11 enero 2008

EVIDENCIAS Y LEYENDAS LOCALES


Recuerdo la discoteca “Alexandros”, andaba en esos tiempos la onda musical del disco, y a la vez esos sábados de reventón de La Vieja Posada donde se asomaban esos ocasos de la Laguna por los ventanales de la posada. Fue en 1981 cuando empezaban a aparecer con mayor frecuencia 2 etnias, una del tronco Mixteco de Oaxaca, que conocíamos como “los trikis”, y los del norte de Jalisco o “Huicholes”. Fueron estos últimos los que me llamaron la curiosidad por su vestimenta y actitud mística. Recuerdo que cada año la orilla de la laguna se alejaba más (para 1989 ya había perdido su nivel original).
Con el tiempo comprendí que la laguna moría, perdía su encanto. Luego supe que esta fue una de las razones de la llegada de los huicholes a la laguna, pues ellos le rendían y rinden tributo por medio de ofrendas y cánticos.
RAPABILLEME (es decir, la laguna) está enferma, decían. Su tradición cuenta que una vez NACABE TACUTZI (la madre tierra) tuvo varios hijos, uno de ellos fue la lluvia, otro la laguna. NACABE TACUTZI un día abandonó a sus hijos cuando éstos eran pequeños. De alguna manera sobrevivieron y con el tiempo crecieron fuertes. En una ocasión, ya grandes, encontraron a su madre y le reclamaron el porqué los había abandonado: –Te fuiste lejos de nosotros, no te hallábamos –la madre vieja y cansada lloró, se estremeció y tembló. Muchos “Tewaris” o Mestizos murieron (el terremoto del D. F. en 1985). Entonces la madre se arrepintió y les pidió disculpas; se reconciliaron.
–Ustedes “Tewaris” –añadió mi amigo huichol (Santos es su nombre)– tienen otra forma de pensar, casi no reconocen a RAPABILLEME, ni a la lluvia ni a Tatewari (el fuego), ni a Tao (el sol). Ustedes nada más piensan en hacer dinero, comer, tener coches, ensuciar y no les importa que RAPABILLEME enferme más porque muchos de ustedes están ciegos.
Algún día va a pasar como a los descendientes de las víboras –continuó Santos–, me refiero a los Tewaris del centro de México, donde se encuentran las águilas guerreras, donde frecuentemente se tragan a las víboras (el águila devorando a la serpiente es el símbolo nacional). Ustedes están destruyendo a NACABE TACUTZI. Ustedes mestizos descendientes de las víboras y también los blancos descendientes de las nubes y del relámpago del norte. Se han perdido y están destruyendo a RAPABILLEME –así terminó mi amigo huichol.
También me contó que ellos llevan ofrendas durante ciertas fechas del año a los cuatro puntos cardinales que determinan su dominio por medio de la clásica figura del “Ojo de Dios”:

a).- ARAMARA (en la costa de San Blas)
b).- WIRICUTA (en San Luis Potosí)
c).- CERRO GORDO (en Durango)
d).- RAPABILLEME (la laguna de Chapala)

Ahora bien, comprenderán mis amigos lectores que el caso de las “ollitas” encontradas en el lago pertenece a otro tronco étnico, posiblemente de derivación náhuatl.
Recuerdo también que fue en el año de 1985 cuando se desató la fiebre de las ollitas (cuando la laguna bajó su nivel aparecieron figurillas de arcilla de diferentes tamaños).
Desde antaño los abuelos decían que la laguna tenía un espíritu llamado MICHICHIUALLI (o mujer pez), también conocida como “La Vieja Machis”, la cual dirigía los cuatro puntos cardinales y las cuatro direcciones del viento y en esto hay cierta relación con la cultura de los huicholes, sobre todo con relación a los cuatro puntos cardinales del Ojo de Dios. Cuando la Vieja Machis se enfurecía sacaba todos los peces muertos, el lirio y hasta algún ahogado que anduviera por allí, dejando el agua limpia y transparente. En nombre de la Vieja Machis se arrojaban infinidad de ofrendas a la laguna por medio de estas cerámicas en miniatura (búcaros) con forma de ollitas, perritos, cucharitas, incensarios en los que se quemaba resina de copal (muchos de ellos con marcadas influencias de los estados de Michoacán y Colima), figurillas con caras y penachos de mazorcas de maíz que eran mezcladas con polvo de oro. A estas figuras se les vertían gotas de sangre que provenían de los lóbulos de las orejas que eran pinchados con espinas de maguey. Muchas de estas figurillas tenían muchos piquitos en formas de senos femeninos, en atributo a la fertilidad de la mujer. Porque según, en el mundo precolombino, la laguna era vista como una deidad o mujer llena de vida y abundante.
Los hallazgos principales de estas ollitas, aquí en Ajijic, fueron en la crucita de la laguna, sobre la calle Galeana y en la orilla de la “Puerta Nueva”. Mucha gente se dio a escarbar y vender, otros sólo las coleccionamos.
En una ocasión, en el sitio de la Crucita del Norte hacia el Ojo de Agua, el sitio de la Puerta Nueva al norte de Teopantitla, donde se cree estaba el antiguo pueblo de Ajijic, acudimos un grupo de cuatro para, a nuestra manera, hacer un estudio. La sorpresa fue que en el pie del cerro de la Puerta Nueva encontramos una piedra en forma de tortuga hechiza. Era un llano que colindaba del arroyo de la Puerta Nueva al arroyo de Alseseca. Hicimos una recolección de fragmentos de cerámica rojiza, alguna era amarillo pálido, otros más eran como cuellos de ollas de tamaño normal, diferentes tipos de manos de metates o molcajetes llamados tejolotes, trozos de Huilanchas, vasijas esgrafiadas con símbolos acuáticos en el interior y hasta especies de calendarios en relación al maíz de una cultura sedentaria.
Encontramos también unas piedras planas tipo lajas esgrafiadas con símbolos en el antiguo arroyo del Tempisque que para mi ver posee una simbología del agua y del cosmos en bajo relieve.
La zona donde encontramos la Piedra Tortuga pudo haber sido el antiguo poblado de ATL-XIC-XIC, pues algunos ancianos del barrio de Tecoluta cuentan que durante la construcción de un fraccionamiento de allí se descubrieron algunas tumbas de tiro, esqueletos sin cráneos y que en alguna ocasión tuvieron que frenar el trascabo porque encontraron un esqueleto con vestimentas y collares de jadeíta, cuchillos del mismo material, puntas de flecha de pedernal negro, algunas hachas y muchas vasijas con pintura de rojo óxido. Se cree que era un sacerdote o guerrero. Aun así, los mayores asentamientos están en San Juan Cosalá y en Mezcala.
En 1975 mi amigo de antaño Juan Navarro y yo fuimos al Cerro Colorado y en el pie, sobre el arroyo –recuerdo que era en tiempo de lluvias– encontró una figura de un Perro Itzcuintli medio roto (perro sonriente gordo, del tipo de cerámica rojiza de Colima), pero éste era de color calizo. Me hizo pensar en cierta influencia, tal vez una ruta de trueque entre Chapala y Colima. O una relación entre Mezcala y Michoacán, por su situación geográfica y por las danzas tradicionales que aún persisten en Mezcala el día 3 de Mayo (los “Huehuenchis que es muy parecida a la “Danza de los Viejitos” de Michoacán).
Don Javier Flores Márquez, oriundo de Ajijic, persona en ese entonces mayor, me contó que cuando era niño había un camino de cercas de piedra doble en ambos lados que conducía desde la Puerta Nueva al Ojo de Agua, donde según cuenta mi madre Ma. Rosario Vega Velázquez, que su abuela solía decirles que en ese arroyo se bañaba la princesa Xochitl, y que había una vieja Xicantzi que sabía fundir metales y que cerca del Ojo de Agua había unos hornos para la fundición, la cocción de barro o incluso para el pan tachihual.
Casi estoy seguro que ese camino de piedra determinó la migración y nacimiento del nuevo pueblo de Ajijic ya en tiempos coloniales por la evangelización de la orden franciscana, que si no me equivoco fue con la edificación de la Capillita del Rosario. Otra evidencia está que en ese camino viejo (ahora calle Emiliano Zapata) donde conectaba el arroyo del Tempisque, quedó la Piedra Rayada dentro del jardín de una casa particular. A 8 metros de allí, existió otra piedra más chica semejante a la Piedra Rayada, y también la famosa Piedra del Caballo, la cual fue saqueada a principios de 1960. Algunas leyendas dicen que veían a la Virgen del Rosario que transitaba por ese camino y que al día siguiente la regresaban a su capillita con el vestido lleno de huizapoles y flores secas de acuate.
La Capilla del Rosario data de principios del siglo XVI mientras que el templo de San Andrés es del siglo XVIII.
Actualmente, la Piedra Tortuga o TEOAYOTLZIN (tortuga sagrada), se rescató del lugar en donde estaba y se encuentra colocada sobre la plaza, donada al Centro Cultural de Ajijic, ubicada por el artista Antonio López Vega en la misma posición que tenía, con la punta mirando hacia el Oriente.
Jesús López Vega

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