Editorial
Pasan los años y maduramos. Algo parece
decir que los cambios sufridos con el paso del tiempo, hacia un lado o hacia
otro de la línea que separa lo bueno de lo malo, pueden ser interpretados como
síntomas de madurez. Los expertos mismos no han logrado ponerse de acuerdo en
cuáles actos, sumados, pueden definir la susodicha madurez. Quizá la médula de
todo este asunto sea la experiencia; el polvo de lustre que poco a poco nos van
dejando las cosas que atravesamos y que debemos de sortear. Si acaso las
experiencias no nos mejoran, por lo menos, e indudablemente, nos preparan para
lo que vendrá. Nos hacen aptos para el torrente que nunca se detiene, abren
nuestros ojos y afilan los nervios con los que prevemos los días de sol y de
lluvia. Aunque, seamos sinceros, nos queda la esperanza de que sufrir las
batallas nos hagan menos combativos; de que los golpes de la vida sí nos hagan,
al final, mejores personas, más susceptibles para amar y para dejar de una
buena vez por todas de fingir y de pretender ser eso que en el fondo ni somos
ni seremos jamás. Que cada quien se conduzca en la vida como la vida le ha
enseñado a conducirse, pero que la meta al final sea una sola, maduros o
inmaduros, completos o incompletos, que la meta sea: dar.
En Meretrices nos
aferramos a esa esperanza, y lo haremos hasta el final. Ocho años han pasado
desde que el primer número, aquel con una imagen satelital de nuestro lago, fue
leído por primera vez. Objetivo cumplido. La vida de cualquier revista cultural
se expresa a través de aquellos quienes las leen. A pesar de tantas cosas que
han pasado, parece ser que el camino aún ofrece mucho por andar. Y aquí estamos
de nuevo en tus manos dándote arte y literatura con total sinceridad. Esté
número ha sufrido cambios propios del tiempo, cambios que esperamos que
disfrutes y que contribuyan a dejar un poco del polvo del que hablamos.
Celebremos todo; esa ha sido la actitud que hemos mantenido en estos 8 años de
publicar y de resistir infinitos vientos que soplan hacia todos lados. Empieza
un año nuevo y nuevos proyectos se asoman. Te deseamos lo mejor y agradecemos
que sigas con nosotros todo este tiempo. Vivimos por ti. Que así sea.
Los años pasan y los
arrebatos. Y aunque parezca ser sólo un segundo; o aparente ser el paso todo de
una vida entera, como escribiera Miguel Hernández en aquel verso: la flor nunca cumple un año/y lo cumple bajo
tierra, a nosotros el tiempo más importante, es aquel que se está siempre por
cumplir.
El Editor.
Mario
Z Puglisi
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