18 mayo 2009

EN LA JUSTA MEDIDA

¿ Qué altura tocará el árbol que me corresponde?
¿ Hasta dónde su verdecido guante?
¿ En qué lugar sus raíces tejiendo el andamiaje?

Yo distancia y lejanía, tanto trasiego en la memoria.

Desconocido enamorado sin haber oído tu pulso verde,
El latido viajándote de hoja en hoja.
Este último verano pudo haberme besado tu sombra,
Y yo indiferente, uno se sustrae en risas,
Que estallan compitiendo con los soles.

¿Eras tú aquel donde apoyé mi espalda,
Y no sentí tu abrazo reconociéndome?
Yo tan distraída por el mundo.

Árbol mío te amo,
Por la tremenda locura de elegirme. Te soltarán raíces,
Y quizás sea el tiempo satisfecho de la fruta,
O hubiese nacido en las yemas el pétalo milagro.

Amado, el sol derramará su leche en el sitio de tu sombra.
Perderás los brazos, viajarás a las manos que te abrirán el pecho.

Ciega vendré a tu encuentro, ciego vendrás a recibirme.
Que caro destino verdeamor, no haberte divisado en la pupila verbo,
Haber mordido tu semilla, palpado una arista de tu follaje,
Y saberte mío entonces nombrándote bajito,

Seremos silencio cayendo en la tierra,
Entrecruzando raíces y tobillos, confundiéndonos en otro siglo,

Luego el largo dedo del sol nos señalará una primavera,
Y ya nunca más ajenos treparemos en el bosque,
Hechos en la justa medida para amarnos infinitos.



Oro Espeso

La noche abre su tienda de venenos,
sus escaparates de narcóticos
Retornas tú, el lanzador de cuchillos
perdido en las galerías de espejo,
te sientas al borde de las ruinas,
consultándome:
_¿Qué harías si tu memoria
se inundara de olvidos?_
Hundo mis manos en los lavaderos
y dejo caer sobre tus palmas,
puñados de oro espeso.


DE UNA MISMA LUZ

Una misma estrella

Moja la tumba
Del degollador de carneros,
Y del que destiló dátiles
A orillas del Gran Río.
Su saliva también resbala
Sobre la nuca y los aparejos
Del distante a una jornada,
Aquel que engarzó sus anzuelos
Y se hizo a la mar con canciones
Al precipicio del alba.
Su destello observó
Traficar hileras de ojos oblicuos,
Arropadas en pieles y sueños
Sobre el gran puente de Beringia.
Sus saetas sobrevuelan
Venerables ruinas,
Vencidas columnas
Mosaicos de delfines.
Ahora humedece los médanos
Donde mi padre silbó sus sueños,
Unge la dispersión del cuarzo,
Las diminutas caparazones.
Escudriña estropeadas cubiertas
Roza el abandono de los náufragos.
Ahora su índice señala
Los pasos del eco en las habitaciones,
El remolino de las hojas
Girando en los salones.
Las lágrimas que ven alejarse,
El azul carruaje del cobarde
Que dijo amar, huyendo enamorado.

Wilma Borchers

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Muerte de las Letras

Le hacen
Estudios antropológicos
A mis poemas,
Pues mis letras están muertas.
Que entre mis poemas tristes
Indaguen con prueba de carbono 16,
Por si encuentran
Algún rastro de amor.
Quizás en los escritos góticos
Encuentren algún
Vampiro,
O el retrato de Lilith
Con influencia del Romance.
Aunque de surrealistas
Sólo encuentren el estrato,
Sin Bretón ni son,
Y con el descontrol de Paz.
O el soneto reluciente
En dueto con la Generación del 27,
Aunque el Dadaísmo…
Tenga a Marx de anfitrión.
¡Qué más da,
Si mis poemas son ahora,
Tumbas de revenientes!


Marcia Romero

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Entre tus manos y mi corazón
se tejen las más dulces notas
de la melodía que has inspirado en mi ser.

En cada célula y molécula de espacio
se desarrolla el sublime sentimiento despertado por ti.

Y en la metamorfosis de mi cuerpo
se expresa el mágico arte de tu cuerpo sobre el mío.

Desplegando el incierto del futurose
desdoblan la certeza de lo eterno
y la incertidumbre de lo efímero,
dando paso a la dulce y mordaz resignación de lo que ha de ser...

Carmen Rodríguez

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