26 enero 2009

Dolly



Hay animales famosos en la vida: el gato con botas, los renos de Santa, el conejo de Alicia y muchos otros más. Pero también los hay en la ciencia. Y quien encabeza la lista de los animales más famosos en el mundo de la investigación, es sin lugar a dudas Dolly, la renombrada oveja clonada. Dolly entró en la historia de la ciencia, desde su nacimiento el 5 de julio del año 1996, por ser el producto de la clonación a partir de una célula adulta de otra oveja. Este descubrimiento fue de gran relevancia en el campo de la biotecnología y además fue la clave para iniciar el debate, aún vigente, sobre la polémica clonación humana.

Todo comenzó con el descubrimiento del código genético. Los biólogos del mundo desarrollaron varios proyectos de clonación, entendiendo la misma como la creación de la copia idéntica de un organismo vivo a partir de su propia cadena de A. D. N. El Instituto Roslin, ubicado en Edimburgo, capital de Escocia, era ya uno de los centros más afamados en manipulación de embriones y estudios del mapa genético. Hasta antes la clonación se había practicado con ranas, vacas, ovejas y otros animales pero siempre a partir de células embrionarias, y no de la célula de un adulto. Sin embargo el objetivo más ambicioso era clonar a los seres humanos y desde esa medida enfocaron su atención en los mamíferos. El equipo de biólogos Ian Wilmut (1944) y Keith Campbell (1954) fue el responsable del experimento.

Lo hecho por los científicos fue, básicamente, aislar una célula de una glándula mamaria de una oveja de seis años de edad (adulta, reproductivamente hablando) y de allí tomar el núcleo celular, estructura donde se concentra la información genética. Del mismo ejemplar retiraron un óvulo, célula sexual sin fecundar y desecharon el núcleo. Pero aquí lo importante fue conservar el citoplasma de la célula porque allí se encuentra la maquinaria bioquímica que se necesita para fabricar las células y dentro de ella unir las dos células manipuladas.

Cuando tuvieron el material listo, incitaron la unión de ambas células al interior del citoplasma mediante la aplicación de una ligera corriente eléctrica. La nueva célula que crearon dio origen a un embrión que fue colocado dentro del útero de la donadora, donde la gestación progresó normalmente en el curso de seis meses. Entonces, Dolly, el primer mamífero clonado después de 277 intentos, nació en ese año 1996, aunque la noticia fue dada hasta 1997 por su creador Ian Wilmut pues pretendían guardar el secreto hasta conseguir la patente de la técnica utilizada. Para cuando Dolly nació ya tenía seis años genéticos pues era la edad de la célula de donde se obtuvo. La hermana de Dolly, Oveja Monka, no pudo ser clonada.

Su apariencia exterior era absolutamente normal, similar a cualquier oveja, aunque realmente había nacido con algunas anomalías cromosómicas. Fue diagnosticada con artritis a una edad muy prematura. Un estudio demostró que la edad de sus cromosomas era mucho mayor de lo debido; es decir, Dolly estaba envejeciendo demasiado pronto. A los seis años enfermó de un cáncer pulmonar, una enfermedad que es común en las ovejas de once o doce años y especialmente en las que viven en recintos cerrados. Las investigaciones de Ian Wilmut, uno de los creadores de le oveja, demostraron que todos los animales clonados en el mundo sufren malformaciones genéticas y físicas, y frecuentemente envejecen a un paso mucho más veloz de lo normal. El Instituto alertó al mundo en diciembre del 2002 sobre los peligros de la clonación de seres humanos, justo un día después del anuncio del nacimiento de un bebé clonado por parte de la secta de raelianos (el grupo religioso de ideologías extremas) en Estados Unidos.

Pero lo más importante fue demostrar que la clonación era posible. Dolly pasó toda su vida en el instituto Roslin, donde se cruzó y tuvo seis crías. Murió el 14 de febrero del 2006. Entre duros debates sobre sus implicaciones éticas, se han realizado varios experimentos exitosos de clonación en otras especies con éxitos similares a los de la oveja Dolly.

Servando Macías Fermín

1 comentario:

Anónimo dijo...
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