depravados ginecólogos (véase los conventos femeninos de Medellín, que se dedicaron a sacarles el útero a las monjas de la ciudad bajo el lema de que los úteros que no se usaban para la gestación producían tumores: “la mujer que no pare hijos, pare miomas”). Claro está que esta cruzada fue perpetrada y dirigida por los padres calenturientos que (a bien) preferían copular con las monjas que con los niños o con las señoras cotorras de los pueblos. No nos cerremos a nuestras convicciones óseas, sabemos, en lo profundo del hueso que la celibacia en la iglesia católica es un problema. Más grande aún que el de la homosexualidad para su propia institución. Ojala se dejaran de cosas y comenzara la iglesia a pensar que para el bien de todos, los padres son hombres y los homosexuales son homosexuales, hombre o mujer, ellos no tienen la culpa, muy por detrás del gozo, hay un ser humano que sufre, porque en más de dos mil años no ha podido una sociedad arribar a un ton sincrónico en el cual haya igualdad sin importar nada, ni religión ni partido político ni orientación sexual. Larga es la lista de versículos bíblicos en contra de la homosexualidad (de acuerdo a la traducción del arameo, al hebreo, al latín, al ingles, al español al castellano...uff…) pero más larga es la lista de pasajes y versiculos en los cuales impera la inmensa bondad de Dios, tal como lo percibe la iglesia cristiana, redime a todo ser humano de todo pecado confiriendo el derecho de arrepentimiento. No cabe duda, yo soy católico (por nacimiento y no por convicción) de que pertenecemos a la religión más solapadora del mundo: la que viola, mata, roba, miente, desahoga, “yo lo he hecho”, dicen los arrepentidos en los retiros espirituales, al final, si te arrepientes, las puertas del cielo están abiertas. El reino de los cielos es para los niños y para los arrepentidos, ¿pero no para los homosexuales y las lesbianas? ¡Qué iglesia tan tartufa!

PD: Puesto que cualquier argumentación tiene que tomar en cuenta la falta de datos, es mucho más confiable volver a los grandes principios del Evangelio enseñados por Jesús y los apóstoles. Ama a Dios con todo tu corazón, y ama a tu prójimo como a ti mismo. No juzguen a otros, para que Dios no los juzgue a ustedes. El fruto del Espíritu Santo es el amor…contra esto no hay ley.

Una cosa es absolutamente clara, como dice Pablo en Gálatas 5:14: Porque toda la ley se resume en este solo mandato: "Ama a tu prójimo como a ti mismo."

Esto me lo enseñó mi iglesia, ¡que ya me deje en paz, por favor! (o por Dios, por favor).
Y como dice mi amigo Z Puglisi: Punto.
1. University of Waterloo.
2. LeVay S (1991). A difference in hypothalamic structure between homosexual and heterosexual men. Science, 253, 1034-1037.
3. Héctor Abad Faciolince, El Olvido que seremos, pg. 57.

Otras fuentes:
Winkipedia
Diccionario Enciclopedico Larousse
La Biblia, versión King James
La Puta de Babilonia, Fernàndo Vallejo
Fairwell to God, Charles Templeton
Lost Christianities, Bart D. Ehrman
Letras Libres (saltapatràs) de Guillermo Sheridan

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