02 enero 2010

La crisis existencial.

Mis queridos lectores, supongo que el estar en cama por más de una semana, con una costilla rota, me ha hecho entrar en esa etapa que creo que le llega a todo ser humano en algún momento u otro. Aunado con el hecho de haber recientemente cumplido un año más de vida, y en esa etapa de la vida de muchas mujeres en que al acercarse a los cuarenta años, o sea, que los jóvenes me empiezan a llamar, “doña” y la gente se dirige a mí con un respetuoso “usted”…

En fin, me estoy haciendo vieja. Los hombres ya no admiran más que las líneas de expresión en mi rostro y mis pechos ya no están voluptuosos (no que alguna vez lo fueron). Pero las cicatrices que mis numerosas aventuras me han dejado en el cuerpo y ver a mis dos hijos rápidamente crecer, a mi madre que nunca la conocí joven hacerse más pequeña y bueno aunque no aparenta su edad los años se le dan a notar. Hasta mi pareja que me lleva veinte años, sólo viene de visita cada quincena. Vaya que la inactividad puede llevar a alguien a una pesada depresión.

Me estoy quejando porque no hay más que hacer. De nuevo mi laptop se ha dedicado a almacenar copias de las copias de las fotos que escaneé, cuando estuve por última vez en mal estado de salud, y el ponerme a rearchivarlas, me ha vuelto a llevar a ver mi pasado. Esas fotos de personas que estuvieron en las ocasiones especiales, los campamentos, los picnics, los cumpleaños, la familia que ya no está, o que está muy lejos como para mantener el contacto.

Hace que una se sienta vacía. Que pienses que ya lo has hecho todo y lo que no, realmente no lo querías hacer. La crisis. ¿En que puede uno soñar? Cuando ya no tienes ganas de soñar ni de hacerte ilusiones. La juventud ha heredado un mundo en el cual el arte ya no tiene escuela, la disciplina ha pasado a un segundo término. La rebeldía, como siempre es la actitud más normal. El que las personas traten de verte la cara, es el pan de cada día. Mis amistades sólo tienen problemas y quejas propias y ya nadie quiere enterarse de los problemas de los demás.

La sociedad se limita a la relación intima con una computadora. Si no tienen una propia, siempre hay algún lugar donde la puedas rentar y hasta tener una sesión de ciber sexo. No que yo lo haga, de hecho no lo entiendo personalmente. Pero el miedo a interactuar con los demás seres humanos nos va aislando. A mí ya no me gusta conocer gente, se involucran hasta ver como explotarte y después te dejan y peor aun se ponen a juzgarte sin haberse preocupado por conocer todos lo aspectos de uno. ¿Qué puede uno aún desear? Sin que miles de personas opinen al respecto. En el pasado, la gente parecía más humana, pero creo que muy adentro han sido siempre iguales. La ocasión hace al ladrón dice el dicho. Y aunque uno trata de obrar bien para dar un ejemplo a sus hijos, ¿Qué pasa si a tus hijos no les importa el ejemplo que les tratas de dar?

¿Cómo podemos realmente cambiar el mundo? Si el mundo se opone a cambiar. El gobierno sigue peor que nunca, los impuestos siguen siendo la noticia del diario. Todos tienen de que quejarse en vez de pagar lo que deben o de perdis abonar. Las deudas se lo comen vivo a uno y a veces no hay ni con qué comer bien. El escritor tiene la ventaja de poder crear su propio mundo, y el lector tiene la necesidad de escaparse de éste por medio de los mundos creados por los escritores. Esa es la única conclusión a la que he llegado. El crear, escribir, es una de las tareas más nobles. Se hace sin esperar nada a cambio. Ya que los escritos son como tener un hijo. Una idea se te mete en la cabeza. Va comiéndote por dentro, va viviendo en ti. La trama y los personajes se apoderan de tu tiempo. Les vas dando personalidades y detalles. Empiezas la investigación para que pueda ser cierto. Llega el momento en que hablas por ellos y como ellos. Y un día, es expulsado al papel como un eco sonido que confirma la existencia de la nueva vida dentro de ti. Entonces no hay marcha atrás. El escrito existe, contigo, sin ti, y a pesar de ti, nuevamente como un hijo. A veces, ese escrito es abortado y jamás llega a ver la luz. Pero aquellos que nacen y pasan por el partero, (el editor)… y son publicados. Dejan de ser tuyos, cobran vida propia. Y como los hijos, harán que seas o alabado o criticado. Pero estas ideas, dejan de ser tuyas. Entran en las cabezas de otras personas y son o aceptadas o rechazadas. Algunos escritos, así como algunos hijos, regresan a cuidar de sus padres. Otros los dejan abandonados y sin frutos del trabajo tan arduo que fue el traerlos al mundo en primer lugar. Si un escritor cría bien a su escrito, podrá ver algunos resultados. Pero si sólo los echas al mundo a valerse por si solos, al final te dejaran solo.

La gente necesita esas ideas. Para escapar de este mundo real que a diario nos enseña que no se puede vivir más en él. Ya sea en una telenovela, película, libro, artículo, o poema. Detrás de las risas, lágrimas, suspenso y emociones prestadas que todos necesitan, está un escritor. ¿Saben? Eso me alienta un poco. Ya que lo único que me gusta hacer es escribir, y sé que ustedes me leen cada vez que Meretrices sale a la luz. Y que quizá, les ayude a escaparse de este mundo un ratito leyendo mis ideas. Ya no me siento tanto en una crisis existencial. Gracias. Ahora la moraleja de cada artículo. Mmm… Cuando más desesperado te encuentres, y creas que ya no puedes más… cambia el mundo, haciendo aquello que te haga feliz.

Paloma Arau

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