15 mayo 2008

EDITORIAL

Entrevistado Julio Cortázar en Nicaragua sobre las revoluciones Sandinistas que se dieron en 1979 y sobre el estado del país en general, éste responde, recogiendo el cigarrillo entre sus enormes manos: “pienso que la solidaridad y todo lo que se pueda hacer por el pueblo nicaragüense es cada día más urgente. Desde luego yo en persona no es mucho lo que puedo hacer pero de todas maneras tengo una máquina de escribir y de allí van saliendo mis impresiones sobre Nicaragua que se difunden y que desde allí sí pueden servir para esclarecer algunas cosas”. Este tema, el del papel del escritor frente al acontecer político de su país y del mundo entero, ha sido recurrido por una inmensidad de estudios tanto sociales, políticos o filológicos de profunda claridad intelectual.
---- Visto en su justa dimensión, el acto literario tiene la extrañísima cualidad de que se puede amalgamar a todos los ámbitos, absolutamente todos los ámbitos sociales. Desde la literatura se crea, se inventa, se reproduce, se habla sobre justicias e injusticias, drogas y males sociales, gobiernos, eutanasias, deportes, hadas y en la suma de todos estos elementos, lo que queda claro es que el autor pretende libertades que no a todos son propias; la principal: la de exponer por medio de las letras su muy individual punto de vista.
----Más allá de si el escritor tiene o no el compromiso de denunciar y participar (y digo esto porque TODOS tenemos esa responsabilidad) es un hecho de que aquel que hace uso o abuso de las letras con seriedad debe procurar que lo que su texto relata pueda concertar –por lo menos para él mismo– sus raíces en hechos comprobables, incluso aquellos que partan de la creación artística, de la subjetividad ilimitada, o del vox populi. Es decir, que quien se participa de este festín de las letras, lo debe hacer con limpieza, con trabajo, con dedicación y con sumo cuidado en materia de respaldar lo que se escribe.
----Los escritores que hacemos uso de esta afilada herramienta, al delatar a través de la literatura entramos en un marco histórico y social nutridísimo en el que nadie vale más que nadie y que desgraciadamente, a más de informar y difundir, es poco lo que puede modificar (aunque esto poco cuando se logra es bastante significativo). El mismo Cortázar supo que a pesar de todos los textos escritos en contra de la dictadura de Somosa por los principales intelectuales del mundo, no fue sino la fuerza armada de los campesinos y de todos los estratos del pueblo lo que logró derrocar al tirano nicaragüense. Sin embargo, los textos de todos esos grandes escritores permanecen como vestigio de un momento en específico de la historia del hombre y sus tropiezos.
Por todo esto, aunque tengamos la certeza de que no podemos hacer gran cosa, nos unimos a la indignación general que siente el pueblo jalisciense y escribimos al respecto. Yo por mi parte, ya me encuentro armando un cuento breve sobre un rey que mientras en las garras del alcohol, sosteniendo delicadamente una pieza de papel entre sus dedos y con el beneplácito del cardenal en turno, le pide amablemente a sus gobernados que vayan a chingar a sus madres.
----Bienvenidos a Meretrices en su edición número 16.

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