23 febrero 2013


INNER SISTER, INNER LOVE

I. Laila
Laila sube al avión rumbo a su nuevo hogar,
la tierra de Jordania estará lo suficientemente lejos
como para poder llenarse de tierra los bolsillos;
familia y casa paterna estarán a casi 10 años,
y ahora sí tiene los ojos como brotes de agua,
hay un río que es vida, pero ahora llora,
¿será que les verá de nuevo?
mientras, su alma será la de hijos,
marido, trabajo y familia,
lo mismo de antes,
pero en anglosajón.

Allá, en Medio Oriente
un carro trata de evitar el atropello
de aquella bestiecilla sin domar que corre hacia el asfalto,
la pobre, ha quedado idiotizada con las luces,
ahora se queda quieta, no.
¡¡¡¡¡MUÉVETE!!!!!
¡¡Muévete!!
muévete...
Fátima, se escucha dentro de Laila en la lejanía continental.

Quería ver los ojos de Laila,
Vendría en verano, recordó Fátima,
y es que ¿dónde están las hermanas cuando no están cerca?
Tía y sobrina se vuelcan,
familia se enreda para hacer La llamada.

En el lobby,
los souvenirs están por todos lados,
Laila deja el cambio para evitar exponer las lágrimas,
se lleva las manos a la nariz
con un pedazo de papel humedecido con tristezas,
pienso en su corazón hecho trizas
y me recuerdo tan frágil como ella,
o bien,
las recuerdo tan frágiles como Fátima,
mi corazón se abre;
no es que Laila grite,
pero sus sollozos braman ese dolor que taladra en silencio,
que carcome el alma,
y me carcome a mí.

Nos asignan el 34 y el 35,
de sus ojos corren lágrimas,
no alcanzó a Fátima,
ningún vuelo llegará tan pronto.

La sangre que fue del mismo miembro
en el mismo útero,
se derramó demasiado pronto.



II. Susana
Ahora recuerdo y me destrozo por dentro,
¿qué necesito para conciliar contigo?
una muerte, una moneda, un viaje,
un deseo de ponerme al tiro...

A estas alturas ya me importas poco
o eso me digo con el afán de seguir bastante lejos,
pero el deber me lleva a amarte,
perdón, a llamarte...
no sé si deseo tu compañía,
pero deseo estar bien,
¿y si me alcanzara la muerte estaré lo suficientemente lista?
los papeles listos, el corazón unido,
la familia lista...
ah...
no,
espera,
me faltas tú.

me pregunto: ¿de dónde viene toda mi molestia?
y procuro intimidar a todas mis hostilidades,
pero nadie tiene una respuesta congruente,
sólo lo visceral de mis entrañas tiene argumentos a favor de una heladera,
pero lo demás, resulta absurdo,
incluso ralla en la estupidez,
¡vaya mi inteligencia incapaz de amar!
pero eso sí, todo es fácil cuando hay vida,
y Fátima ya ha muerto...

Yo no sé si acaso estemos en las condiciones de reparar esto
o mejor continuar separadas,
pero no,
Laila hubiera querido volver,
 sí.

¿A dónde se deslavan los muros de los buenos pensamientos y el cariño?
hace tanto que no espero con el deseo de verte,
sólo te miro con el tedio a pensar que abras la boca
y tus palabras como una cascada seca...
ya no lleven nada,
o yo ya no escucho tu vida,
ni tu agua, ni tus pensamientos.

Cerré la puerta,
pero no supe a dónde lancé la llave,
y debo aceptarlo, temo que suceda,
temo no mirar tus ojos con aquella alegría,
temo no nos miremos los ojos
a causa de esta condición de infame.

Te marco entonces,
me guardo el orgullo,
que igual no me sirve de nada,
timbra el teléfono
y dudo querer esperar en la bocina por tu voz,
¿mi dolor llevaría más palabras que el gozo de tenerte?
no, o no lo sé...
¿cómo era cuando estabas?
Suena tu voz.

Darrita López




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