07 diciembre 2011

Colores Ancestros

Dionicio Morales




Meretrices (M): Estamos con Dionicio Morales, “Nicho” para los amigos. Dionicio es uno de los pioneros del arte en Ajijic, junto con algunos artistas como Antonio López Vega y Julián Pulido pertenece a la primera generación de artistas en Ajijic no sólo en considerar el arte como una formación seria sino como un trabajo profesional. Dionicio también es uno de los primeros artistas en montar una galería en forma y uno de los más grandes impulsores del pensamiento de izquierda y del movimiento indigenista aquí en Ajijic; a lo que recientemente le podemos sumar que se nos revela como escritor con la publicación de una breve novela llamada Santos Rico: Ánimas de Ajijic. Nicho ¿en qué momento supiste que te dedicarías al arte?

Dionicio Morales (DM): Mira, yo creo que desde el momento que naces, que ves la luz, el paisaje, los colores; desde ese momento vas creándote algo en tu mente, se van grabando imágenes, un recuerdo. En ese momento tratas de manifestarlo a través de algo, haciendo dibujos en la tierra o haciendo esculturas con barro o con olotes de maíz que hacíamos castillos cuando niños. Siempre tratando de marcar un territorio quizá o el simple hecho de hacer rayas. Desde allí empieza esa sensibilidad. Ya creces y tienes otras razones. Entras a una escuela primaria y luego a una secundaria y entre los compañeros a veces te dicen: “oye pues hazme este trabajo o aquel trabajo”. Por la misma habilidad que se te da desde niño. Es así como yo empecé a dibujar y a pintar.

M: ¿Quiere decir que siempre supiste que tu vocación sería el arte?

DM: Sí, siempre. Fíjate, aunque mi papá tenía muchos intereses conmigo. El quería que yo estudiara de todo, arquitecto, ingeniero, doctor. Yo creo que tomé todo esto que quería mi papa y dije: “bueno, para ser de todo yo creo que hay que ser artista”. Y yo lo hice a través de la pintura y con ella manifesté todo ese pensamiento, esa vocación.

M: En esa infancia, quiero suponer, viviste siempre cerca del campo, de las actividades del pueblo porque se refleja mucho en lo que conocemos de tu obra. ¿Cuándo tomaste alguna formación formal para el arte?

D: Bueno, pasaron algunos años y había mucha inquietud. Cuando yo llegué de Trojes a Ajijic, en ese tiempo había muchos artistas internacionales. Así como los hay ahora pero había más y mejores; anteriormente eran muy buenos pintores los que habitaban aquí en Ajijic. Yo tenía interés. Cuando pasaba por las casas y miraba a alguien pintar a través de las ventanas, me asomaba y tocaba, decía que tenía mucho interés también en pintar y ellos decían: “órale pues ahí hay colores y hay un bastidor para que pintes”. También me acuerdo que a un lado de la casa había un señor que se llamaba Carlos Gómez Arias, un arquitecto y pintor; en el lote de la casa no había una división de pared así que yo miraba que pintaba. Un día me invitó a pasar a su estudio y empezó a enseñarme lo que eran las técnicas de aquel tiempo, el grabado, el pastel, el óleo o el temple; el acrílico no porque en aquel tiempo todavía no se escuchaba mucho. También hablaba de literatura, era un señor intelectual… y de música siempre. Recuerdo que tenía su tocadiscos lleno de ópera; cuando él ponía ópera yo me asustaba, la comparaba con las películas de vampiros. Ya luego me fue gustando la ópera, la opereta, la zarzuela y la música clásica.

En aquel tiempo trabajaba mucho lo que era el pastel y el óleo. Fu lo que empecé trabajando. Había una biblioteca por allá por el lado de Tecoluta, lo que ahora es el barrio de Guadalupe, allí llevaron algunas pinturas y pues allí empecé a hacer cuadritos. Por este lado del centro también había otra biblioteca y allí empecé a hacer cuadros. Mi papá un día me llevó una serie de pinturas, tintas más que nada, yo no le hallaba porque eran realmente muy brillantes y además se secaban rápido. Pero empecé a pintar muchos dibujos con tinta china y a ponerles color con acuarela; junté una serie de pinturas; como unas 50. Un día la biblioteca que Neill James abrió becó a algunos de los muchachos, Antonio López Vega fue uno de los becados, José Manuel Castañeda y otros. Entre ellos estaba Víctor Romero y estaba yo. Pero a nosotros nos rechazaron. Yo tenía muchas ganas de entrar a una escuela de artes, y dije: “bueno, voy a hacer una exhibición de mi trabajo y con lo que saque me voy a estudiar a Guadalajara”. Hice la exhibición y vendí casi todo, más de 50 cuadros y con eso junté el dinero y me fui a Guadalajara, hice todos los trámites a la UdeG, a Artes Plásticas. Siempre pensé que era una escuela como me la imaginaba. Cuando llegué pues había muchachos inquietos como yo; los maestros, esperaba que fueran más formales. Y no, eran igual que uno: la forma de vestir, algo hippiosos. En ese tiempo se fumaba mucha mariguana allá en la escuela, yo creo que todavía. Y yo era muy serio, siempre lo he sido. Me decían: “oye ¿de dónde vienes?” “No pues vengo de Ajijic”. Siempre iba con huaraches y un morral. “Ah sí, ¿vienes de Ajijic?, oye pues ahí te encargamos, hay mucha mariguana allá, tráenos ¿no?” Donde quiera había en ese tiempo en Ajijic, en la calle te podías encontrar las plantas. Para mí era algo bien común porque aquí había en ese tiempo, estamos hablando ya de los finales de los hippies aquí. Un día yo me encontré unos sobres de té y los hice pedazos y los aventé en una bolsita, los quemé y olían como a mariguana; dije: “estos se los llevo”. Y les llevé té. Así es como yo empecé en la escuela de Artes Plásticas. Yo ya llevaba una formación cuando llegué, ya sabía hacer un bastidor, pintar, grabar porque ya me lo habían enseñado aquí los pintores.

M: ¿Hasta qué grado llegaste? ¿Y qué siguió después?

DM: Salí los 5 años. Después tuve una invitación del Departamento de Bellas Artes, querían que yo me encargara del auditorio. Me vine de allá, hablé con una serie de personas. Había un comité que desgraciadamente era de americanos en ese tiempo, y yo como que choqué, además con mis ideas que traía de la escuela de los maestros de artes: que el arte al pueblo, que hay que enseñar a la gente, a los niños, a quien tuviera cierta sensibilidad y no cobrar; pero esa gente tenía otros intereses y yo dije: “no, yo no le entro aquí”. Y entonces me dieron la oportunidad de dar clases en la Escuela de Artesanías, allí estuve dando clases muchos años, como unos 8 años, de pintura, dibujo y papel maché. Después recibí una invitación a Estados Unidos a hacer una exposición y me fui. Allí se quedó Julián Pulido como maestro en la Escuela de Artesanías, también él duró como unos 6 años.

Me fui y me fue muy bien, allá con los gringos. Se puede decir que también vendí bastante. Además las oportunidades que son muy diferentes a las de aquí. Allá me sentía hasta halagado, realmente me reconocieron. Por allí yo hice un trabajo, una pintura para un político, creo que era el gobernador del estado, para un cumpleaños de él; y cuando fue la ceremonia para la fiesta de su cumpleaños invitaron a mucha gente, a la televisión y yo pude salir en televisión nacional. Me salieron muchas oportunidades. Había gente que me decía “quédate, aquí te damos departamento, tienes dinero suficiente, nosotros te compramos todo lo que hagas”. En aquel tiempo me acuerdo que vendía en 500 dólares mis acuarelas. Dije “pues me va a ir muy bien si me quedo”. Pero también añoraba Ajijic, y me regresé de nuevo. Yo pintaba bastante anteriormente, mucha acuarela, donde quiera me invitaban a exponer, hice muchas exposiciones individuales y colectivas. Así pasaron los años, me casé y me divorcié. Me volvieron a invitar a Estados Unidos. Me volví a ir, hice una exposición en otro lugar, en una galería en Oklahoma que se llama Galería Casa Blanca. La gente que me invitó era gente que trabajaba en el gobierno, en las embajadas. También pude vender mucho de mi trabajo. Pero siempre quería regresarme aquí a Ajijic, no me gustaba estar más de un mes allá. Se pude decir que Estados Unidos tiene cosas muy bonitas: paisajes, lugares, ciudades, las grandes tiendas y gente bien interesantes, gente de todo tipo. La gente con quien yo conviví era muy interesante, a lo menos en el momento de las exposiciones. En aquel tiempo conocí a una mujer muy bonita allí en Oklahoma, que trabajaba en la galería. Ella era parte de una… se puede decir que era indígena, parte de una reservación; y me invitó a una ceremonia. Fue muy interesante, de allí me empezó una inquietud de saber cómo estaban organizados los grupos indígenas. Me regresé así, con esa motivación.

Después tuve una invitación de un amigo para ir a Estados Unidos. Nos fuimos, yo llevaba mi obra en papel acuarela y allá pude vender y pude conocer mucha gente, muchas galerías, fui a un lugar que se llama Carmel en California que está lleno de galerías, otro lugar que se llama Monterey. Se puede decir que gran parte de California la conocí. De allí nos fuimos más al norte, a Oregón, estuvimos unos días, luego nos fuimos a Washington, allí nos quedamos con una familia que era política porque hasta una avenida tenía su nombre, y de allí nos invitaron, a mi amigo que se llamaba José Hinojosa, que ya murió, fotógrafo, coleccionista, muy bueno, la mejor colección que tiene todavía su hermano Héctor, quien es ahora director del Centro Cultural de Axixic, y a mí nos invitaron a Canadá, nos fuimos a la Isla Victoria, allí estuvimos una semana, y pues igual, las galerías, el colorido, los jardines grandes, jardines de flores, muy hermosos, lástima que no es mi gusto, es como si fueran paraísos pero artificiales. Ya de allí nos regresamos de nuevo a México en avión.

Por otro lado siempre tuve el interés de promover a los pintores, se puede decir que yo tuve la segunda galería. Porque si hablamos de la primera galería está muy atrás, en los años 1950 o anterior, El Tejaban le llamaban. Abrimos una galería entre Julián Pulido y yo, pero a la par se había abierto también otra galería que se llamaba La Galería Del Lago, que fue una galería que sí funciono muy bien, que realmente le dio un nombre a Ajijic porque esos pintores realmente eran gente profesional. Recuerdo algunos pintores todavía, un mexicano de nombre José Santibáñez, a George Rauch que acababa de llegar, a un señor de nombre Carson, a John Frost que hacía serigrafía en Jocotepec; y así había un numero de pintores muy buenos y fotógrafos y escultores. Allí también llevé mi trabajo, a esa galería, lo vendía muy bien. Había mucha gente que venía a ver esa Galería del Lago que estaba frente a la plaza donde ahora es el Centro Cultural de Ajijic. Se puede decir que era la segunda galería, una galería colectiva, cada pintor tenía su espacio. Nosotros abrimos la galería que se llamaba José Clemente Orozco, la primera galería mía y de Julián Pulido, la tuvimos un año. Posteriormente abrimos lo que se llamaba los Jardines del Arte, en los jardines de la señora Neill James, formamos un comité, estaba integrado también por Julián Pulido, por Daniel Palma, Alejandro Martínez y yo, había otra gente que se integraba posteriormente pero ya no eran artistas, gente interesada en el arte, posteriormente llegó Sid Schwartzman y se integró a nuestro grupo, fue la primer persona extranjera que integramos, pero era un señor muy interesante, idealista como pintor, crítico y autocrítico. Cuando le hacían una pregunta decía todos los detalles que estaban mal en la obra; decía “este trabajo es así y así y no sirve para nada”. Había una persona, era un judío, que decía, éste y éste (estando los pintores allí), estos trabajos son puras mierdas, no sirven para nada. Y yo me fui dando una idea de lo que es el arte e ir equilibrando, ir viendo cuando la gente es buena y tiene cualidades. Con Sid Schwartzman, hicimos un estudio, de hecho así le llamamos, Estudio de Arte. Después de eso yo continué abriendo otros espacios, galerías, acá por la calle 16 de Septiembre abrimos una galería que se llamaba DyD porque la abrimos entre José Durán y yo, por eso se llamaba así, Durán y Dionicio, allí duramos un rato exponiendo, siempre hicimos exhibiciones buenas de los pintores ya sea locales o de afuera. Después me cambié allí por la calle Colón y allí abrimos la otra galería, Centro de Arte y Cultura

M: Es el nombre que conservas hasta ahora ¿no?

DM: Sí, han pasado muchos pintores, he conocido muchos pintores, escultores, fotógrafos. Por ejemplo el Colegio de Fotógrafos de aquí de Guadalajara, hicieron la primera exhibición de fotografía de desnudos, y recuerdo que la gente se alarmó. Mujeres desnudas y todo eso; para mí era normal porque en la escuela nosotros tuvimos los cinco años modelos y estaba acostumbrado a eso, lo miraba muy normal. De la gente que llegaba a algunos no les gustaba y otros decían: “ah, qué bonita mujer, qué bonito cuerpo”. Recuerdo que mis hijas no se alarmaban. Todo eso también ha cambiado mucho mi formación. También se puede decir que nos tocó a nosotros, a Alejandro Martínez, Jesús López Vega y a mí, fundar el Centro Cultural Axixic. Había un lugar allí que solamente era un tejaban donde se colaba el agua y se mojaban las pinturas; dijimos: “pues hay que darle forma, ¿cómo le hacemos? Bueno, el municipio a lo mejor nos puede apoyar. Pero al municipio siempre le hemos pedido que nos arregle la Casa de la Cultura −que era así como le llamábamos− y nunca hacía nada, siempre manda uno o dos piones y allí nomas parchaban, pero realmente no hacían nada significante.” Y un día salió la idea de llevar el proyecto completo ya con costos y todo. Fuimos con María Briseño, la arquitecta, le planteamos la idea y ella nos ayudó, ella hizo el proyecto arquitectónico e hizo todo lo que tiene que ver con el presupuesto. También en cierta forma hubo inquietud de Rubén León que también ya murió, él apoyó mucho en esto, a que se le diera forma con ideas. Se presentó al Ayuntamiento, lo llevamos, lo estudiaron y dijeron que sí. Empezaron a darle forma, se puede decir que hicieron un buen trabajo. Claro, con el apoyo del Estado, de la Federación y de nosotros que empezamos a juntar dinero haciendo quermeses, noches mexicanas. Se le debe reconocer a Alejandro Martínez que realmente fue la iniciativa de él. Claro, ha habido mucho interés en formar más centros culturales, museos, bibliotecas. Ese lugar está proyectado para talleres, para museo, para una pinacoteca y una biblioteca. Ahora ya con el centro cultural en la plaza ha dado reconocimiento a Ajijic y ha venido gente de varios lugares a exponer. Fíjate que sinceramente por un lado no me gusta la idea de que vayan a ensayar allí las gentes de lo que es la zumba y no sé qué otras cosas o que a veces les da por llegar a otros grupos políticos a hablar de otras cosas que no tienen que ver con la cultura, hasta el Avon creo que ha estado allí. Eso debe acabarse, yo creo que es una idea equivocada. Piensan que el baile hawaiano es cultura, no, espérate, ese centro cultural se creó con la idea de rescatar la cultura mexicana y sobre todo la local. Yo creo que hay lugares para cada cosa, si este grupo de gente tiene interés que busquen un lugar o que vayan con el ayuntamiento. Por otro lado está bien que allí ensaye el grupo de la banda del pueblo. Pero hay otra cosa, que se necesita organizarse, se necesita un reglamento estricto porque de repente entran y salen familias y hay obra allí y la mueven, la ven, la tientan los niños; no porque no tengan derecho, los niños son niños y pueden tocar mientras nadie les diga nada. Yo creo que debe haber un orden porque a veces hay una exposición y están ensayando. Y se necesita el silencio, siempre el arte debe ser centrado y concentrado, enfocado. Yo le decía a Alejandro: “oye, eso no va, no hay que permitir eso”. Con Héctor hice un comentario al respecto.

Ahora estoy aquí en esta galería y trato de continuar trabajando con las personas promoviendo pero también estoy empezando a pintar, haciendo obra; quiero hacer una exposición a lo mejor pronto pero no quiero sacar la obra aún. Ahora, tenía la inquietud de escribir todas esas añoranzas, todo eso que sabes y que por una razón u otra hay que sacarlo porque si no sale te duele, te provoca hasta llanto. Cala en lo muy profundo cuando ves imágenes, cuando ves la gente que te lo comentó y te dijo: “mira te voy a comentar esto pero para que lo escribas o para que lo sigas diciendo a la demás gente, como era el Ajijic de antes”. Yo soy de Trojes por la población pero soy del ejido de Ajijic, es una colonia así como es El Aguacate, como la colonia Luis García que esta allá por Cedros, es un territorio muy grande, arriba de las 3,600 hectáreas. Tenemos mucho terreno en Ajijic, y hay mucha historia. Yo quería escribirla así como lo escribe cualquier historiador pero pensé que la historia es muy fría y le di un sabor, mejor que lo cuenten esas ánimas como Santos Rico, Martin Toscano, tantos personajes, como Villanueva, el Cuáchalas, el Gallito, esos personajes que existían, que son de aquí de Ajijic. Entonces son ellos los que la cuentan y no yo. Porque me dicen: “oye, hablan malas palabras”; pero es que son ellos, no soy yo. Si saben yo no digo ni pinche si quiera, me da hasta pena. Ellos son los malhablados, los personajes. Estoy escribiendo otro libro, otra historia muy interesante relacionada también a Ajijic pero ampliando más los criterios porque en Santos Rico no pude meter más capítulos. Porque decía: “dónde los meto, dónde encuentro la pieza del rompecabezas, cómo lo meto”; aunque parezca sencillo, tú sabes como poeta que no es fácil. Ahora estoy metiendo más personajes. A pesar de que yo critico mucho a la gente de Ajijic, a los locales, por la forma de pensar. Yo soy parte de una comunidad indígena, hay mucha gente a la que no le gusta porque yo soy blanco, pero mis padres siempre han sido de la comunidad indígena y hemos conservado los títulos, hemos sido parte de una agrupación interesada en rescatar toda la tradición, toda la dignidad más bien, de una comunidad. La gente de aquí de Ajijic pues muy poco lo ha hecho porque estamos muy cerrados; ahora se están abriendo más y me da mucho gusto. Antes muchos de mis compañeros me contradecían o chocábamos en todo porque tenían un pensamiento muy retrograda; pensaban mucho en las cuestiones de la iglesia, le daban nada más valor a la religión y todo dependía de allí. Así ha sido Ajijic desde mucho tiempo, desde siglos atrás.

M: Aunque ahora ya es más abierto, nos estamos universalizando.

DM: Ahora ya te entienden. Yo lo digo allí en la introducción del libro. Cuando se dio el movimiento de la Revolución Mexicana pues fueron muy poquitos los que le entraron de aquí de Ajijic, un grupo muy reducido porque la iglesia los demandaba, los excomulgaba les decía: “los vamos a excomulgar porque andan robando la tierra que no es de ustedes, eso le pertenece al patrón, al señor, al hacendado” La tierra es para darla a la gente del pueblo, es para todos, pero la gente no entendía eso porque siempre se apegaba mucho al pensamiento de la iglesia de aquel tiempo. Ahora estoy empezando con este nuevo libro que ya lo llevo bastante adelantado, y estoy hablando de toda esa relación de la historia de Ajijic para realmente rescatar todo eso que hay. Yo tengo más de 25 años en esto, conociendo gentes de muchos grupos étnicos, de muchas culturas y el tipo de pensamiento: cómo son, cómo pensaban o cómo siguen pensando los grupos étnicos. Llevo mucha amistas con los wixarikas, de hecho estoy yendo a sus ceremonias y cada vez entiendo más. Formamos el temazcalpulli, todas la ideas, todo lo que nosotros hacemos esta dentro de los conceptos. Yo escucho hablar a los huicholes, escucho hablar a los lakotas, escucho hablar a los trikis, por ejemplo, a los mixtecos o los mayas; es el mismo concepto del respeto a la madre tierra, el mismo concepto a la naturaleza, el mismo concepto a los elementos, al fuego, al aire, al viento, a la tierra; la misma idea de respeto. Por otro lado me tocó ser participante del concurso para escudos y me tocó ganar por toda esa información que pude salvar, entender lo que era el significado de Chapala. En Ajijic hay un escudo que es de otra persona, está muy atinado nada más que si yo lo hubiera hecho mis conceptos serían un poquito diferentes. También hice esa investigación del nombre de Ajijic que nadie la había hecho. Había muchos conceptos equivocados, unos decían que Ajijic era por el agua, porque el agua se reía jijiji, otros que porque cuando llegaron los españoles iban pisando las hojas y había agua y se oía chichichi, otro comentario decía que Ajijic significaba lugar de orines, otro, como José Durán que dice “donde el agua corre”, concepto muy equivocado que yo creo se debe de quitar de la delegación; mis respetos para José Durán pero eso no tiene nada que ver con el nombre de Ajijic.

M: ¿Qué significa entonces?

DM: Ajijic significa ombligo del agua que se derrama. Ombligo, que ahora españolado es ojo de agua. Viene del nahual: Atl, de agua; Chichime, de derramar y Chicome, de ombligo. Si te fijas Ajijic termina en “c”. Se puede decir que es un locativo de lugar. El significado de las montañas como el Tepalo. ¿Qué significa el Tepalo? Dicen: “ha de ser de palo, de pedazo de madera”. Yo lo sé. Canacinta, Alcececa, Chupinaya; ya hice una investigación completa de todos los nombres. O la famosa Michicihualli, también equivocada. Antes se decían los nombres correctamente pero se fue deformando. Qué significa un río, qué significa el nombre de los árboles, por qué un árbol se llama así, es igual que las raíces griegas o latinas que tienen un fondo, que tienen un significado bien profundo. Del nombre de una planta en náhuatl te puedo decir qué hace, qué alivia.

M: ¿Y piensas incluir algo de esto en el nuevo libro?

DM: Sí, estoy incluyendo todo. También hay muchas leyendas que se han perdido; yo les estoy dando la forma. De hecho estoy creando leyendas del lugar. Es muy bonito porque es dignificar a Ajijic. Y sobre todo a las personas, a los luchadores, que lucharon desde muy atrás. Durante la Reforma y la Revolución había gente que tenia ideales bien claros. Yo me acuerdo simplemente que mi papá fue agrarista. Él fue del siglo pasado, nació en el año 1900. Ya para los años 18 andaba con Obregón, en ese reparto de tierras. Entonces sus ideas eran muy claras. Cuando Madero y el plan de San Luis para derrocar al gobierno porfirista ya había muchos revolucionarios, lideres que se levantaron en armas en apoyo a Madero; mucha gente que a lo mejor ya andaban levantados o que eran gavilleros. Pero tenían sus ideales claros porque ya estaban cansados de los latifundios y las haciendas. El plan de San Luis fue creado con esa idea, claro que no se cumplió en el cien por ciento. Muchos revolucionarios se fueron en contra del plan por lo mismo, por no cumplirse, porque siguieron en el poder los gobernantes y alcaldes de ese tiempo. Por eso hubo esa sublevación de la misma gente revolucionaria. Estoy escribiendo todo esto. Cuando el reparto de tierras acá en las haciendas de Potrerillos, de la cañada de Buena Vista y de El Zapote, escuché una crítica que le hicieron a mi papá. Le dijeron: “oye José, ¿cómo es que tú habiendo repartido la tierra te quedaste con tan poco terreno?, hubieras agarrado la mayoría”. Porque a él le tocó repartir la tierra junto a un ingeniero y a las demás gentes del comité. La idea de ellos no era quedarse con las tierras sino repartir todo ese terreno que era muchísimo y a ellos nada más se les podía conceder en ese tiempo 9 hectáreas por familia. Él decía: “no, esa no es la idea, nosotros no luchamos para eso, luchamos para repartir la tierra, para darle a la gente necesitada”. Es la historia en sí relacionada al arte, a la cultura y a todo eso que traemos, a lo mejor una serie de traumas, de frustraciones, de complejos que vamos sacando y descubriendo. Yo todavía veo muchas imágenes en mi memoria, en mis sueños. Ahora con esta decadencia del país, se puede decir que hay una decadencia de valores, de todo. Es bien triste que eso suceda. Antes, en la Revolución la gente se mataba pero por un ideal, cada uno tenía unos ideales, unos defender a la iglesia, otros en contra de ella. Los cristeros se opusieron mucho a eso, fueron pagados por las haciendas, se crearon los Guardias Blancas, igual sí se asesinaba, se colgaba a la gente pero diferente. Ahora son hermanos contra hermanos, gentes que se matan solamente para darle poder a otros, a los que están en el gobierno arriba y yo creo que eso no debe suceder en México. Pero está pasando. Yo creo que debe haber un cambio, la misma gente, los mismos grupos que les llaman narcotraficantes que muchos de ellos ni lo son, yo creo que deben estar consientes y deben tocarse el corazón y que esto no debe continuar porque si no va a ser un caos completo en México. Y que se den cuenta que tienen hijos y que sus hijos van a sufrir las mismas consecuencias y va a ser doloroso para ellos mismos ¿no?, que estén matando y que al rato maten a sus hijos y a sus familias. Que se esté dando toda una serie de asesinatos, un rio de sangre como en el efecto dominó, yo sí llamaría a la conciencia de toda esa gente, que se tienten el corazón y que vean el sufrimiento de la gente y que se esté creando más odio, porque el problema es el odio. También lo que está pasando, tanta pobreza, desigualdad, la gente no tiene dinero. Ahora yo veo que todo mundo se queja, hasta los que tenían dinero están quejándose. Es una situación complicada. Se dice que a la izquierda está el corazón y yo por eso soy de izquierda porque me interesa la justicia. Al lado de la izquierda está el espíritu, está el sentimiento.

M: Pues Nicho, te debo de agradecer que en este tiempo hiciéramos un recorrido de toda tu historia, de todo tu crecimiento como artista y de tu crecimiento como ser humano. Y agradecerte la oportunidad de que nos hayas recibido aquí en tu galería.

DM: Igualmente.















5 comentarios:

Jorge dijo...

Muy buena entrevista de este Gran y muy Savio Senororon y devo anadir que su libro es uno de esos que todos los que conosen Ajijic devemos de leer. Buen Trabajo a ustedes que como revista hacen este tipo de entrevistas a Nuestros Pintores de Ajijic

aura dijo...

Buen trabajo la verdad asta que veo Una entrevista de un pintor de ajijic porque todas las entrevista de segun la Rivera siempre las hacen a extrajeros que viven en ajijic

Unknown dijo...

una muy buena entrevista informativa

Unknown dijo...

una muy buena entrevista informativa

Anónimo dijo...

Mas motivos para admirar a Nicho, como lo conocemos sus amigos de Manzanillo, Col. Excelente entrevista