09 noviembre 2010

Editorial

Le preguntaron una vez a Artaud que qué pensaba de los alienados. Él respondió: Son hombres que prefieren volverse locos –en el sentido social de la palabra– antes que traicionar una idea superior del honor humano. Por esa razón la sociedad amordaza en los asilos a todos aquellos de los que quiere protegerse, por haber rehusado convertirse en cómplices de ciertas inmensas porquerías. Pues un alienado es en realidad un hombre al que la sociedad se niega a escuchar y al que quiere impedir que exprese ciertas determinadas verdades insoportables.

Hay muchas y muy diversas maneras de enfrentar esos signos con los que algunos nacen y que evidentemente los hacen parecer distintos a lo que damos por conocer como la normalidad; casi como si no encajaran, como si estuvieran hechos de un material extraño. Esa condición tan indescifrable, esa naturaleza tan ajena, esas como conductas que no caben en los pequeños huecos que el rompecabezas de la sociedad deja para que vayamos llenando, terminan tarde o temprano, por representar una especie de viacrucis que se deberá andar de por vida y que se tiene que, ineluctablemente, encarar con todas las armas posibles. Algunos enfrentan este grado de ansiedad mirando el futbol por la televisión, gritándole a los jugadores, al árbitro, aplaudiendo faltas y aciertos. Otros consumen sustancias para distraer un poco la atención de esta dificultad al adaptarse, otros más trabajan mucho, ganan mucho y gastan todo y todo eso que compran les sirve para calmar un poco la solitaria insolación del vacío; algunos más mienten y se esconde, prevarican, hacen de su vida un juego sucio traicionando la confianza de la gente. Pero también hay quienes, ante la imposibilidad de eso que ya saben es imposible, se dedican a la creación del arte, ergo, este tipo de arte es una muestra de ese mundo a muchos inaccesible y que también conforma el complejo de la realidad en la que vivimos, y que por lo tanto, se convierte en un ejercicio poco más que indispensable.

Nada de lo que esté realmente torcido se puede ya enderezar. Desde esta premisa, el arte (por supuesto, no todo) que denuncia, que revela lo más oscuro del ser humano, que pretende lograr dentro del alma grandes hazañas, que a la luz del día parece torcido porque se preocupa un poco más allá de sólo complacer lo que el hombre espera le sea complacido; el arte alienado, pues. Ese arte jamás desaparecerá porque es lenguaje para la completa comunicación de esta especie de personas que, como decía, sienten no encajar por entero en el sistema establecido y que aún con esto son parte fundamental del buen funcionamiento de esto que es nuestra basta diversidad, pecera del ser humano. Sería como pretender quitarles el lenguaje gesticular a los sordomudos y dejarlos solos y desamparados en un mundo de sonidos.

He aquí el número de verano de Meretrices. Bienvenido, amigo.

2 comentarios:

revista literaria hotel dijo...

¿Donde se puede obtener su revista?

merertices dijo...

La revista la consiguen en la ribera de Chapala, Jalisco, más algunos lugares de México donde hacemos envíos. En este correo les hacemos llegar mayor información: meretrices.chapala@hotmail.com