13 julio 2008

Teratogénesis

15 de Abril, 8:45 a.m.
Querido Tiberio:
Hace sólo dos meses que regresé a nuestro Ajijic. Perdona que no te haya escrito antes pero aún no acabo de acostumbrarme al cambio. Tú sabes. Ajijic se parece mucho al pueblo de nuestra infancia; ayer, mientras daba una vuelta por la laguna, para irme acercando a ella de nuevo, vi a dos niños jugando con un mayate de esos que tú y yo solíamos amarrar con un mecate ¿te acuerdas? Lo traían a la vuelta y vuelta al pobre. Han pasado 20 años y a pesar de todos los cambios muchas cosas siguen siendo iguales. Todo lo que nos decían de que la laguna estaba llena de lirio: pues no es cierto Tiberio, parece un inmenso mar como siempre. Incluso creo que hoy está más brillante que nunca. Estaremos en contacto.

14 de Octubre, 10:34 a.m.
Tiberio:
¿Cómo estás? No has querido contarme cómo se ve la ciudad de los vientos sin mí, quiero decir, sin nosotros, sin nuestras interminables fiestas. Encontré trabajo: estoy en la carnicería de mi padrino Chente. Sí, sigue vivito el don. La carnicería se llama “El Señor de las Carnitas” y le va muy bien, incluso tiene otras tres sucursales “La Comunidad de la Pepena”, “Las Dos Cazuelas” y “El Regreso del Puerco”. El trabajo es fácil aunque no me gusta tratar tanto con los gringos. Si por eso me vine de allá, porque ya estaba harto de ellos. Recuerdas cuando mi madre nos regañaba porque nos metíamos a casa del gringo James a robarnos los dátiles. Ese gringo siempre me dio miedo. En fin.

20 de Noviembre, 12: 30 p.m.
Querido Tiberio:
¡Hoy la vi! ¡La volví a ver! Hace una hora en el desfile, por eso corrí a escribirte aunque el correo estará cerrado hasta mañana. No ha cambiado en casi nada. Sigue igual de hermosa. ¡Lupita! Sí, Lupita, la hija de don Pajuncio. Acuérdate Tiberio cuando nos peleábamos por ella en la primaria. Tú sabes, en 20 años no he podido dejarla de querer, a pesar de todo. Mi corazón saltaba cuando la vi, no puedo creerlo Tiberio, a mi edad. Y ella es… tan hermosa… Escríbeme Tiberio.

28 de Septiembre, 2:15 p.m.
Tiberio:
¿Cómo no estuviste con nosotros? La boda fue inolvidable. Todo Ajijic vino. Nuestros tíos, los Ávalos, ¿los recuerdas? Rosendo bebió de más como siempre, se puso de bravucón y se la estaba haciendo de tos al pastel de tres pisos. Nos moríamos de la risa Tiberio. Lupita estaba maravillosa como siempre; la hubieras visto, tan chula… Como siempre soñé verla. Tiberio, estoy tan feliz. Espero que puedas venir pronto.

2 de Marzo, 4:44 pm.
Tiberio:
Hace mucho que no sé nada de ti. A veces, extraño de veras nuestras aventuras. ¿Qué crees? Te tengo una buena noticia: Lupita está embarazada. Sí, sí, lo sé, dije que nunca iba a ser papá, pero ahora que la veo siento que todos los años de sufrimiento que pasamos en el Norte valieron la pena. Escríbeme pronto por favor.

4 de Julio, 5:01 pm.
Querido Tiberio:
¿Cómo va todo? Te escribo hoy que es el día de la independencia allá en Chicago. De seguro estarán de fiesta todos en el taller. Recibí tu carta, felicidades. ¿Qué te puedo decir? Haber estudiado esos años la nocturna y el inglés ahora nos están sirviendo. Don Chente ya me dejó a cargo también; se va y sólo regresa por las cuentas. Lupita se ve bien, el embarazo ahí va, en popa. Espero poder mandarte unas fotos en cuanto haya un espacio libre. Escríbeme más por favor…

30 de Agosto, 7:28 pm.
Tiberio, hermano:
Muero de felicidad, tuvimos una sirenita, justo al año de casados como dijo aquel. Es la cosa más hermosa del mundo entero, una niña gorda y sana, chapeteada: una angelita de Dios, Tiberio. Habías de verla. Oh, qué felicidad hermano. Tú también deberías pensar en sentar cabeza, ya sabes, casarte como yo. No sabes de lo que te pierdes… Mi niña… desde el primer momento en que la vi, amé sus cachetitos chapeteados, como esas manzanas que cortábamos en California, ¿recuerdas? Bueno. Ya la conocerás.

11 de Diciembre, 9:50 pm.
Tiberio:
Gracias por tu carta. Yo te tengo malas nuevas. Mi angelita está enferma. Dicen los doctores que no es nada serio. La semana pasada estuvo inquieta y la llevamos al centro de salud. Parece que es normal a su edad, Lupita está preocupada. Mañana es el día de su santo, la fiesta de la Guadalupana. No podremos salir hasta que mi angelita mejore. Cuídate hermano.

18 de Febrero, 10:25 pm.
Tiberio:
Mi angelita no ha mejorado. Ya la llevamos al Civil a que le hicieran estudios. Los doctores aún no saben qué es. No deja de llorar todo el día. Mi bebé… Doña Catalina cree que tiene mal de ojo, mañana la voy a llevar a que la limpien a ver si así se le quita lo que trae.
03 de Mayo, 11:10 pm.
Tiberio:
Hemos andado del tingo al tango. Ayer por fin le pusieron nombre a lo que mi bebé tiene, se llama teratogénesis, los doctores dicen que es por mi mujer, por el pescado, por el agua de la laguna. Yo no quiero creer, estoy asustado. Los doctores me explicaron que hace unos años el gobierno le echó un líquido a la laguna para matar al lirio, que porque no se veía bien y querían promover el turismo. Los doctores dicen que ese líquido, que se llama glifosato, es malo, que trataron de prevenir al ayuntamiento que cosas malas podían pasar pero que no hicieron caso. Lupita no lo sabía. ¿Cómo iba dejar de alimentarse de nuestra laguna? Hay un tratamiento pero es muy costoso. Espero conseguir algo de dinero en estos días. Que Dios cuide a mi angelita.

15 de Junio, 11:50 pm.
Tiberio:
Gracias por el dinero que me mandaste. Te juro que en cuanto pueda te lo envío de regreso. ¿Por qué a nosotros nos toca pagar los errores de los políticos? El viernes tenemos que llevarla a tratamiento a Guadalajara. ¿Por qué no piensan lo que hacen? ¿Por qué sólo hacen las cosas por dinero? Y como en casos como el mío ¿a quién puedo reclamar? Ya pasaron años desde que contaminaron nuestra laguna, ya no hay nadie que me pueda escuchar y los que están ahora en el ayuntamiento dicen que no nos pueden ayudar. La semana que viene te escribo hermano.

3 de Noviembre, 11:59 pm.
Querido hermano:
La laguna está enfurecida, parece que no le gusta el sabor del glifosato ese. Ha estado lloviendo, mucho, y ya no sé si el agua cae desde las nubes o es que desde la laguna se levanta hacia el cielo, es todo tan confuso. Angelita murió, no pudimos hacer nada, no te describo lo que sufrió porque recordarlo me vuelve a arrancar la vida. Hay tantas cosas que no entiendo hermano… Los chapetes no eran por salud, era esa maldita deformación en las células. ¿Sabes lo que es eso? ¿Sabes lo que se siente que te arranquen un ángel de los brazos? Aún busco el porqué la madre que nos daba vida cuando éramos niños hoy me quita lo más sagrado, mi angelita, mi recompensa por todos esos años de dolor en Estados Unidos. La vida es tan injusta hermano, estoy tan desesperado, me siento tan mal. Dime qué hacer Tiberio, cómo calmo este dolor… Mi angelita se murió…

4 de Noviembre, 12:00 am.
Querido hermano:
Maldigo el día que en regresé a esta tierra.

Mario Z Puglisi
Teratogénesis obtuvo el primer lugar en el Noveno Encuentro de Escritores en la Ribera, Chapala: Puros Cuentos.
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Michi.

Yo la verdad todavía no sé exactamente lo que pasó aquella noche.
---A pesar del transcurso de tantos años y de haber repasado una y otra vez en mi cabeza el suceso, la manera en que ocurrieron y cómo sucedieron los hechos no se aclara definitivamente.
---No fue la luna, no era luna llena y el lago no estaba en calma como para asegurar que aquello fue un milagro y mucho menos por las condiciones de paz en las que se asegura suceden tales fenómenos. No, no había tal paz. No hubo luces extrañas ni cegadoras surgiendo de la laguna o en el cielo para creer que fueron avistamientos “del tercer tipo”.
---Después de ocurrido aquello el silencio que se apoderó de todos los que fuimos testigos me permite insinuar, ahora a la distancia, que yo no era el único que no lograba explicar lo sucedido.
---Recuerdo a Manuel, envuelto en el “eslipin” y todavía temblando aunque la ropa mojada ya se la habíamos quitado. La imagen de cómo lo encontramos, con los ojos desorbitados, tosiendo, jadeando y completamente empapado, en esa madrugada de principios de noviembre vuelve a enchinarme la piel y eso sí que no lo puedo evitar. Era, recuerdo, cualquier día de la semana; no era sábado ni era domingo.
*

–No mames we, esto está chingosísimo. ¡Uta pinche lago está pero bien chingonamente chido! –decía Manuel mientras no quitaba la vista de la gran extensión de agua que en ese momento ofrecía unas olas suaves pero robustas y con un ritmo de vaivén hipnotizador que hacía más placentero y relajado el momento. Sus pies, ya sin tenis, se hundieron en la fresca, casi helada agua del Lago de Chapala, mientras atrás junto a la Explorer de José se habían quedado los demás.
---La música que emergía de las bocinas del autoestéreo sólo daba pequeñas probadas de una canción y otra, en el proceso de selección en el cuál, José, el encargado de “prenderle y subirle” buscaba alguna melodía que lo convenciera. Por fin: ¡pum, pum, pum! se dejó oír el beat sincronizado de una pieza de música electrónica. Satisfecho José, metió la mano a la hielera por otra cerveza y mientras se acercaba al grupo la destapaba con su llavero. Podían subir el volumen a su gusto, pues estaban lejos de cualquier finca y sabían que no molestaban a nadie. ¡Pum, pum, pum!
*

La verdad no estábamos tan borrachos, bueno por lo menos yo no, si acaso Julia o Luisa pero la verdad yo no. Ni Manuel, a pesar de haberse tomado unas diez cervezas no perdía el hilo de la conversación no gritaba como lo hacía José o Lupe.
---Me acuerdo muy bien cuando Mane se alejó del grupo para ir a “miar”: caminó con sus pies descalzos en el agua del lago y se detuvo de espaldas a nosotros.
---Las risotadas de Lupe todavía resuenan en mi cabeza y el recuerdo con molestia, porque minutos después de estar escuchando sus chistes ramplones me di cuenta que Manuel se había alejado y que ya había tardado mucho más que lo que una simple miada te puede tomar. Las carcajadas me estaban cansando. De cualquier manera en ese momento, recuerdo, no me alarmé.
*

Nacho miró el reloj por enésima vez esa noche, eran las 12: 38.
--- –¿Qué we?, ¿ya te tienes que ir? o ¿vas a llegar tarde al trabajo? –le preguntaron entre carcajadas Lupe y José que no habían parado de reír desde que arribaron al lugar. Ellos aún no se habían percatado de la prolongada ausencia de Manuel.
---Había pasado más de una hora desde que llegaron y éste se había alejado algunos 15 minutos después. Desde entonces eran más de 45, para una simple miada, era mucho tiempo.
--- –Oigan ya es mucho rato que se fue el Mane ¿no? ¿On’tará? –preguntó Nacho. Dejaron de reír y todavía entre bromas comenzaron a mirar a los lados, a escudriñar entre la oscuridad.
--- –Neta. Pa’ ser una miada cualquiera, ya hubiera llenado la laguna –comentó riendo Luisa.
--- –¡Manuel, Manuel! –comenzaron a gritar para todos lados haciendo caja con sus manos una vez que Nacho les comunicó su preocupación.
--- –Este hijo de la chingada, nomás que se haya ido el cabrón –amenazaba para sí mismo José después de que habían pasado más de dos horas que lo esperaban con gritos que a veces lanzaban al aire.
---Pasaron más de cuatro horas, dieron las 4:10 de la mañana. Nadie se atrevía a pronunciar la palabra maldita, tal vez para conjurar el hecho, pero en la mente de todos revoloteaba como un abejorro que molesta sin descanso: ¿y si se ahogó? Sólo clavaban las miradas en el infinito con los ojos muy abiertos.

*

–La niña, ¿Dónde está la niña?
--- –¿Cuál niña we? Ya despierta cabrón, ¿te sientes bien? ¿Te golpeaste?
--- –¿No te duele nada? –preguntó Luisa con incontrolable angustia.
--- –¿Dónde estabas cabrón? ¿A dónde te fuiste?
--- –La niña, ¿pa’ dónde se fue? ¿Pa’ dónde? –preguntaba insistente tiritando de frió por las ropas mojadas y cubiertas de arena y algas. Luisa ya le secaba el pelo con una toalla que sacó de la camioneta.
--- –¿Cuál niña we?, aquí no hay nadie más que nosotros –afirmaba con insistencia Julia mientras miraba alrededor tratando de escudriñar en lo oscuro de la madrugada.
Silencio total; sólo las ranas y los grillos. En el lago se escuchó el chapaleo de un pez de gran tamaño o algo parecido, una carpa tal vez.
--- –¡La niña cabrones, la que me sacó de la laguna! –les gritaba Manuel asustado entre sollozos y desesperación.
---Sólo sus gritos se escuchaban en la quietud de la madrugada.
---La música hacia rato que ya no se escuchaba, y las estrellas en el cielo cual vigilantes mudas y estáticas se conjuntaban para lograr que aquel momento rayara en la locura. El frío de la madrugada calaba hondo, y las olas seguían con su letanía que nada explicaba de lo sucedido.
--- –Mejor ya vámonos muchachos –dijo con voz temblorosa Luisa cruzándose con fuerza de brazos, como abrazándose a sí misma.
---En profundo silencio todos subieron a la Explorer. Manuel, ayudado por Nacho y Lupe, tiritaba todavía. Se acomodaron en su interior. José arrancó el motor y encendió el aire acondicionado, la música no.
*

Al pasar de los años Manuel sigue siendo el mismo de siempre. Ya no cuenta de la niña, ha de ser porque se imagina que nadie le cree. No ocurrió ningún cambio en su vida o su persona ni nada parecido a un ensimismamiento. Todo es normal.
---De Lupe y José, hace tiempo que los dejé de ver; Luisa se casó y se fue a Estados Unidos, Julia vive en el D.F, de vez en cuando la saludo por teléfono.
---Pero a mi compadre Manuel lo sigo viendo casi cada fin de semana porque me encanta saludar a mi ahijada Michi, (así le puso mi compadre no sé por qué pero no fue idea de mi comadre) y le compro regalos de vez en cuando, le encantan los juegos de mesa.

Beto Muñoz
Michi obtuvo el segundo lugar en el Noveno Encuentro de Escritores en la Ribera, Chapala: Puros Cuentos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ESta chido el pinche cuento es de poca madre.
Felicidades
jose

Anónimo dijo...
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