18 mayo 2009

A dos de tres caídas

Una mañana agradable, Galileo Galilei, antiguo estudiante y entonces profesor de la Universidad de Pisa caminaba presuroso hacia la famosa torre inclinada de esa ciudad italiana. Su intención era la de comprobar la teoría de Aristóteles, uno de los pensadores más importantes de la antigüedad y que pocos se atrevían a cuestionar; en la cual postulaba que los objetos pesados caían más rápido a la tierra que los ligeros, porque la caída se daba en función de su peso

Lo acompañaban alumnos, quienes acudían para aprender una lección de la naturaleza preparada por su maestro; sus colegas quienes lo más probable iban a burlarse del fracaso que creían iba a ocurrirle a Galileo, pues no estaban de acuerdo en que osara oponerse a las ideas del tiempo.

Según los relatos de su secretario particular Vincenzo Viviani, el científico italiano Cuando llegaron a la torre, Galileo traspasó la puerta de la torre, ascendió los siete pisos y se situó en el lado inclinado más próximo al suelo. Entonces sacó de su bolsa dos objetos que había elegido cuidadosamente para intentar el experimento: el primer objeto era una bala esférica de cañón hecha de hierro fundido; el segundo de los objetos era otra bala pero de fusil, diez veces más ligera que la primera. Aunque los historiadores afirman que quizá no lo llevó a cabo realmente es una de las grandes leyendas de la ciencia.

La intención de Galileo era la de demostrar con este experimento que los cuerpos caen a la Tierra con la misma velocidad aunque sus pesos sean distintos. Si tenía razón, las dos esferas que participaban llegarían al suelo casi al mismo tiempo. El experimento se realizó. Galileo soltó simultáneamente las dos balas desde una altura de aproximadamente cincuenta metros, sin ningún obstáculo que las detuviera.

Los espectadores sorprendidos miraban a Galileo asomarse desde el filo del séptimo piso: las balas habían caído al mismo tiempo. Durante el experimento se comprobó que todos los objetos llegaban igual a tierra, independientemente de sus tamaños y materiales. Una fuerza misteriosa (que luego se identificaría como gravedad) provocaba la misma aceleración en cada una de ellas.

Al parecer el experimento ya era común entre otros científicos contemporáneos a Galileo. Mito o verdad, a Galileo se atribuye el descubrimiento de lo que hoy conocemos como “Universalidad de la Caída Libre” o “Principio de Equivalencia”, una de las bases de la física moderna, retomaba por Albert Einstein al postular su Teoría General de la Relatividad.

Prof. Servando Macías Fermín

No hay comentarios: