28 octubre 2008

El Virus de la Vaca Boba


Edward Jenner vivió en carne propia una de las más sentidas representaciones de aquella famosa frase de “nadie es profeta en su propia tierra” gracias al amor que sentía por la ciencia. Su padre, reverendo Stephen Jenner, murió cuando él tenía 5 años. Siempre sintió especial atracción por las observaciones de la naturaleza, y especialmente dentro de la rama de la zoología. Su pasión por la medicina nació con el médico cirujano de Sodbury, donde aprendió la ciencia médica. En1770 inició sus estudios en el Hospital San Jorge de Londres y fue allí donde se transformó en discípulo de John Hunter, un importante cirujano y naturista, juntos se dedicaron al estudio de la anatomía, y forjaron una amistad que duraría hasta la muerte de su Hunter. En 1771 rechazó un ofrecimiento para trabajar en el puesto de naturalista en la famosa expedición del capitán Cook, que lo llevaría a realizar investigaciones en el océano Pacífico, prefirió retornar a Berkeley para ejercer la medicina donde se hizo conocido por su trato y afabilidad.


En una ocasión, estando Edward Jenner de visita en una granja escuchó que una joven decía: Yo no voy a enfermarme nunca de viruela porque estoy vacunada (vacunada porque se dedicaba a ordeñar vacas). De aquí Jenner investigó que todos los que realizaban esta tarea se habían inmunizado contra el virus ya que habían contraído la "viruela boba", que es una leve manifestación de viruela que se produce casi siempre en las ubres de las vacas y que no afecta tan gravemente al hombre. Jenner, notó entonces que los que habían sufrido previamente la viruela vacuna demostraban resistencia a la humana, por lo que extrajo pus de una pústula de la mano de Sarah Nelmes, una ordeñadora que había contraído la viruela de su vaca lechera, y el 14 de mayo de 1796 vacunó por primera vez en la historia. El paciente fue un joven llamado James Phips (el cual no había padecido la afección), y quien quedó inmune.


A pesar del buen resultado en la experiencia con el joven James; los científicos de la época, otros médicos, e Incluso la Asociación Médica de Londres (que incluso lo expulsó) se opusieron al tratamiento de Jenner; con un argumento utilizado por el doctor Rowley, que contenía una viñeta en que se representaba a un niño con cabeza de buey. Ésta, según dicho autor había tomado tal forma a raíz de haberse vacunado al pequeño que aquellos que utilizasen dicho método, llegarían -poco a poco - a asemejarse a un vacuno. Por otra parte, la iglesia anunciaba que la vacuna era una acción anticristiana.


Confiado en su descubrimiento y para probar que eran infundadas las afirmaciones de quienes lo combatían, Jenner aplicó la vacuna a su propio hijo de 5 años creyendo con esto poder aplacar y convencer a sus adversarios, pero el método no le resultó y se mantuvieron duras discrepancias durante el término de 20 años.


Pero con los años llegó el reconocimiento: Italia, América, Alemania pero principalmente Francia. Napoleón dio la orden de vacunar a toda su tropa, en el año 1805. . Recibió gran número de títulos de instituciones como la Sociedad de Medicina de Paris, el Instituto de Francia y de muchas otras agrupaciones en todo el mundo. Allí se quiebra definitivamente el círculo de opositores al científico y es entonces que lo invitan a establecerse en Londres y ganar mucho dinero, pero Jenner declina la propuesta manifestando que: Si en la aurora de mis días busqué los senderos apartados y llanos de la vida, el valle y no la montaña; ahora que camino hacia el ocaso, no es un regalo para mi prestarme como objeto de fortuna y de fama. No obstante lo expuesto recibe del Parlamento distinciones en dinero que le permiten pasar una vida holgada.


El 24 de enero de 1823 visitó a un enfermo de parálisis; al día siguiente apareció también paralítico y un día después falleció. Sus restos se depositaron en el santuario de la iglesia de Berkeley.


Para que se tenga una idea de la importancia que tuvo para la humanidad el descubrimiento de Jenner, sería bueno mencionar que la viruela daba lugar a una mortalidad de 15 000 personas al año en Francia; 72 000 en Alemania, y en Rusia llegó a ser la viruela responsable de 2’000,000 de muertes en un solo año.



Servando Macías Fermín

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