11 enero 2008

Las Mujercitas de Pablo


Fernande Olivier, Olga Koklova, Marie Therese Walter, Françoise Gilot, Genevieve Laporte, Jacqueline Rocque, mujeres quizá comunes, mujeres como las demás. El único hilo conductor entre ellas: Pablo Ruiz Picasso.
Picasso, el más grande genio del siglo XX, el artista consumado, mundialmente conocido, multimillonario hasta las cachas, longevo como una tortuga (vivió 92 años) marcó su existencia y obra basándose en las mujeres que compartieron su amor y su cama en todos esos años. Picasso, para muchos, tenía el malagueño seductor antes que el afamado artista y eso le permitió conocer y trabar amoríos con más de veinte mujeres en su haber, novias, esposas, musas, amantes, amigas derechohabientes, o deslices de una madrugada. De entre todas esas mujeres, seis determinaron grandes cambios en su vida, dejándole una marca que jamás pudo borrar y que además se notan profundamente en sus cuadros.
Detrás de cada gran hombre, siempre hay una historia sobre él y una mujer, y este es uno de los casos más llamativos por la personalidad de Picasso, que siempre se vio a sí mismo como un minotauro (y que después inmortalizaría en su obra más conocida “Guernica”) con todas las características que la leyenda narra: fuerte pero a la vez amoroso, independiente pero a la vez necesitado de amor, dominante mas sumiso ante la mujer, que ejercía una dependencia en ellas pero basada casi siempre en el temor al abandono.
Picasso, nacido Pablo Diego José Ruiz Picasso en Málaga el 25 de Octubre de 1881, se trasladó de su natal España a Paris cuando tenía sólo 22 años, alojándose en la inmortal Bateau-Lavoir, especie de departamento donde se alojaban varios artistas. Cuenta la leyenda que en una ocasión Pablo se cruzó con una joven de su edad que había perdido a su gato: Fernande Olivier. El pintor quedó inmediatamente prendado por los hermosos ojos verdes de Fernande, quien, entre la comunidad de artistas parisinos, era ya conocida por las relaciones que había tenido con algunos de ellos, por ser hermosa y corpulenta, por ser muy buena cocinera, pero sobre todo por dos cosas; era tan buena administradora que podía proporcionar con sólo tres francos alimento para Picasso y algunos amigos que vivían de manera pobre, bohemia y laboriosa. La segunda cosa por la que era famosa era por floja, en esa etapa, cuando Picasso aún no se encontraba a sí mismo del todo, ella pasaba días tirada en la cama sin hacer nada mientras Pablo barría, lavaba los trastes o hacía las compras. Picasso la retrató en muchas ocasiones, como lo haría años después con todas las mujeres que lo atraparon, pero los retratos de Fernande se caracterizan por ser tempranos, algunos muy inocentes, muchos anteriores al cubismo, otros en los inicios.
Dicen que la relación de Picasso y Fernande estaba basada en el hambre. En el romanticismo de la pobreza así que cuando el español comenzaba a ser famoso y el hambre se terminó, el amor entre los dos se empezó a secar y tuvieron que separarse.
Con los años, Picasso se hizo más y más conocido, trabó amistad con mucha gente de un alto nivel social. Así consiguió diseñar el vestuario del Ballet de Diaghilev, para muchos el mejor del mundo en esos tiempos, y en esas reuniones cerca de 1917, conoció a una bailarina que lo cautivó por su belleza. Su nombre era Olga Koklova y se presentaba como hija de una noble cuna, de gente del ejército. Olga era ambiciosa, traicionera, cruel y convenenciera; del tipo de mujer que consigue lo que se propone. Fue legalmente su primer mujer. Picasso y Koklova se casaron en Julio de 1918 en Paris, en una pomposa boda a la que asistieron todos los mejores artistas del país, incluyendo a Jean Cocteau y a Apollinaire.
Al poco la vida con Olga comenzó a convertirse en un infierno, peleaban todo el tiempo porque ella quería relacionarse con la alta sociedad parisina, cosa que no hubiera costado trabajo al pintor, pero éste estaba interesado en el naciente surrealismo y sobre todo en solamente pintar. La evidencia de esto fueron los cuadros que Picasso hizo de Olga cuando la relación comenzaba, cuadros que son hermosos y de un alto grado de realismo; para cuando la relación se volvió imposible los retratos que existen están todos deformados y se nota en ellos la frustración por el matrimonio deshecho.
Tres años después de la boda, cuando Pablo intentaba escapar de una de las tantas peleas con Olga, conoce a la salida del metro de las Galerías Lafayette a una joven. Picasso en su desesperación se presenta y le dice que los dos juntos van a hacer muchas cosas. Minutos después se entera que la joven tiene sólo 17 años y que su nombre es Marie Therese Walter.
Picasso comenzó a verse con Marie a escondidas mientras seguía casado con Olga. La pintaba desnuda, se hicieron amantes. Marie trajo paz a la vida sufrida que llevaba Picasso con su esposa. Era alta, sensual, rubia, deportista y sobre todo muy sencilla, cosa que contrastaba con Olga. El único problema era la edad, 17 años mientras Pablo ya estaba sobre los 50. El pintor tuvo que utilizar todos sus recursos para mantener la relación oculta de la sociedad, sólo lo sabían algunos amigos de Pablo. Él compró una casa para Marie cerca de la de ellos, donde hizo maravillosos cuadros de la joven.
Los años pasaban y Picasso no lograba divorciarse de su mujer a pesar de los intentos, así que se refugiaba en Marie quien trajo el erotismo a la pintura del español, en su frescura que lo mantenía siempre joven. “Un hombre tiene siempre la edad de la mujer que ama” es una frase de Picasso de estos años. Marie Therese tuvo la primer hija de Picasso: Maya.
Con los años Picasso pudo separarse definitivamente de Olga aunque jamás le dio el divorcio y Marie se fue relegando cada vez más, vivía aún en la casa que le había comprado el pintor y éste la visitaba s ella y a su hija muy seguido pero la pasión ya se había muerto.
Ya en 1943, cuando Picasso tenía 63 años, conoció a otra de las mujeres más importantes de su vida: Françoise Gilot de 23 años de edad. La relación se parecía mucho a la que existió con Marie años antes: ella buscaba a Picasso y se dejaba pintar por él, él se sentía atraído por su belleza y juventud, él le regaló una casa, ella le dio dos hijos Claude y Paloma. El problema fue que para cuando Françoise se fue a vivir con Pablo, éste ya era un monumento histórico de Paris, visitado por miles de personas todos los días, de todos los niveles. Ella no resistió mucho tiempo este tipo de vida pública e intranquila, además que hacía algún tiempo que Picasso veía todos los miércoles a una nueva amante que nadie conocía, esto la acabó por hartar. Françoise Gilot fue la única mujer que lo abandonó.
Después se supo el nombre de aquella mujer que recibía a Picasso en su casa cada media semana: Genevieve Laporte, el amor secreto de Pablo. Se vieron durante años sin que nadie lo supiera e incluso se siguieron viendo cuando Françoise se marchó. Picasso pintó sobre las rodillas de Genevieve dos rostros que ella dejó que se despintaran sin lavar en semanas esa parte del cuerpo. Su relación terminó de súbito por una discusión que se dio entre Paris y la Costa Azul, antes de llegar a Vallauris, donde pararon en la pastelería de los Ramie, tíos de la pequeña Jaqueline Rocque a quien Pablo había conocido años atrás, pero ahora Jaqueline tenía 27 años y una pequeña hija. Jaqueline fue la última mujer de Picasso, la que lo vio morir.
La diferencia entre el pintor y Jaqueline era de 47 años, aún así ella permaneció abnegadamente junto a él. Fue su secretaría, enfermera, amante, ama de llave, consejera, modelo, musa, esclava y hasta su carcelera pues desde que se casaron ella no volvió a dejar a nadie entrar a su casa otra vez. Lo protegió de sus amigos, admiradores y hasta de él mismo en una mansión que estaba sobre Cannes.
Jaqueline permaneció con Picasso por casi 20 años, cuando él murió algunos dicen que se le escuchó decir que la vida sin Pablo Picasso no era vida, y el 15 de Octubre de 1986 Jaqueline se suicidó.
Por esas mujeres Picasso cambió su vida más de una vez, por esa debilidad suya al amor (algo muy común entre los artistas), por esa sensibilidad que hacía parecer que él sólo quería a las mujeres para inmortalizar su belleza y no para formar una familia. Supongo que eso es parte de la genialidad en el arte.

Sofhía Dijhoné

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